Opresion De género. El Rol De La Mujer En La Actualidad
KatyRosadoVr6 de Noviembre de 2013
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EL ROL DE LA MUJER EN LA ACTUALIDAD
A lo largo de la historia, las mujeres fueron agredidas física y mentalmente de una manera violenta y extrema, pues eran consideradas como objetos, se le denigraba y alienaba de la sociedad, después de la lucha de las teóricas feministas por la igualdad y ver la incorporación de la mujer en la sociedad, el día de hoy ya no hay una subordinación tan llamativa, es decir, ya no la vemos como tal, pues las mujeres están en subordinación pero de una manera inconsciente, debido a la psique que se tiene desde pequeña, de tal forma que se vuelve un hábito el aceptar los estereotipos del papel de la mujer y el hombre en el hogar, por ejemplo; cuando una mujer llega del trabajo lo que hace es seguir trabajando, pues tiene que ver la comida, los platos, la ropa, etc., mientras que un hombre al llegar del trabajo lo que hace es sentarse a ver la tele en lo que su mujer lo llama para cenar.
A lo que queremos llegar con esto es que la subordinación de las mujeres por la dominación de los hombres, siempre seguirá existiendo, mientras éstos no cambien su mentalidad acerca de que ellos también pueden hacer las labores de las mujeres. Se dice que ya no se le discrimina a la mujer, porque ahora tiene las mismas ofertas laborales de los hombres y se le da su lugar en la sociedad, por lo que pareciera que ya no hay tal opresión, sin embargo no en todo lugar se respeta el cambio de mentalidad, y siguen habiendo familias conservadoras machistas, y esto a largo plazo impide el desarrollo de la sociedad, en armonía.
OPRESION DE GÉNERO
El hombre y la mujer han llevado roles sociales totalmente distintos desde tiempos muy remotos hasta la actualidad, por lo que hace tiempo se comenzó con una lucha de sexos, y de reconocimiento para saber quién era más fuerte, por lo cual, comenzó en una gran presión social, quien era más competente a los ojos de la sociedad, dando como resultado, el cierre de culturas arraigadas por tramar ser mejor que los demás, sobre todo de hombres y mujeres, del uno y del otro.
A lo largo de la historia se ha analizado y reinterpretado varios aspectos y periodos para integrar a las mujeres y a las relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres, esto contribuye a entender las distintas construcciones de feminidad y masculinidad sus variaciones a través del tiempo y sus complejas relaciones, entre clase, género, raza y etnicidad, se hace hincapié en las experiencias, prácticas y representaciones de las mujeres y los hombres para descifrar como diferentes ideas sobre género han sido elementos importantes en la construcción de la ciudadanía, el nacionalismo y en ideologías en torno a la política, el trabajo y la belleza, se utilizan diferentes perspectivas históricas, historia social, laboral, cultural y vida privada, pero su eje central en el análisis de género.
El punto inicial de partida inicial fue la invisibilidad de las mujeres como actores sociales e históricos y que “mujer”, “hombre”, “feminidad” y “masculinidad” son construcciones históricas y culturales.
HISTORIA “EL ORIGEN DE LA OPRESION DE LA MUJER”
La opresión de la mujer es característica de las relaciones sociales a partir del surgimiento de la propiedad privada de los medios de producción. Esto significa que, durante un largo período de la historia de la humanidad, antes de las sociedades divididas en clases sociales, la mujer ejerció en pie de igualdad con el hombre, o con ventajas en relación a él, sus derechos sociales.
En el llamado comunismo primitivo, los bienes materiales eran colectivos, pertenecían a la comunidad, y se obtenían a partir de la recolección de alimentos y de la caza, la agricultura y la domesticación de animales. Como no existía propiedad privada de los medios de producción, tampoco existían clases sociales. En la familia primitiva, el matrimonio se realizó, durante un largo período, a través de grupos familiares que creían compartir la misma descendencia, donde los hombres eran maridos y las mujeres, esposas. No existía la monogamia. Los hombres eran padres de todos los niños y las mujeres, madres. En un sistema como ese, la descendencia sólo podía ser verificada a través de la madre, lo que originó el matriarcado. La importancia de la mujer, como reproductora y único pilar seguro de la descendencia familiar, se extendía también a las tareas que desempeñaba en la comunidad: la transformación de los alimentos y el desarrollo de la agricultura.
