Manejo de la agresividad de los niños y niñas de educación inicial
andrem0809Trabajo21 de Marzo de 2021
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INTRODUCCION
La importancia dentro del ámbito nacional, ha tomado las estrategias lúdicas como necesarias en la consideración, para despertar conciencia preocupación sobre tan antiguo problema que en muchos aspectos presentan una tradición cultural no superada, con la secuela que esto representa. Las conductas agresivas existen probablemente desde que apareció el hombre, lo que ha variado son los tipos de estrategias lúdicas para canalizar dicho comportamiento sobre todo el concepto que se tiene del mismo.
Es por ello importante que las personas, que por su actividad tienen directa relación con los niños, como lo son los docentes quienes deben involucrarse en el proceso para que puedan reconocer los síntomas que indica un niño o niña están presentando conductas agresivas. De allí, el impacto de los docentes en la Educación del infante, lo que lleva a considerar sus conocimientos y necesidades a fin de proponer estrategias lúdicas que prevengan situaciones de conductas agresivas en la escuela. Así motivado a ello, y a la violencia que manifiestan los niños en las escuelas surgió la necesidad de realizar este trabajo dirigido a todas aquellas personas interesadas en el tema como vía para contribuir con la educación venezolana al fortalecer la formación del hombre en el futuro.
El trabajo está estructurado en capítulos:
CAPITULO I
EL PROBLEMA
Planteamiento del Problema
La educación venezolana actualmente, experimenta fuertes transformaciones, por ello debe asumir retos transcendentales que le permitan cumplir con sus objetivos, siendo la formación integral del individuo el hecho más relevante que requiere especial atención. En este sentido, es necesario enfatizar que la educación inicial tiene un gran compromiso, por lo que la misma busca plantearse un fin único, como lo es garantizar el éxito educativo, promoviendo el aprendizaje y desarrollo del niño y niña entre cero y seis años, como seres sociales, personas y sujetos de derechos, participantes activos de su proceso de formación, miembros de una familia y comunidad que poseen características personales, sociales y culturales particulares.
Del mismo modo, el paradigma educativo de la educación inicial se inserta en un enfoque de educación y desarrollo humano continuo, con una perspectiva integral globalizado que vincula la Educación Inicial con la Educación Básica para darle continuidad y afianzamiento, siendo estos vínculos afectivos la base de la socialización y construcción del conocimiento.
Para ello, el Currículo de Educación Inicial (2005), se fija una serie de objetivos que van a contribuir con un óptimo desarrollo del proceso enseñanza y aprendizaje, entre los cuales cabe resaltar:
(a)propiciar experiencias de aprendizaje que permitan a los niños y niñas, fortalecer sus potencialidades para un desarrollo pleno y armónico para que sean autónomos, creativos, dignos, capaces de construir conocimientos, de comunicarse, participar en su entorno libre y la educación creativamente, cooperar y convivir con la tolerancia y respeto por los demás, (b) favorecer el desarrollo de la identidad de niñas y niños en respeto a su dignidad y sus diferencias individuales, sociales, económicas, culturales, lingüísticas y religiosas, (c) proporcionar oportunidades y condiciones para la integración a la
Educación Inicial a los niños y niñas en situación de riesgo y con necesidades especiales, (d) promover el desarrollo pleno de las potencialidades de la niña y el niño, para que puedan encarar con éxito la escolarización de la educación básica. (p.71).
Desde esta perspectiva, se plantea un currículo adaptado a los diferentes contextos económicos, sociales y culturales, una educación para incidir en elementos claves adecuada a la atención pedagógica y psicológica; en la cual se contemple la revalorización de los aspectos éticos y culturales, esto significa un currículo que va más allá de ser centrado en el niño o niña y en sus necesidades, para interesarse en el desarrollo del individuo como persona, pero también como sujeto social que se ubica dentro de una cultura determinada y que participa desde su diversidad. Por ello, los encargados de dirigir el proceso educativo, deben estar sometidos a múltiples aprendizajes producidos en los cambios de comportamiento, percepciones y motivaciones, que les permita adoptar diversas experiencias a su estructura cognitiva, así como asimilarlas para luego poder transferirlas a nuevas situaciones.
