Medios Comunicacion Alternativos
luismtorrez2 de Mayo de 2014
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MEDIOS DE COMUNICACIÓN COMUNITARIOS Y ALTERNATIVOS: ¿LA
TRANFORMACIÓN SOCIAL IMPOSIBLE?
Por Andrés Garrido
Resumen:
Los medios de comunicación alternativos y comunitarios se encuentran en pleno
desarrollo, presentando interrogantes acerca de su capacidad para producir
transformaciones sociales profundas.
El siguiente ensayo plantea una definición universalmente aceptable de medios
alternativos y comunitarios, incidiendo en sus diferencias.
Con significativos ejemplos, se analizan aspectos clave referentes al registro legal, la
organización interna y el financiamiento que mediatizan la capacidad de este tipo de
medios para transformar la sociedad.
La conclusión es que solamente incrementando la participación protagónica de la
comunidad de receptores de la información y, consecuentemente, socializando los
espacios de dirección, habrá posibilidades de forzar transformaciones sociales, políticas
y económicas.
Palabras clave: medios alternativos, medios comunitarios, transformación social, Orsai,
medios en Venezuela.
1El siguiente ensayo explora en qué medida los medios de comunicación alternativos y
comunitarios pueden operar transformaciones sociales. Se propone, en primer lugar, una
definición de medios alternativos y comunitarios universalmente aceptable, pues se
observa cierta confusión en estos ámbitos y conviene delimitar el marco antes de iniciar
el análisis.
Una vez aclarado esto, se examinarán ejemplos de medios que han afrontado de
manera diferente similares problemáticas de tipo legal y político. El análisis de ejemplos
persigue establecer qué aspectos de tipo legal, organizativo y económico mediatizan, y a
veces anulan, la capacidad de los medios alternativos y comunitarios para cambiar la
sociedad.
HACIA UNA DEFINICIÓN
Si “definir que entendemos por comunicación equivale a decir en que clase de sociedad ́ ́
queremos vivir” (Kaplún, 1998: 63), entonces resulta esencial aclarar qué estamos
significando cuando hablamos de medios de comunicación.
Para no entrar en debates estériles, lo mejor será recurrir al diccionario de la
Real Academia Española de la Lengua (RAE) para, una vez establecido el contenido
semántico, ensayar una definición de los medios de comunicación alternativos y
comunitarios que trascienda el debate ideológico.
Según el diccionario de la RAE, un medio de comunicación es un “órgano
destinado a la información pública”.
Atendiendo a las definiciones que el mismo diccionario proporciona de
“órgano”, “información” y “público”, podemos decir que un medio de comunicación es
2un órgano, id est, una publicación periódica que expresa la posición y directrices
ideológicas de un partido u organización con el fin de informar –es decir, de dar noticia
de algo– al común del pueblo.
Descartamos la concepción del medio de comunicación como un mero “medio o
conducto que pone en comunicación dos cosas”, ya que los llamados medios de
comunicación de masas se caracterizan por la unidireccionalidad del mensaje. Su
función principal sería la transmisión al pueblo de determinados mensajes elaborados
y/o seleccionados por un determinado grupo económico y/o político. Por ello, cada vez
más periodistas y académicos se refieren a los medios de comunicación como meros
“medios de transmisión y/o difusión de mensajes”.
Continuando con nuestras aclaraciones de la mano de la RAE, encontramos
como alternativo aquello que, “en actividades de cualquier género, especialmente
culturales, se contrapone a los modelos oficiales comúnmente aceptados”.
Así, un medio de comunicación alternativo sería una publicación periódica que
expresa la posición y directrices ideológicas de un partido u organización con el fin de
dar noticia de algo al común del pueblo desde una perspectiva contrapuesta a los
modelos oficiales comúnmente aceptados.
De acuerdo con las definiciones que el diccionario proporciona de “comunitario”
y “comunidad”, encontramos que un medio de comunicación comunitario sería aquel
órgano que expresa la posición y directrices ideológicas de un conjunto de las personas
de un pueblo, región o nación, así como al conjunto de personas vinculadas por
características o intereses comunes; con el fin de informar al común del pueblo, ya sea a
los miembros de la comunidad o a otras personas que reciban el mensaje transmitido.
