Obra Infantil
maxroja8 de Junio de 2012
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LOS ANIMALES DEL PARAÍSO
Personajes:
o Narrador I
o Narrador II
o El Buen Dios
o El oso
o El cocodrilo
o La pantera
o El león
o La cebra
o La serpiente
o El elefante
ESCENA I
Al abrirse el telón aparece un personaje (Narrador I), que parece estar leyendo un libro (una Biblia). Pasa las hojas hacia delante y hacia detrás con gran nerviosismo, como si buscara algo en concreto. Como no lo encuentra se dirige al público con cara de contrariedad:
Narrador I: - Por más que lo busco no lo encuentro y con esta Biblia, me he leído unas 80, de distintas versiones, confesiones, editoriales, e idiomas y en ninguna cuentan lo que les pasó a los animalitos, después de que el hombre fuera expulsado del paraíso. (Haciendo una pregunta retórica) - ¿Ustedes lo saben? No, claro, naturalmente que no lo saben ¿Cómo lo habrían de saber?
El hombre fue castigado con la expulsión, por el pecado que todos arrastramos, y condenado a ganarse el pan con el sudor de su frente, pero naturalmente, los animales nada habían hecho ¿Por qué no aparece en este libro?
Narrador II: (Saliendo al escenario con otra Biblia en la mano) - Yo sí lo sé.
Narrador I: -¿Quién eres tú y qué es lo que sabes?
Narrador II: (Presumiendo) - Yo soy el verdadero narrador de esta historia y sé perfectamente lo que les pasó a todos los animales del paraíso.
Narrador I: - Imposible, tú eres un impostor. Yo soy el verdadero narrador. Yo he dado tres veces la vuelta al Mundo, me he recorrido 300 iglesias, 80 catedrales 60 basílicas y 2000 bibliotecas y no he encontrado ni una sola referencia a esa historia.
Narrador II: -Porque tú eres solo un humilde Cuentacuentos, llana y simplemente, no eres investigador como yo. -(Con aires de superioridad) – No sabes investigar.
Narrador I: - Vamos, sabemos perfectamente que te encanta gusta más la cámara que comer dulce de leche.
¡Anda monín, comparte tus descubrimientos científicos con nosotros! Te doy mil pesos.
Narrador II: -¡Bah! Por mil pesos ni abro el libro.
Narrador I: -¡Pero qué interesado eres! Dos mil pesos.
Narrador II: -¡Cuatro mil!
Narrador I: -¡Tres mil!
Narrador II: -¡Tres mil quinientas!
Narrador I: -¡Hecho! (El Narrador I, baja al lugar que ocupen los espectadores con cara de pocos amigos, gesticulando contra el narrador II) - ¡Vamos al grano y empieza de una vez!
Narrador II: – Bueno, ejem, comencemos. (Abriendo su libro) -Cuando Dios echó a la primera pareja humana del paraíso, puso dos Ángeles en la puerta con sendas espadas llameantes. Naturalmente cada día cambiaban de Ángeles porque tenían que ir al hospital del Paraíso a curarse las quemaduras, pero como tenían muchos Ángeles, pues apenas se notaba…Ocurrió que como los animalitos no habían pecado, pues no fueron expulsados -(Se oscurece el escenario, desaparece Narrador II y comienza la segunda escena).
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ESCENA II
En el paraíso terrenal están reunidos todos los animales y el Buen Dios
El Buen Dios: - Queridos animalitos, ¿ustedes saben por qué he expulsado a esa pareja de humanos que convivían con ustedes? Pues los he expulsado por ignorantes y por dejarse tentar. Les prohibí comer del árbol que está en medio de esta paraiso¿Lo veis? - (Señalando a un único árbol que se ve en esa zona del Paraíso y que se verá con claridad en el decorado)
Todos los animales: - ¡Siii!
El Buen Dios: - ¿ustedes ven que tenga algo de especial?
Todos los animales: -¡Nooo!
El Buen Dios: - Naturalmente que no, es un árbol como otro cualquiera, que tiene frutas, claro. Ciertamente, unas están bien y otras están mal. Pues ellos entendieron que era el árbol de la ciencia del bien y del mal. Además de tontos, sordos. Naturalmente comer las manzanas de ese árbol, lo tenían prohibido; un simple capricho, pero lo tenían prohibido para que me demostraran su fidelidad y su obediencia. Pues, los tuve que echar. Así que ahora quedaran ustedes solos disfrutando de estas maravillas.
El oso: - ¿Y a nosotros no nos pondrás ninguna condición?
El Buen Dios: - Sí, naturalmente, es mi obligación. Tengo que ponerles una condición, pero será muy sencillita. Aquí tienen todo tipo de plantas, salvajes y amistosas. De todas pueden comer…comer un poquito más de las salvajes naturalmente, las otras son amistosas y estaría muy mal que las comiesen. ¡No sería muy ético! Pero bueno, eso lo deciden ustedes. Lo único que no pueden hacer jamás, (pausa) es comerse los unos a los otros. - (hacer sonar un trueno)
Todos los animales: (Protestando): - ¡Qué horror! ¡Qué asco! ¡Comerme yo a éste! Con lo soso que es. Jamás, jamás. Me darían arcadas.
