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Mauricio Jimenez Carnero Perspectivas y visiones


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2017  •  Apuntes  •  786 Palabras (4 Páginas)  •  177 Visitas

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Mauricio Jimenez

Carnero

Perspectivas y visiones

Carnero

Las brasas subían tan alto con un baile pagano que formaba remolinos de rojo y naranja suave. El aire frio silbaba en las puertas y ventanas. La piel se helaba y en el viento venia el olor a antiguos ayeres nostálgicos. En el hoyo hecho de ladrillos rojos, se guardaban grandes pencas de maguey ya cocidas, y el carbón al rojo vivo.

En el patio trasero se formaban unas cuantas cuerdas en el centro y en un extremo había cubetas vacías, y cerca de estas; una llena de agua. Entre la puerta y la ventana cerca de estas cubetas, había una pala sucia recargada encima de una escoba que se atoraba en la pared donde colgadas; yacían tres herraduras oxidadas.

La puerta entreabierta tenía su boca totalmente oscura y de la ventana solo salía un pequeño brillo de un foco lejano. Delante de esta pared, estaba el patio, y más adelante estaba el granero. En la viga de la puerta totalmente abierta, había tres cuerdas gruesas que esperaban a cargar un pesado sentimiento de culpa. Dentro del granero había dos botes enormes al revés, encima de ellos se disponían cuchillos de diferentes grosores y tamaños. Una cubeta estaba lista entre estos dos botes para el desperdicio que resultará de aquella tarea laboriosa. Al lado del granero un pasillo se extendía a la calle, un pasillo tan largo que los arboles ya habían hecho un túnel a todo lo largo del pasillo.

El silencio se rompió cuando entro por ese pasillo, amarrado de una cuerda por el cuello, un borrego negro. Se resistía a los tirones del hombre que sostenía la cuerda y trataba de liberarse jalando y lanzándose hacia donde pudiera escapar. El destino que le esperaba era desconocido para él, pero jalaba como si supiera lo que le pasaría. Fue arrastrado lastimosamente por el pasillo. Su lucha parecía eterna.

El hombre llevo al borrego delante de la viga del granero y cuando este dejo de jalarlo; el borrego se desplomo en el pasto y agacho la cabeza. Pareciese que al final, después de su lucha por irse; se resignaba a su destino imparable. Se resignaba a morir allí.

El hombre quito la cuerda del cuello del animal y este siguió tumbado, con la mirada seca. Llegaron otros tres hombres y uno de ellos tomo una cuerda que estaba en el centro del patio, hizo un nudo corredizo, y lo coloco en una de las patas del animal. Su agilidad con las cuerdas era pretexto de su edad, y su mirada neutra, era pacífica. Llevo el nudo corredizo a la pata trasera y ato las restantes en un nudo que parecía abrazar de manera dulce sus patas. No presentaba resistencia. Fue arrastrado más cerca de la viga, miraba las cuerdas con indiferencia y respiraba normalmente.

Un hombre lo tomo de las patas, otro del lomo, y un tercero abrazo su cuello colocando debajo de este un cazo no muy hondo. Tomo un cuchillo y tentó el cuello del animal con dos dedos. El chorro rubí bajo desde las manos del hombre y llego al cazo extendiéndose como un globo. El fuego crepito de furia y el aire se detuvo por un momento.

Su mirada se perdió, sus patas dejaron de moverse y sus orejas perdieron toda gracia juvenil. Su pulso se detuvo y entre las voces se escuchaban suspiros y alientos largos.

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