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Multiculturalismo Mexicano

mackk18 de Noviembre de 2014

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El multiculturalismo mexicano: continuidad del indigenismo del siglo XVI hasta nuestros días

– 20 marzo, 2012Publicado en: Filosofía en México y en Latinoamérica, Número 1, Publicaciones Destacadas

Con gran conocimiento de causa y una incisiva crítica que desmonta conceptos arraigados en el usual discurso de la corrección política, Ana Mónica Hernández nos presenta su perspectiva del discurso indigenista y la diversidad cultural. A juicio de nuestra autora, el indigenismo ha pretendido la integración de un único estado nación que ha retratado un pasado indígena de proporciones chovinistas. En segundo lugar, se nos presentan con claridad las diferencias entre el concepto mencionado y el de multiculturalismo. Finalmente, se nos presenta un balance que muestra los vínculos entre ambos conceptos y se tratan de vislumbrar posibles vías para la construcción de un discurso acorde a las exigencias del siglo XXI.

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Alumno: Ana Mónica Hernández Pichardo

Colegio de Filosofía

Materia: Filosofía en México

Profesor: Luis Aarón Patiño Palafox

Resumen

Con gran conocimiento de causa y una incisiva crítica que desmonta conceptos arraigados en el usual discurso de la corrección política, Ana Mónica Hernández nos presenta su perspectiva del discurso indigenista y la diversidad cultural. A juicio de nuestra autora, el indigenismo ha pretendido la integración de un único estado nación que ha retratado un pasado indígena de proporciones chovinistas. En segundo lugar, se nos presentan con claridad las diferencias entre el concepto mencionado y el de multiculturalismo. Finalmente, se nos presenta un balance que muestra los vínculos entre ambos conceptos y se tratan de vislumbrar posibles vías para la construcción de un discurso acorde a las exigencias del siglo XXI.

Texto

Durante la segunda mitad del siglo XX surgieron en todo el mundo múltiples movimientos sociales los cuales se autodenominaron “Globalifóbicos” o en contra de la Globalización económica.[1] Derivado de éstos, se generaron movimientos culturales de reivindicación (en su mayoría pueblos indígenas latinoamericanos) que apelaban al reconocimiento de sus derechos colectivos, autonomía, identidad y una participación más justa en la economía y las políticas implementadas por los Estados Nación.

En respuesta a estos procesos, se intensificaron los estudios sobre diversidad cultural, principalmente en países como Canadá y Estados Unidos, caracterizados por su creciente aceleración en las relaciones interculturales y movimientos migratorios, surgiendo así la escuela multiculturalista.

El multiculturalismo como ideología contemporánea, busca dar respuesta a las problemáticas generadas por la diversidad cultural en los Estados nacionales. Sin embargo, considero que en México no ha sido éste su enfoque primordial pues, al parecer, se ha establecido como un neo-indigenismo con tintes conservadores[2] cuyos orígenes se remontan al siglo XVI.

El presente trabajo tiene como objetivo mostrar la forma en que el multiculturalismo mexicano no está respondiendo a las problemáticas que surgen de la diversidad cultural contemporánea y, en cambio, se ha detenido en viejas controversias que parecían haberse superado a inicios del siglo XXI.

Consideramos que este trabajo puede aportar algunas críticas y reflexiones que enriquezcan la formación de los nuevos estudiosos del multiculturalismo en México y así evitar caer en un nuevo indigenismo que, como se verá en este ensayo, no es más que un fantasma incómodo del México contemporáneo.

Para este fin, el trabajo se ha divido en tres apartados. En el primero, se hace un recuento del indigenismo en México, sus orígenes y sus papeles más representativos en las distintas etapas históricas. En el segundo apartado, se expone la teoría del multiculturalismo como una ideología liberal que surge con una idea democrática de los Estados Nación modernos. En tercero, se describe la forma en que el indigenismo ha permeado al multiculturalismo mexicano y las limitaciones que esto genera. Por último se presentan algunas conclusiones y reflexiones sobre el tema.

El indigenismo: fantasma latente en la historia de México

El término indigenismo de acuerdo con Luis Villoro (1987) es; “[…] aquel conjunto de concepciones teóricas y de procesos concienciales que, a lo largo de las épocas, han manifestado lo indígena”.[3] Sin embargo, no siempre se ha definido de la misma manera, pues su conceptualización depende del momento histórico en el que el indigenista aparece plasmado.

