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MONITA SECRETA O INSTRUCCIONES RESERVADAS DE LOS JESUITAS


Enviado por   •  8 de Febrero de 2012  •  10.763 Palabras (44 Páginas)  •  690 Visitas

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MONITA SECRETA O INSTRUCCIONES RESERVADAS DE LOS JESUITAS

Los jesuítas han negado la autenticidad de esta obra; trabajo inútil, aunque lógico en quienes están acostumbrados por voto de obediencia a negar las verdades más inconcusas.

El manuscrito en latín de la Mónita Secreta fue encontrado entre los papeles del padre Brothier, último bibliotecario de la Compañía de París, antes de la revolución; está conforme con la edición de Paderborn, hecha en 1661, por último, con el manuscrito, perfectamente auténtico, que existe en el archivo de Bélgica, en el palacio de Justicia de Bruselas, con el título de Secreta Monital, ou Avis Secrets de la Societé de Jesús.

Esta traducción se ha hecho de la sexta edición publicada en París en 1685 con el texto latino enfrente del francés, para edificación del lector que ella verá hasta dónde pueda llegar la hipocresía erigida en regla de conducta para amontonar riquezas, engañando y corrompiendo a los incautos so pretexto de religión.

PREFACIO

Los superiores deben guardar entre sus manos cuidadosamente estas instrucciones particulares, y no deben comunicarlas mas que algunos profesos, instruyendo solamente a algunos de los no profesos, cuando lo exija la conveniencia de la Sociedad; y esto se hará bajo el sello del silencio, y no como si se hubiesen escrito por otro, sino cual si fuesen producto de la experiencia del que las da. Como muchos profesos conocen estos secretos, la Sociedad arregló desde sus órdenes, a no ser a la de los Cartujos, por el retiro y silencio en que viven, y el Papa nos lo concedió.

Hay que poner sumo cuidado en que estas advertencias no caigan en manos de extraños, porque les darán una interpretación siniestra, por envidia a nuestra institución. Si esto sucediera, lo que Dios no quiera, debe negarse que son tales los sentimientos de la Sociedad, haciendo que así lo aseguren los que ciencia cierta se que lo ignoran, y oponiéndoles nuestras instrucciones generales y reglas, impresas y manuscritas.

Los superiores deben siempre investigar cuidadosamente y con prudencia, si alguno de los nuestros ha descubierto a extraños estas instrucciones secretas; y a nadie se tolerará que las copie, ni para sí ni para otro, sin consentimiento del general, o al menos del provincial; y si se duda de que alguien no sea capaz de guardar secretos tan grandes, se le despedirá.

MONITA SECRETA: CAPITULO PRIMERO

De qué modo debe conducirse la sociedad cuando comienza alguna fundación.

1º Para hacerse agradables a los vecinos del pueblo, importa mucho explicarles el objeto de la Sociedad tal como está prescrito en las reglas, donde se dice que la Sociedad debe aplicarse con tanto afán a la salvación del prójimo como a la suya propia. Para esto deben desempeñarse en los hospitales las funciones mas humildes, visitar a los pobres, a los afligidos y a los presos. Es preciso oír las confesiones con benevolencia, y ser con los pecadores muy indulgentes, a fin de que las personas más importantes admiren a los nuestros y los amen, tanto por la caridad que demuestren para todos, como por la novedad de su blandura.

2º Que todos tengan presente que deben pedir modesta, y religiosamente los medios de ejercer los ministerios de la Sociedad, y tratar de alcanzar benevolencia, principalmente de los eclesiásticos y de los seglares que ejercen autoridad, a los que algún día podrán necesitar.

3º También deberán irse a los lugares apartados, en los que recibirán las limosnas que quieran dar, por pequeñas que sean, después de hacer presente la necesidad de que ellas tienen los nuestros. Luego deberá darse limosna a los pobres, a fin de hacer formar buena opinión de la Sociedad a los que aun no la conocen, y de que sean con nosotros muy generosos.

4º Que todos parezcan inspirados por el mismo espíritu, y que aprendan a tener las mismas maneras, para que la uniformidad en tan gran número de personas los haga simpáticos y respetables. A los que así no lo hagan, despedirlos por perjudiciales.

5º Al principio los nuestros deben guardarse de comprar propiedades; pero si juzgan necesario comprarlas, que lo hagan en nombre de amigos fieles, que den la cara y que guarden el secreto. Para que nuestra pobreza se vea mejor, conviene que las tierras que se posean junto a un colegio se asignen a otros que estén lejanos, lo que impedirá que príncipes y magistrados sepan a cuanto ascienden las rentas de la Sociedad.

6º Que no se establezcan colegios más que en las ciudades ricas.

7º A las viejas viuda hay que encarecerles nuestra extrema pobreza, para sacarles el dinero que se pueda.

8º Que sólo el provincial sepa en cada provincia a cuánto ascienden nuestras rentas; que a lo que asciende el tesoro de la Compañía sea un ministerio sagrado.

9º Que los nuestros prediquen y digan en sus conversaciones que han ido a enseñar a los niños y a socorrer a los pobres gratuitamente, y sin distinción de personas; que no somos una carga para los pueblos, cual las otras órdenes.

CAPITULO II

De qué manera los Padres de la Sociedad podrán adquirir familiaridad con los príncipes, los grandes y personas importantes.

1º Es preciso consagrar nuestros esfuerzos a ganar la simpatía y el ánimo de los príncipes y de las personas más importantes, a fin de que nadie se atreve con nosotros, sino que al contrario todos se vean obligados a depender de nosotros.

2º Como la experiencia nos enseña que los príncipes y los grandes señores son particularmente aficionados a los eclesiásticos, cuando éstos ocultan sus acciones odiosas y las interpretan favorablemente, como se ve en los casamientos que contraen con sus parientes a aliadas, o en cosas semejantes, es preciso alentarles a contraer esas alianzas, haciéndoles esperar que por nuestra mediación obtendrán del papa las licencias o perdones necesarios, si se les explican los motivos, si se le presentan casos análogos, y si se le hacen presentes los sentimientos que los recomiendan bajo el pretexto del bien común y de la mayor gloria de Dios, objeto principal de la Sociedad.

3º Lo mismo debe hacerse si el príncipe emprende algo que sea agradable a todos los grandes señores: debe animársele, empujarle e inducir a los otros a consentir con el príncipe y a no contradecirle, pero sin llegar nunca a singularizarse, porque si no sale bien el negocio, no se lo imputen a la Sociedad; y que si el propósito del príncipe fuese desaprobado, y la Sociedad acusada de instigadora, pueda emplearse la autoridad

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