MI SINGULARIDAD Y MI MODO DE EXISTENCIA
melissam3Ensayo26 de Agosto de 2017
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MI SINGULARIDAD Y MI MODO DE EXISTENCIA
YIDDI MELISSA MACIAS MUÑOZ
DOCENTE:
ANGELA MARIA MARIN CADAVID
UNIVERSIDAD DE MANIZALES
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS / INSTITUTO PEDAGOGICO
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN DESDE LA DIVERSIDAD
COHORTE XXXIV
POPAYÁN SEMESTRE III – 2017
MI SINGULARIDAD Y MI MODO DE EXISTENCIA
“El cuerpo es mucho más “mi propiedad que mi ser”. El cuerpo no es algo que “exista en sí” para luego ser rellenado con conciencia u otras propiedades. Nuestro cuerpo no es nunca un “puro cuerpo” o “mero cuerpo”, ni “mera materia”. Es a través del cuerpo y en el cuerpo que acontece el vínculo que une el “ser-para-sí” al mundo.
(Sartre, [1943] 1996: 333-336).
Indiscutiblemente debo partir de la subjetividad, para llegar a plantear como concibo mi singularidad y el modo de mi existencia, por eso me atrevo a decir que este más que un concepto, es una forma de cómo hemos sido producidos, y la manera de utilizar herramienta en nuestra vida para transformarnos, y de “comprender no sólo cómo hemos llegado a ser lo que somos, sino en lo que seguimos deviniendo de cara al futuro”.
Empezare diciendo que desde que empecé a pensarme como sujeto, se hace fundamentar dar un retroceso en mi historia, pues aunque no decidí ser concebida o ser nombrada, decidí indagar por el significado de mi nombre y así partir de tener un sello en el mundo, por lo que la historia de este data e muchos siglos atrás, en una tribu africana donde mi nombre pertenece al género masculino (Yiddi) e iniciaron las preguntas, ¿será por eso mi carácter tan peculiar, mi forma tan fuerte de hablar o a veces la falta de tacto con los demás?, esta fue la primera pregunta al indagarme por mi singularidad, sin embargo se debe destacar que no solo soy un nombre o una mujer, sino que también soy cuerpo, conexión lo que guarda mi interior y lo que demuestra a otros mi exterior; el cuerpo cuando nací fue objeto de cuidado por otros que en este caso serían mis padres, luego a la medida que fue creciendo se convirtió en un cuerpo más social y más autónomo y autosuficiente, donde empieza a relacionarse cada día mas con los otros y al verme en ellos, ya fuese como un espejo o lo que deseaba ser mientras me conocía y definía o como manera de reconocerme.
Sin embrago mi cuerpo que se transfigura, con el tiempo, con experiencias, va creciendo a la medida que pasa el tiempo, un cuerpo melancólico, al que el muro de la soledad lo ha ido opacando, es aquel que se vuelve cada vez más un cuerpo en desequilibrio y cuando esto llega a su punto máximo pierdo la habilidad de interpretarme y es aquí cuando aparece la escena del dolor, cuando mi cuerpo sufre y se enferma por la relación inconstante conmigo misma y con los demás, cuando aparecen las ruptura, cuando la sociedad a la que me enfrento que no me proporciona los ideales que imagine, que construí y sobre todo cuando mi vida se limita a solo sobrevivir en un mundo fragmentado.
No obstante, no solo mi cuerpo se ve movido por emociones, sino también la razón aparece en mayor medida para que la vida no se torne un caos, y es ahí donde mi cuerpo en su tránsito por el tiempo ha aprendido a comunicarse con los otros, a realizar relaciones, a crecer y sobre todo a pensarse, a no tomar el conocimiento convertido en teoría como el todo fundamental, sino que opto por tener diversos puntos de vista, donde la vivencia es fundamental para argumentar la razón.
Por otro lado, a mi cuerpo lo considero como el estuche que guarda mis más profundo emociones, donde se esconden las lágrimas dulces y saladas, con las que le hago frene a la vida, a esas relaciones con otros, ese otro que se niega que al verme puede reconocerse, a ese otro que comparte mi espacio y ocupa el propio, a eso otros que han llegado como fragmentos para completar mi vida y que se han desprendido para formar otras, que a través del tiempo me han hecho meditar que no sería nada sin mi singularidad en sus vidas y viceversa, donde no podría ejercer mi profesión de docente sin ellos, y ellos no podrían construirse sin mi ser.
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