No obstante, existen características básicas que sientan premisas para definir la silueta del indigenista y así poder aproximarnos a su emergencia, consolidación y variación en el tiempo:

- El indigenista tiene la peculiaridad de que no suele ser indígena.

- Se aboca al estudio y comprensión de las culturas indígenas y su valoración, cuestionando así el etnocentrismo occidental y los prejuicios sobre aquellas.

- El indigenista se adjudica un rol de protector y preservador de las culturas indígenas, al mismo tiempo que pretende integrarlas a un proyecto nacional unificado.

Las primeras manifestaciones de indigenismo en México se remontan al siglo XVI con los frailes de las órdenes mendicantes[4] que llegaron a la Nueva España con el propósito de evangelizar a los indios. Éstas pretendieron la salvación de los indígenas a través de la conversión al catolicismo basado en el aprendizaje de sus lenguas y en un diálogo intercultural. Igualmente, cuestionaron la dominación española sobre éstos pueblos y defendieron el mantenimiento de formas como la República de indios en la cual los lugares poblados por indígenas debían de ser respetados en sus gobiernos tradicionales para mantener así la “pureza” e “inocencia” de estas comunidades, pues concebían al indígena como un ser bueno per se y alejado del pecado.

Entre sus representantes principales destacaron; Francisco de Vitoria[5], Fray Alonso de la Veracruz y Fray Bartolomé de las Casas.

En su Relectio de Indis o libertad de los indios, Vitoria menciona:

[…] como se dice en la ley del Digesto, la naturaleza ha establecido cierto parentesco entre los hombres. Por donde va contra el derecho natural que un hombre aborrezca sin razón a otro hombre. Pues no es un lobo el hombre para el hombre, como dice Plauto, sino hombre…[6]

Asimismo, Fray Alonso de la Veracruz creía que los regímenes considerados tiránicos por los españoles podrían no serlo para los indios, cuestión que no los convertía en irracionales, añadiendo en su defensa que;

[…] el dominio de un pueblo siempre estuvo desde el principio en el pueblo mismo, y nunca fue cosa derrelicta. Y si tenía un señor, como éstos tenían uno a modo de rey y superior, y otro señor bajo aquél, no pudo haber justicia en el ocupante; porque, si lo ocupó por la fuerza y aun por la guerra, entonces fue necesario que la guerra fuera justa, la cual no puede ser justa por parte de un hombre particular que ocupa.[7]

En estos argumentos, podemos ver la primera defensa indigenista basada en el proteccionismo que puso en tela de juicio la legitimidad de la guerra de conquista y la dominación española sobre los pueblos indígenas americanos. Estas polémicas se mantienen durante la época colonial de los siglos XVII y XVIII, donde surgen diversas reflexiones sobre el sujeto indígena y sus derechos patrimoniales que habían sido ignorados por la Corona española.

Para inicios del siglo XIX emerge un nuevo papel indigenista, el criollo[8] independentista, que en aras de representar una identidad diferente a la peninsular, “[…] empieza a arraigarse a una idea de que la Nueva España es una patria para los nacidos en América, criollos, indígenas y mestizos, y no para los europeos”.[9]

David Brading, denomina el “patriotismo criollo” como rasgo distintivo de este indigenismo histórico liderado por Fray Servando Teresa de Mier;

El republicanismo y patriotismo criollo fueron las dos principales fuerzas ideológicas que orientaron y motivaron los movimientos de independencia, tanto en 1808 con el ayuntamiento de la ciudad de México, como en 1810 con el movimiento de Hidalgo y posteriormente Morelos.[10]

Un siglo después, el indigenismo generado en la pos-revolución buscó declarar el pasado indígena como forjador de la patria. Personajes como Manuel Gamio y Guillermo Bonfil Batalla, plasmaron las ideas en la construcción del nacionalismo mexicano del siglo XX. Estos principios, basados en la exaltación de los grandes imperios prehispánicos como el maya y el mexica, se establecieron en dichas culturas como la esencia madre de todos los mexicanos.

Estas ideas fueron difundidas a través de la educación pública. También en este siglo se construyó el Museo Nacional de Antropología con el afán de mostrar la grandeza de los pueblos originarios de México, siempre con intenciones de mostrar lo autóctono a un público extranjero.

Paradójicamente, se llevaban a la par proyectos asimilacionistas y eugenésicos,[11] en los cuales se pretendía integrar al indio vivo (no al del pasado glorioso) a la modernidad y al progreso que encabezaba la imagen del mestizo. [12]

[…] Si deja de considerarse, como hoy lo hace biológicamente inferior al blanco, si mejoran su alimentación,

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