En este sentido, el docente como facilitador y mediador de aprendizajes requiere de una preparación constante, para adecuar las estrategias de enseñanza en el aula, a fin de orientar el desarrollo evolutivo del niño y niña desde temprana edad, pudiendo ser activado con el uso de estrategias innovadoras basadas el actividades lúdicas, las cuales a través de un proceso eficiente, flexible, de juego y diversión les permita elevar su formación desde un ámbito educativo y social.
Según, Einsiedler (citado por Matos, ob.cit.) afirma que la introducción del juego en los procesos de aprendizaje durante el desarrollo infantil contribuye a la salud emocional, y aún cuando el juego infantil puede ser libre de interés, tiene un objetivo mediato desde el punto de vista biológico y evolutivo.
Para garantizar el éxito de las actividades por el docente, es necesario conocer los patrones de conducta actuales de los niños; así como también las habilidades para incorporarse al grupo. Los niños deben estar preparados tanto física como emocionalmente para jugar, a fin de que disfruten de la actividad al máximo y por supuesto aprendan, porque precisamente los juegos pedagógicos son los encargados de transmitir conocimientos claros a los niños.
El juego pedagógico, según Read (citado por Matos, 2004), contribuye al logro de una integración armoniosa, es decir, ayuda a disminuir la agresividad porque cultiva en los niños sentimientos de amor, paz y amistad, propiciando la socialización entre ellos. Además, fortalece la autoestima; crea confianza en el niño, reforzando en él los sentimientos de aceptación a sí mismo y a los demás. Es así como desde el contexto pedagógico, se busca dar respuesta a las múltiples inquietudes que surgen con respecto al uso de estrategias lúdicas y su inherencia en el manejo de conductas agresivas, con la finalidad de que el entorno educativo se convierta en un generador de cambios para fomentar un nuevo orden social que requiere el país.
Por su parte, Alonzo (1993) explica: “…cuando un niño se siente mal puede reaccionar agresivamente, mostrar resistencia de ingresar a la institución o cometer pequeños hurtos. En este momento el maestro tiene que asumir una actitud consciente, no juzgarlo, criticarlo o expulsarlo de clase,…” (p.6). El docente cumple un rol de orientador, por ello debe estudiar las realidades que se presentan en el aula y actuar como un catalizador, siempre buscando el bienestar del niño, quien es el protagonista del acto educativo y considerado como el futuro líder de la sociedad.
De tal manera, es preciso que, el docente a través de estrategias lúdicas oriente al niño a practicar valores altruistas que favorezcan sus relaciones personales, evitando conductas agresivas. Igualmente, debe orientar a la familia a fin de evitar el maltrato al niño, y por el contrario que lo entienda y guíe.
Además Salcedo (1999), afirma que es necesario que el docente atienda al niño cuando manifieste conductas agresivas en el ámbito escolar, porque tienden a producirse comportamientos agresivos, sobre todo si el niño es ignorado por el maestro. Por ello, el docente cuando se le presentan situaciones de este tipo, debe establecer un plan de atención, incorporando una serie de estrategias lúdicas, que le permita al niño y niña expresar sus sentimientos, pensamientos, ideas y en especial las actividades que le gustaría realizar dentro del aula.
El docente en el acto educativo requiere asumir una actitud de orientador, que garantice la estabilidad emocional del individuo, considerando ésta parte primordial para el hombre. En tal sentido, en el Currículo Básico Nacional de Educación Inicial (ob. cit.), modelo de normativas, con relación al perfil del docente del nivel inicial señala en la dimensión pedagógica-profesional referida a los pilares del conocimiento “aprender a conocer”, “aprender a hacer” y “aprender a convivir”, la necesidad que presenta el docente de contar con el uso de estrategias lúdicas eficaces para el manejo de las conductas agresivas, así como también las habilidades para ejecutarlas donde le proporcionen al niño y niña, un ambiente seguro y favorable, a fin de cubrir los requerimientos en el área física, social, emocional, intelectual y educativa.
No obstante, en Venezuela los estudios de violencia según Villalobos (2002), son muy comunes en los años iniciales de los niños, esta problemática no ha recibido atención importante por parte de los investigadores y actores del hecho educativo. Se sabe referencialmente que en muchos preescolares se registra diariamente incontables hechos de violencia protagonizado por los niños que asisten; considerando el mencionado autor que “en una gran mayoría de los casos escapan de la gestión pedagógica del docente, no encontrando las estrategias adecuadas para el control de las conductas agresivas en los niños” (p.18)
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