El Buen Dios: - ¡Está bien! ¡Está bien! ¡Así me gusta que tengan respeto! – Bueno, sólo me queda decirles que si alguno de ustedes no cumple esta norma, seguirá los mismos pasos de los humanos. Será echado del paraíso. ¿Comprenden?
El León: (Erigiéndose en portavoz) -¡Naturalmente, no somos tontos! - (Dándoselas de listo y mirando a todos)
La cebra: (Cuchicheándole al oso): - ¡Éste se las da de Rey! Se le nota en la melena y me da la mosca en la oreja que no me voy a llevar muy bien con él.
Oso: - Yo tampoco, no me gustan los engreídos que van por la vida con el cuello estirado. Es muy creído.
El Buen Dios: -¡Bien, se levanta la sesión! (Se oscurece el escenario)
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ESCENA III
(En ella se encuentran en una ronda: la pantera, el cocodrilo, el elefante, el león y el oso)
El león: - ¡Hay que ver cómo se ha puesto el paraíso! ¡No hay quien dé un paso!
El elefante:- ¡Claro! Como nacemos y no morimos, pues crecemos y crecemos, en número quiero decir- (mirando al oso hormiguero)- y el paraíso está ya saturado. Ya no hay sitio donde aparcar nuestro cuerpo.
El cocodrilo: -¡Vaya! Ni en doble fila
El león:- ¡Ni en triple!
El Oso: -¿Y el baño? ¿Cómo se ha puesto el baño? Esta mañana de domingo, me he ido con la familia a pasar el día al río Perico y me he tenido que volver. No se veía ni el agua.
El Cocodrilo: -¿Qué me vas a contar? Yo que vivía tan feliz, tan a gusto dentro del agua de los ríos; lo mismo me iba al rio Perico que al Xibi Xibi y disfrutaba chapoteando en el agua con mi familia.
El Elefante: - ¡Ah! Pues da gracias, porque yo me he tenido que ir a una ciénaga llena de bichitos, que no nos hacen nada por lo que dijo el Buen Dios, pero son muy molestos. Los mosquitos trompeteros, se pasan la noche tocando la trompeta y como no pueden picar a nadie, pues lo hacen con más mala… ¡Me entienden!
La Serpiente: (apareciendo) (Silbando en las palabras acabadas en el fonema S) -¡Hola colegas! ¿Están confabulando contra el Buen Dios, eh? ¡Qué los he pillado!
El Oso: - ¡Nosotros! Eso, tú que eres una tentadora. Márchate de aquí, que no queremos nada contigo.
Serpiente: (Silbando en las palabras acabadas en el fonema S) -Pues peor para ustedes, yo tengo la solución a todos sus problemas.
El Cocodrilo: - ¡Cuidado hermanos, que ésta ya nos está tentando!
La Serpiente: (Silbando en las palabras acabadas en el fonema S) -¡No! Yo no los tiento, pero sólo pensar en lo felices que éramos al principio cuando sólo había unos pocos animales en el paraíso. Yo sólo digo que si la población disminuyera a la cuarta parte y el índice de natalidad bajara dos puntos y el de mortalidad, aumentara seis, pues el crecimiento vegetativo no cabe la menor duda que se reduciría drásticamente ¿Me haber entendido?
Todos (Mirando con la boca abierta): - Nooo
Serpiente (Reptando hacia el interior del paraíso): - No se puede tratar con ignorantes.
El León: - La verdad es que al principio, cuando estábamos poquitos, ¡qué tranquilos estábamos!
El Elefante (Con nostalgia) -Yo podía caminar por cualquier sitio, sin tropezarme con nadie y no como ahora que debo tener mucho cuidado para no pisar a algún diminuto animalito, y para mí, todos son diminutos, ya que como yo soy el más grande, a todos los veo como enanitos y además soy un poco miope, ¡claro! - pues desde esta altura a algunos ni los veo, y si los piso y los mato aunque sea sin querer, pues ¡¡Tarjeta roja y expulsión!
El Cocodrilo: - Y yo que podía nadar en cualquier río, sin pedir permiso para bañarme, que esto se parece cada día más a una lata de sardinas.
El Oso: - ¿Y qué podemos hacer? No se me ocurre nada.
Narrador II (Aparece fugazmente y se dirige al público) - El aguijón de la tentación ya les había picado. La serpiente había logrado su objetivo. - (Con voz misteriosa)
La Pantera: - A mí se me ocurre que si nos comiésemos a…
El Elefante: -¡Ni se te ocurra! ¿No recuerdas la advertencia del Buen Dios?
La Pantera: -Pero si lo hacemos con sigilo en lo más intrincado del paraíso.(pensando) -Por ejemplo: Hoy un animalito que me como yo, (pausa) - mañana otro que te comes tú, (nueva pausa), - al otro día otro que se come éste. Pues ¿Quién lo va a saber? No dejamos ni los huesos. Nos los comemos y listo.
El Oso: (retirándose poco a poco) - ¡Qué crueles son! ¿No tienen compasión de los otros animales?
Todos (Terminando la escena y persiguiendo amenazadoramente al oso)) – Nooo
(Se oscurece el escenario antes de comenzar la cuarta escena)
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