Hemos utilizado una definición restrictiva de “comunidad”, ya que no hemos
considerado a las congregaciones de personas que viven unidas bajo ciertas
3constituciones y reglas, por considerar que éstas son susceptibles de representar
intereses y visiones particulares y homogéneas, que se identificarían con las de los
medios no comunitarios.
La diferencia entre los medios alternativos y los comunitarios se encontraría,
según esto, en aquellos que elaboran y difunden el mensaje: en el caso de los
comunitarios, los miembros de una comunidad –en el sentido antes señalado, con su
carga de heterogeneidad–; en el caso de los alternativos, organizaciones que, aunque
defiendan una perspectiva contrapuesta a la oficial, no por ello dejan de representar
visiones particulares –en el sentido de privadas, no públicas.
Analizaremos ahora medios de comunicación que, en distintos ámbitos y tiempos, se
sitúan a la vanguardia frente a los medios de comunicación masivos.
Estableceremos, por un lado, en qué medida se les puede considerar alternativos
o comunitarios. Para ello, examinaremos su esquema de funcionamiento interno y forma
de registro, reseñando, cuando fuere pertinente, las contradicciones.
Por otro lado, evaluaremos la capacidad de transformación social de estos
medios, en función de su repercusión. Somos conscientes de que esto es difícil de
establecer con exactitud, por lo que nos centraremos en la lectoría, la respuesta del
Estado y de los medios masivos ante estas propuestas mediáticas y el surgimiento de
iniciativas que sigan su ejemplo.
DOS REVISTAS Y UNA RADIO
Las revistas mensuales Ardi Beltza y Kale Gorria surgieron a principios del milenio, en
un contexto de ilegalización de partidos políticos, organizaciones sociales y medios de
4comunicación en el País Vasco español, con consecuencias de diverso tipo hasta el
presente.
Tras el cierre judicial en Julio de 1998 del diario vasco Egin (abierto en 1977
con aportaciones populares)1
, un grupo de periodistas procedentes del medio clausurado
crearon la sociedad limitada Arakatzen, que sacaría a la luz la revista de investigación y
denuncia social Ardi Beltza, con la intención de elaborar y publicar información que,
por su carácter política y socialmente controvertido, no era cubierta por los medios de
comunicación de masas españoles.
La revista se distribuía por envío postal a los suscriptores y el primer número vio
la luz en febrero de 2000. En un año, Ardi Beltza alcanzó una tirada de 14.000
ejemplares y se distribuyó en España, Europa y América Latina, aunque la mayoría de
lectores residían en el País Vasco y Catalunya. Se publicaban 12 números anuales y un
libro de investigación periodística cada tres meses. Los ingresos se completaban con
venta de libros en ferias y de materiales adicionales, como ropa, calendarios etcétera.
Los reportajes de investigación de Ardi Beltza atacaban los intereses económicos
y políticos de los grandes grupos de prensa, así como de personas ligadas a la política y
el narcotráfico, la banca, las fuerzas del orden y la monarquía española.
Pronto se desató una campaña desde los grandes grupos de prensa, radio y
televisión y desde el Ministerio del Interior español para vincular la revista y a su
director, Pepe Rei, a Euskadi Ta Askatasuna (ETA), que figura en la lista de
organizaciones terroristas extranjeras del Departamento de Estado de los Estados
Unidos.
1 Sería largo y fuera de propósito examinar este contexto en detalle y no vamos a hacer
aquí una valoración de las razones jurídicas y políticas envueltas. El cierre judicial fue
cautelar. Se acusaba a la publicación de servir de apoyo al terrorismo, por un lado con la
presunta publicación de mensajes cifrados y, por el otro, fomentando el odio. Después
de dos años se autorizó la reapertura de Egin, pero las rotativas estaban fuera de servicio
y la deuda acumulada era inasumible por la empresa editora; además, el diario Gara
había ocupado el nicho de mercado de Egin.
5Un video, titulado “Periodistas, el negocio de mentir”, realizado y distribuido
por la revista y donde se detallaban los intereses económicos de los principales grupos
mediáticos del país, fue utilizado judicialmente para acusar a Ardi Beltza de “señalar”
objetivos a ETA, ya que algunos de los periodistas que aparecían
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