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Nsayo De La Comunidad De Cuentepec


Enviado por   •  20 de Marzo de 2014  •  1.641 Palabras (7 Páginas)  •  232 Visitas

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Un aire ligero y alegre escapa del asfixiante ruido de la ciudad para irse a refrescar al rincón secreto de un río milenario. Tembembe lo llaman. Cuando el silencio embriaga las barrancas que acurrucan al río, se puede oír al agua clara y cristalina susurrar las leyendas de los pueblos antiguos que alguna vez vivieron del otro lado del cerro. Es un canto en lengua antigua, en lengua azteca, que dejaron los antepasados impregnado en el eco de las tupidas paredes verdes de las barrancas que rodean al río; una melodía dulce y suave que sólo aquellas personas que tienen el don de la palabra sagrada pueden entender.

Afortunadamente ese canto nahuatlaca se ha conservado también en la lengua de quienes viven justo arriba de los dominios del río Tembembe; una comunidad que había permanecido aislada del “progreso y la civilización” por más de cinco siglos: Cuentepec.

Cuentepec es una de las cinco comunidades indígenas en Morelos de habla náhuatl con aproximadamente tres mil habitantes. Ubicado a ocho kilómetros de Xochicalco y al sur oeste del Valle de Cuernavaca, este rincón de calles empedradas, de casas abiertas de zacatón amarillo y adobe, aún conserva lo que muchos mexicanos añoran encontrar en el día de muertos, en un 16 de septiembre o en el día de la Virgen de Guadalupe: su identidad cultural.

Etimológicamente, Cuentepec viene de kuémitl, surco y téptl, cerro, que significa surco o camino en dirección del cerro. Y efectivamente, al llegar al territorio xochicalca, uno puede ver con esplendor los cerros que rodean al pueblo y que cansados, caen con sus faldas hacia las barrancas. Influenciados por el pensamiento católico, se cuenta que Kuentepetzin viejo se fundó en el cerro que se encuentra del otro lado del río Tembembe, pero Sebastián y Miguel, dos pobladores de Kuentepetzin decidieron irse a vivir a la loma más grande que cruzaba el río. Todos los demás pobladores los siguieron y juntos fueron formando al nuevo Cuentepec. Es por ello que veneran a Sebastián y Miguel como santos y cada año les hacen su fiesta. A San Sebastián en enero y a San Miguel en septiembre.

Hace poco más de diez años, la pesadumbre del asfalto sobre los caminos polvorosos que unían vagamente al pueblo con Xochicalco y Tetlama, marcaron para siempre el destino de Cuentepec. Gracias a esa carretera ahora se puede ir y venir a Temixco en un solo día y pueden ir a vender sus chiles, tomates, cebollas y cal para nixtamal al mercado de Temixco y Tetlama. Y ante cualquier emergencia médica salen corriendo a otros poblados y ya no dependen del precario centro de salud. Pero con ello también los camiones, los turistas curiosos y los proyectos sociales gubernamentales tuvieron entrada.

Muchas personas, atraídas por la casi intacta herencia prehispánica que se respira en las calles, llegan a Cuentepec e influyen de manera directa e indirecta en la vida cotidiana del lugar. Antes de la apertura de la carretera, 100% de los habitantes hablaba náhuatl y en su mayoría era monoligüe. Hoy en día, se ha reducido a 95 % y la mayoría es bilingüe.

―Todos los niños hablan náhuatl desde pequeños porque sus padres y sobre todo sus abuelos les enseñan ―comenta Ismael Jiménez, un joven orgulloso de sus raíces y consciente de la importancia de la conservación de su lengua materna.

Con la mirada profunda, su tez acanelada y una melancolía atravesada en su garganta el joven ha presenciado cómo el español comienza poco a poco a tomar el lugar del náhuatl.

―Pero también hay gente que ha comenzado a dejar de hablar el náhuatl. Que porque les da pena, que porque es mejor el español, que porque ya no lo enseñan en la escuela… ―suspira con singular preocupación.

Text Box:Sin embargo a primera vista del visitante extranjero, esta realidad parece no presentarse cuando uno va caminando entre las calles y escucha a la gente hablar en náhuatl. Las mujeres con su rebozo gris, sandalias de piel y su colorido vestido tableado que contrasta con su blusa de encajes y su delantal a cuadros, salen a los mandados y comúnmente hablan entre ellas náhuatl. Pero si uno observa con atención, se percata del paseo despreocupado de una que otra jovencita o joven con jeans, camisa con estampados en inglés y tenis. En las paredes de las tienditas están pintados en español los nombres de “Pollería”, “Tortillería”, “Abarrotes Lucy”, e incluso las casetas de teléfono Telmex dan por hecho que todos leen el castellano y por ello su publicidad está en español. Es entonces cuando uno comienza a entender por qué año con año el porcentaje de nahua hablantes se ha ido reduciendo.

―Yo soy de los pocos pobladores que sabe leer y escribir en náhuatl ―dice Ismael con mirada pensativa―. El náhuatl nos lo enseñan en casa y cuando entramos a la escuela lo seguimos hablando hasta tercero o cuarto de primaria. Pero después ya todos los libros son en español.

Ismael ha sido uno de los escasos jóvenes que logró terminar una carrera en la Universidad Autónoma de Morelos. La mayor parte de los jóvenes cursan estudios hasta la secundaria y posteriormente contraen matrimonio,

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