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Mediar En Las Relaciones Presenciales


Enviado por   •  4 de Enero de 2013  •  1.713 Palabras (7 Páginas)  •  346 Visitas

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Mediar en las relaciones presenciales

Para Daniel Prieto (2009,p.65) estar entre y con los otros no es sencillo, aunque resulte la cosa más natural del mundo. Como siempre estamos entre y con otros, parecería que educar no es cosa del otro mundo, cualquiera podría hacerlo con un poco de habilidad, de capacidad de comunicación. Pero no es lo mismo estar entre y con los otros para intercambiar alguna información, para pasar el rato, que hacerlo en dirección a la promoción y el acompañamiento del aprendizaje.

El estar con los otros requiere una mediación pedagógica expresada en la mirada, la corporalidad, el manejo de los espacios y de la palabra, la concepción del aula o de la situación grupal como una situación de comunicación, la interlocución y la escucha, la preparación de experiencias pedagógicas decisivas, la colaboración en la construcción de la voz de cada uno de quienes participan en el acto educativo.

La tarea de mediar no se resuelve en alguna clase dictada a toda velocidad, o en contactos esporádicos con los estudiantes. Estamos ante una práctica que requiere una inversión de energía tan rica como la proyectada por un artista en la creación de su obra.

Como lo manifiesta Daniel Prieto (2009, p.66) madurez en el sentido de ser dueño de uno mismo, de no andarse chocando con el lenguaje, de no adoptar una posición rígida detrás del escritorio, de tener la suficiente plasticidad como para moverse en el espacio donde todos trabajan, de mantener permanentemente viva la tensión del aprendizaje, en el hermoso sentido de ese término.

La mirada

Según Daniel Prieto (2009,p.66) hablar con alguien es, en primer lugar, hablar con su mirada. Aún cuando ese alguien sea plural y estemos frente a cien o doscientas personas, es posible llegar a los ojos en un esfuerzo de comunicación.

No cualquier mirada, entonces, sino una mirada serena, llena de energía y de vida, ligada al goce y al entusiasmo por lo que se está aprendiendo; al entendimiento mutuo, a la risa, a esa corriente de juego propias de las pupilas.

La palabra

Para Daniel Prieto (2009, p.67) así como la mirada se dirige a alguien explícitamente para personalizar, de la misma manera nos toca trabajar con la palabra. Una palabra cargada de sentido y de vida, sabia en la información trabajada, y sabia en el conocimiento de aquellos a los cuales se dirige.

La palabra puede servir para discriminar y excluir, tanto por su incapacidad de llegar a todo el grupo, como por las oleadas terminológicas lanzadas sin ninguna mediación.

Necesitamos en esta tarea de mediar, de toda la riqueza del lenguaje, por lo tanto nos toca apropiarnos de sus posibilidades para jugarlas con belleza, eficacia y a la vez precisión. Un buen educador debería leer mucha literatura, debería alimentarse de bellos ejemplos, de construcciones preciosas del lenguaje. No sólo para llevar tales ejemplos al aula, sino para templar el instrumento a fin de convertirlo en un elemento de goce y de encuentro.

La escucha

Daniel Prieto (2009, p.68) la escucha supone la atención y la comprensión, una mirada atenta, tomar notas, el recuerdo de algo para recuperarlo dos ó tres días más tarde y enriquecerlo desde una nueva mirada. La escucha es el puente precioso para facilitar la interlocución. Cuando alguien no escucha, y requiere sólo respuestas para salir adelante en una línea infinita, está dejando de lado uno de los elementos más hermosos de la relación educativa, como es el diálogo. Dialogar no es sólo decirse palabras, es también escucharse, alternar silencios y mantener y sostener una atención en torno a lo construido por más de una voz.

Escucha para todos quienes se involucran en un acto educativo, y no sólo concentrada en los más brillantes, o en quienes ganan la palabra incluso con alguna prepotencia. Escucha sentida, no es cualquier ruido que llega a nuestros oídos, es la palabra de otro ser humano en el intento de profundizar en su aprendizaje, y esto merece la atención y el respeto de todos quienes se involucran en el acto educativo.

El silencio

Para Daniel Prieto (2009, p.68) la escucha obliga el silencio. Hay estudios que reconocen un crecimiento cada vez mayor en los ruidos en establecimientos educativos. No sólo del contexto, sino también los producidos al interior del aula, en espacios donde cada vez se grita más.

Hay momentos en que en un espacio de trabajo, cuando todos están concentrados en su tarea, se genera un silencio maravilloso: el de quienes persiguen con firmeza un concepto, el de quienes están construyendo para sacar adelante su aprendizaje. Escucha y silencios, elementos preciosos de mediación pedagógica, que, logrados, van dando al ambiente una intensidad distinta de los gritos, las vociferaciones, o los intentos de entusiasmar a golpes de dinámica de grupos.

La corporalidad

Como lo manifiesta Daniel Prieto (2009, p.69) en un espacio de aprendizaje hay cuerpos, el de cada uno de quienes se involucran en el acto educativo. La corporalidad es también un maravilloso recurso de mediación pedagógica y de aprendizaje. No hacemos referencia aquí a aquello del maestro-actor. Pero no es lo mismo alguien atrincherado detrás de un escritorio, o sujeto a una silla, que una persona con la flexibilidad

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