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OCULTAR EL ROSTRO


Enviado por   •  8 de Marzo de 2015  •  2.002 Palabras (9 Páginas)  •  200 Visitas

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Labios atrincherados

Labios atrincherados

¿Y si te digo que las batallas libradas en tu boca no han logrado mantener la paz en estos labios que padecen amor de guerra entre tu lengua, tu sonrisa y mi memoria?

Imagen | Publicado el 10 julio, 2013 de bpmsys | Deja un comentario

Ocultando el rostro, guardando el valor.

Publicado el 18 abril, 2013 de bpmsys

Ocultar el rostro podría ser una forma de representar una indignación, una manifestación hacia un estado de desconfianza por “mostrarse” o como símbolo de colectividad, pues “no hay rostros para reconocer”. El rostro es la primera muestra de percepción individual que como humanos tenemos a partir de nuestra fisionomía. El ver hacia el rostro de una persona genera vínculos sociales y de empatía; conocer con la mirada, entender la expresión, reconocer el gesto en los labios, el fruncir el ceño. El rostro es la representación de la emoción externada en el cuerpo, pero también es la identificación de los rasgos que nos hacen únicos e inconfundibles.

Si bien se dan los casos de gemelos, donde dos personas comparten la misma fisionomía, también en estos casos las diferencias emocionales y de líneas de expresión pueden separar el mismo rostro que comparten ambas partes, y aún entre gemelos no se encuentran el mismo par.

Dado que el rostro juega un papel tan importante en nuestra vida de representación individual y de identidad propia, el uso de máscaras o de alguna prenda para ocultar el rostro puede tener connotaciones simbólicas, estéticas o clínicas. Simbólicas entendidas en los contextos sociales, culturales o de tradición, pues es claro que si el rostro se oculta, puede ser por vergüenza a demostrar emociones que se representan en las facciones, o para evitar ser reconocido en un ocultamiento hacia la sociedad que le es más fácil condenar a quienes tiene identificados, también el uso de objetos para tapar el rostro contiene contextos culturales, como rostros que cubren el verdadero para simular otros personajes, para imitar a otros seres, para encausar ideas, para enarbolar situaciones. Mientras que planteado desde diversas tradiciones puede ser para generar discursos de ocasiones especiales (carnavales, bailes regionales, ceremonias, ritos), y algunas de ellas logran generar efectos distintos al que se dan con la naturalidad de tener el rostro descubierto.

Giovanni Papini se hace la misma pregunta de las máscaras en uno de sus cuentos a partir de la voz de su personaje Gog. En él, Papini plantea esa cuestión sobre el ocultamiento del rostro.

¿Por qué el hombre cubre las partes de su cuerpo, incluso las manos (guantes) y deja desnuda la más importante, la cara? ¿Si ocultamos todos los miembros por pudor o vergüenza, por qué no esconder la cara, que es, indudablemente, la parte menos bella y perfecta?

El punto de encuentro de este planteamiento y el que propongo es el de la vergüenza ¿Por qué ocultamos el rostro ante la acción? Mientras que la parte estética y clínica están defendidas ante el ocultamiento del rostro, la parte simbólica contiene un elemento que me genera un malestar en cuanto al ocultamiento del rostro, y es el elemento de la identificación a partir de la acción. Cuando una persona comete una acción indigna, suele ésta ocultar el rostro, pensando que es más atroz el hecho del reconocimiento de su cara a partir de la acción que la acción misma que sustenta.

Tomemos el caso del ladrón; el ladrón, al cometer su acto, busca diseminarse entre las sombras colectivas para no ser identificado, jugando un doble papel en la sociedad, el papel de la persona que sin temor a ser visto, actúa y se incorpora dentro de la misma sociedad de la que pertenece para generar confianza y poder hacer su acto sin ser sospechoso, mientras que el otro papel, el del ladrón, crea una inestabilidad de la cual saca provecho en detrimento de la misma sociedad en la que busca ocultarse para no ser atacado, pues de ser des-cubierto, el acto deja de tener su función de ataque y al ser fácilmente identificado, se quita ese halo de confianza y difícilmente podría seguir con su figura de desestabilizador tratando de tener una vida dentro de la sociedad de la que quiere sacar provecho.

Si bien es cierto que la figura del ladrón se ha desvirtuado con los nuevos esquemas sociales, donde incluso el robo ya no se da de manera directa y física, los estándares de ocultamiento también son diversos, pues el ocultarse no implica el cubrirse, sino simplemente el simularse como dos partes dentro de una misma figura (pública y privada).

Es así, que la parte simbólica del rostro toma un nuevo enfoque, donde ya no basta con ocultarse, sino simular que uno se oculta.

Las ideas de revolución han trastocado las ideas de rebeldía y transformación de las juventudes del siglo XXI. El hecho de que los símbolos revolucionarios se hayan dado en los contextos de ideologías de izquierda y socialistas difieren mucho de los que se tenían como símbolos revolucionarios del siglo XVIII y XIX. Marx generó un nuevo paradigma en la idea de cambio de la opresión que ya no sólo se encontraba en el Estado, sino también en la nueva clase social que obtuvo poder después del Absolutismo, que es la clase burguesa, y a su vez, la religión como mecanismo de control para mantener subyugados a la clase proletaria.

Después de la llegada de la teoría Marxista, la idea de revolución cambió, y con ello, las figuras que mostraron su rostro para ser parte de los cambios lograron reconocimiento de que estas modificaciones pueden ser posibles desde la acción y la organización.

El problema ahora es el reconocimiento del rostro, pues si bien las figuras de personajes que generaron transformaciones sociales son bastante conocidas (Lenin, el Che, Magón, Mao Tse Tung etc..) la bandera de la revolución ha quedado limitada por el enaltecimiento de las figuras

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