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Muerte de Crustian


Enviado por   •  24 de Abril de 2018  •  Ensayos  •  815 Palabras (4 Páginas)  •  109 Visitas

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Dicen que varios tragos es la vida y uno solo pero brutal es la muerte, el hecho es que esa muerte brutal se presentó desprovista de cualquier piedad; sorda a los lastimeros llantos de su mujer pero sobre todo apresurada, monstruosamente apresurada porque el dolor esperado, no menos cruel pero sí temerosamente aguardado, es la muerte de uno de los padres pero hoy despedimos al hijo y es la madre, la esposa, los hermanos y los hijos quienes han desbordado sus ojos de dolor de muerte.

He visto hoy a Gladys y cuando abracé su infinita tristeza de madre vi su ojos, supe ese momento que los hijos, cuando adelantan el viaje hacia el otro dado del silencio a su madre, antes de irse definitivamente, se quedan a vivir en sus ojos de la madre el lapso imprescindible para que las lágrimas maternas bañan por última vez el alma del hijo que se marcha. Entonces las pupilas de la madre son las ventanas por las que se asomará postreramente el alma del hijo para despedirse de una vida tan brutalmente corta que, además, se encontró demasiado temprano con una muerte tan celosamente repentina que no le permitió tiempo de avisar a todos a quienes amaba que debía partir, por eso la muerte de Cristian nos llegó tan sin aviso que hasta ahora esperamos que se habrá cualquier puerta y de ella salga él sonriendo a brindarnos su abrazo de siempre.

Hoy sé que es verdad que el amor es un sentimiento tan maravilloso que tiene la magia de convertir dos almas en una, lo supe desde ayer Edwin, cuando me llamaste y me hablaste con tu voz de hermano para contarme tu dolor, ayer supe que al igual de a mi queridísima comadre Gladys a quien el alma se le había despedazado de dolor, una parte de tu alma también estaba rota, irreparablemente rota porque el tiempo no te permitió terminar por completo de tejer con él esa extraña red de amistades y solidaridades que es la complicidad del amigo sincero.

Gladys, nunca creas a la vida ni a la muerte cuando te digan que Cristian ya no está, tiende tus manos al mundo y cuéntale a la vida que cada surco que el tiempo ha tallado en tus manos guarda la memoria del niño que acariciaste tardes enteras cuando aprendía a hablar con tu nombre, tus manos de madre tienen hoy más que nunca la memoria de la humedad de las lágrimas que secaste del niño que solamente al oír tu voz que le decía -tranquilo pequeño mamá nunca de dejará-  se consolaba en tu regazo.

Aunque el dolor te suponga la única doliente de esta romería desgarradora, junto a ti, en esta procesión de dolor está Anita, la compañera que tu hijo eligió para su vida, sin saber que el padre del universo seguramente guardaba un amor tan celoso e inconmensurable para con él que con Cristian también se llevó de un solo ramalazo cruel al compañero y marido de la nostálgica Anita, al amigo de Andrea que esperaba sus quince años para bailar con el hombre bueno que le enseñó que los afectos se siembran todos los días, también al amigo paciente de Jéremi a quien le enseñaba la urgencia de hacer todas las cosas con amor para mejorar este mundo que no entiende bien a los buenos, pero también se llevó al hombre al que Erik aprendió a llamar papito y al que solamente en sus sueños de ángel chiquito puede convocar para pedirle que juegue con él otra vez al oficio de ser la paz de una familia que estaba aprendiendo el difícil oficio de sobrevivir ahora que solamente los abraza nostalgias y soledades.

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