El matriarcado fue sustituido por el patriarcado cuando el desarrollo de la agricultura, del pastoreo y las técnicas de fundición de metales para crear nuevos instrumentos propició el surgimiento del excedente de producción. Por un lado fueron los hombres quienes pasaron a controlar las más sofisticadas técnicas e instrumentos de producción, controlando también los excedentes que generaban. Por otro, como en los matrimonios por grupos era imposible determinar la descendencia paterna, la sociedad se readecuó para que los hombres pudiesen legar a sus hijos legítimos los bienes que acumulaban en vida. Para garantizar la herencia, surgió la monogamia.
Para Federico Engels, en su libro “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, el desmoronamiento del derecho materno, o sea, el matriarcado, supuso “la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo”. Apartada de la producción social, la mujer se refugió en el mundo doméstico, donde la tarea de reproductora de seres humanos, que en el pasado fue su principal triunfo, se volvió su grillete más pesado. A partir de ahí, en los distintos modos de producción (esclavismo, feudalismo y capitalismo) de las sociedades divididas en clases, la historia de la mujer fue la historia de su opresión.
FORMAS DE OPRESION Y EXPLOTACION
Esa opresión-explotación de las mujeres se manifiesta de varias formas: la reproducción y el mantenimiento de la fuerza de trabajo a través del trabajo doméstico no remunerado y la utilización de la mano de obra femenina con salarios más bajos, propiciando mayor extracción de plusvalía (más beneficio para la clase dominante, la burguesía).
Estas dos categorías (opresión y explotación) se combinan, son distintas. La opresión ataca a todas las mujeres en su desarrollo profesional, derecho al trabajo, su libertad para decidir sobre su vida y disponer de su cuerpo. Para justificar la opresión, se creó el mito de la inferioridad femenina, presentándose en mayor o menor énfasis dependiendo de la época histórica. Actualmente, la tesis de inferioridad es disfrazada por el concepto de “desigualdad”.
Pero, aunque la opresión es común a todas las mujeres, las trabajadoras son más oprimidas que las mujeres burguesas, la doble jornada de trabajo es un buen ejemplo. En cuanto a la mayoría de las asalariadas se refiere, después de trabajar en la oficina, en la fábrica o en el campo, debe cumplir sus tareas domésticas; mientras que las mujeres burguesas o de clase media, aunque trabajen, pueden relegar a otras mujeres esa segunda actividad. Las mujeres burguesas, en síntesis, utilizan la opresión de su sexo para explotar a las trabajadoras. Por eso, si hay afinidad en la lucha genérica contra la opresión, esa unidad está limitada por el papel que cada clase social ocupa en la producción. Solamente las mujeres trabajadoras, por el hecho de ser oprimidas y explotadas, pueden luchar de forma consecuente contra la opresión.
Por su naturaleza, basada en la desigualdad y la explotación, el capitalismo es incapaz de acabar con la opresión femenina. La igualdad entre hombres y mujeres sólo podrá lograrse a partir de una revolución socioeconómica y política que derrumbe este sistema. Las trabajadoras y trabajadores deben unirse en la lucha por la emancipación de la mujer.
LA LUCHA DE LA MUJER EN CONTRA DEL PATRIARCADO
Hasta mediados del siglo XX las mujeres estuvieron excluidas de las filas de la discusión de los asuntos públicos, así como del derecho al sufragio, por ello pugnaron por alcanzar lo que consideraban un acto de justicia elemental: la toma de decisiones colectivas para convertirse en interlocutoras de la política. Específicamente a lo que significó alcanzar en un primer momento la ciudadanía plena para después lograr el acceso a la llamada igualdad democrática. Las mujeres que deseaban participar habían levantado su voz para poder elegir a sus gobernantes y acceder al espacio de la política formal.
Hace diez años se analizaban textos feministas acerca de, “que significa ser mujer, cómo varía en el tiempo y en el espacio la concepción cultural de la categoría mujer y cómo influye esa idea en la situación de la mujeres en cada sociedad”. El desarrollo de la idea necesita del concepto de género y del concepto de relaciones de género, es decir, de las distintas definiciones de hombre y mujer, con los correspondientes atributos aceptados de la feminidad y la masculinidad.
El feminismo propone a la mujer un compromiso político y un cambio para si y para el mundo. El feminismo plantea un compromiso para la plena apreciación de lo que las mujeres inscriben, articulan e imaginan en formas culturales: las intervenciones en el campo del sentido y la identidad que proceden de ese lugar llamado “la mujer” o “lo femenino”. El feminismo se refiere también a una revolución teórica en la comprensión de los conceptos de arte, cultura, mujer, subjetividad, política, etc., pero no implica la unidad en el campo teórico en la perspectiva adoptada o en la posición política. El feminismo se ha identificado con un movimiento de mujeres, lo cual es importante desde el punto de vista histórico, pero en el momento actual su autonomía
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