No oyes ladrar los perros, Juan Rulfo

Universidad Central del Ecuador

Facultad de Comunicación Social

“No oyes ladrar los perros”

Juan Rulfo

Juan Rulfo, escritor mexicano que entiende el impacto de las palabras y coloca la voz de la conciencia común de los ciudadanos de México en su destreza literaria, cuyo objetivo es reconocer a los pobres y oprimidos de una manera común en su colección de relatos “El llano en llamas”, de la cual se centra en su cuento realista “No oyes ladrar los perros” y, presenta en cinco páginas una tragedia desgarradora que consigue plasmar con máxima sencillez un ambiente nocturno, desolado, sin caminos y, sin ruido al estar por un desierto, le da al lector una idea del México rural; donde un padre viejo lleva sobre sus hombros a un hijo criminal que está herido, va a la luz de la luna, rumbo a un pueblo en el cual espera hallar atención médica para su hijo; el escritor, juega con las tres voces narrativas que permiten una mejor apreciación de las circunstancias, donde junto a los dos personajes se da una conversación y el narrador describe la situación de este relato, durante su viaje nocturno a Tonaya, un pueblo detrás del cerro.

El padre lleva a su hijo Ignacio en sus hombros porque está herido y necesita un médico, el peso del cuerpo de su hijo cansa al padre e impide ver y oír su entorno, por eso él depende de Ignacio y le pregunta si no oye ladrar los perros de Tonaya; pero Ignacio, al estar mal herido y, a punto de desmayarse no oye ni ve nada; lo único que expresa es su sed y sueño; el padre se dirige a Ignacio por medio de apóstrofes y con un monólogo, que logran llamar la atención del lector, expresa sus sentimientos tan humanos y crueles al sentir vergüenza de su hijo y reniega que tenga su sangre y abandona el tono de un padre agobiado por la fatiga y el sufrimiento del hijo y, cambia radicalmente la entonación y se da una indignación que lo sobrecoge, renuncia al tú de ambiente familiar y, utiliza el usted convirtiéndose en un juez por medio de reclamos, recuerdos de su madre fallecida y niñez; todo esto logrado por la utilización de la retrospección y, llega al punto en que su hijo solloza y unas gotas gruesas como de lágrimas caen sobre su cabeza , siente el cuerpo de su hijo balancearse de un lado al otro, ya sin fuerzas; el autor logra con pocos pero precisos recursos literarios como: adjetivaciones, comparaciones y sinestesias sentir esta conexión hasta llegar al clímax del relato.

Rulfo con un lenguaje muy cercano y cotidiano es concreto con las características más abstractas que pueden existir en un cuento y, se muestran generalmente por sentido figurado en el cual participan cosas muy cercanas como el ladrido de perros, de heridos, de campo, de un pueblo, de muerte, de lo bueno y lo malo; muestra dos personajes humildes y con simplicidad de medios expresivos logra dramatizar una situación profundamente trágica y humana que llevan a imaginar lo herido que un padre puede estar para excluir y maldecir a su propio hijo y, a la vez conseguimos apreciar el amor eterno que le lleva a ese mismo padre a atravesar los límites físicos para salvar a su hijo al tener una leve esperanza de llegar con él hasta el destino; de pronto observa el reflejo de los techos de las casas y se recuesta, logra escuchar ladrar a los perros como significado de haber llegado a Tonaya y, tiene a su hijo, que ya ni siquiera habla, tendido frente a una casa del pueblo; en este momento él cumple con su tarea, cumple con la promesa a su mujer, con su deber de padre y con su conciencia, lo que lo libera y le permite conectarse de nuevo con el mundo y, consigue oír a los perros del pueblo. Esto se muestra claramente en una de las frases finales del cuento, donde el padre, después de soltar a su hijo le dice “¿Y tú no los oías, Ignacio? —dijo.

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