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Organización Internacional del Trabajo

wayne1927 de Noviembre de 2014

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Introducción

Desde 1919, la Organización Internacional del Trabajo ha mantenido y desarrollado un sistema de normas internacionales del trabajo que tiene por objetivo la promoción de oportunidades para hombres y mujeres, con el fin de que éstos consigan trabajos decentes y productivos, en condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad. En la economía globalizada de la actualidad, las normas internacionales del trabajo constituyen un componente esencial del marco internacional para garantizar que el crecimiento de la economía global sea beneficioso para todos.

Las normas internacionales del trabajo se desarrollaron con el fin de constituir un sistema global de instrumentos relacionados al trabajo y a la política social, sostenido a su vez por un sistema de control que permite llevar todos los tipos de problemas que plantea su aplicación a escala nacional e internacional.

Toda esta información con el único objetivo de poder entender mejor todas las normas que rigen al país y al mundo del trabajo, ya que es un parte muy esencial de la sociedad para el desarrollo de uno mismo y de las personas que lo rodean.

Normas internacionales del trabajo

Las normas internacionales del trabajo constituyen el principal medio de acción de la Organización Internacional del Trabajo, desde su creación en 1919, y toman la forma de convenios o recomendaciones. Los convenios son tratados internacionales que vinculan a los Estados Miembros que los ratifican. Al hacerlo, éstos se comprometen formalmente a llevar a efecto las disposiciones establecidas en esos convenios, por ley y en la práctica. Las recomendaciones, en cambio, no son tratados internacionales, sino que fijan principios rectores no vinculantes destinados a orientar las políticas y prácticas nacionales. A menudo, completan las disposiciones de los convenios.

Los Estados que han ratificado convenios deben rendir cuentas periódicamente de su aplicación, por ley y en la práctica. A ese respecto, tienen la obligación constitucional de presentar memorias sobre las medidas que han adoptado para llevarlos a efecto. Las organizaciones de empleadores y de trabajadores tienen la posibilidad de remitir a la Organización sus observaciones sobre la aplicación de los convenios ratificados por sus países.

La Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones, un órgano independiente de la Organización, examina dichas memorias y elabora un informe que se anualmente al debate de una comisión tripartita de la somete Conferencia Internacional del Trabajo. La Constitución de la OIT prevé, asimismo, un procedimiento de reclamación y un procedimiento de queja para examinar las alegaciones contra un Estado Miembro por incumplimiento de las disposiciones de un convenio que éste ha ratificado. Además, puede emprenderse un procedimiento de control especial para examinar las quejas por violación de los derechos sindicales, aun cuando el gobierno en cuestión no haya ratificado los convenios sobre libertad sindical.

La importancia que revisten las normas internacionales del trabajo se asienta sobre su efecto práctico. Por un lado, reflejan lo que es factible en la actualidad y, por el otro, muestran el camino hacia el progreso social y económico: esa es la finalidad con la que se debaten y adoptan en el seno de la Conferencia por los representantes gubernamentales, juntamente con los representantes de los empleadores y de los trabajadores de los Estados Miembros de la OIT.

La economía global ha crecido a una escala que carece de precedentes históricos. Con la ayuda de las nuevas tecnologías, las personas, los capitales y las mercancías se mueven entre los países con una facilidad y una rapidez tales que han creado una red económica global interdependiente que repercute prácticamente en todos los habitantes del planeta.

La globalización ha brindado oportunidades y beneficios a muchas personas, pero al mismo tiempo millones de trabajadores y de empleadores de todo el

Mundo han tenido que hacer frente a nuevos desafíos. La economía globalizada ha desplazado a trabajadores y empresas a nuevos destinos, ha traído consigo repentinas acumulaciones o transferencias de capitales, y ha ocasionado inestabilidad financiera en algunas regiones. A pesar del optimismo inicial, la globalización no ha marcado el comienzo de una nueva era de prosperidad para todos. En 2001, se estimaba que prácticamente la mitad de la población mundial sobrevivía con dos dólares estadounidenses o menos al día, mientras que cerca de 1.100 millones de personas, o sea, el 21 por ciento de la población mundial, vivían con un dólar estadounidense al día o menos.

En las últimas décadas, ha aumentado exponencialmente la desigualdad en muchos países, al igual que entre los países más ricos y los más pobres del mundo. En 1960, la diferencia de ingresos entre el quinto más rico y el quinto más pobre de la población mundial, era de 30 a 1, y en 1999, se había incrementado de 74 a 1. En 1995, el promedio del PIB per cápita en los 20 países más ricos era 37 veces el promedio de los 20 países más pobres. Esta disparidad se ha multiplicado por dos en los últimos 40 años.

Derecho Internacional del Trabajo

En 1919, las naciones signatarias del Tratado de Versalles crearon la Organización Internacional del Trabajo (OIT), reconociendo el hecho de que "existen condiciones de trabajo que entrañan tal grado de injusticia, miseria y privaciones para gran número de seres humanos, que el descontento causado constituye una amenaza para la paz y armonía universales". Para hacer frente a este problema, la nueva Organización estableció un sistema de normas internacionales del trabajo - convenios y recomendaciones internacionales preparados por representantes de los gobiernos, de los empleadores y de los trabajadores de todo el mundo- que abarca todos los temas relacionados con el trabajo. Los fundadores de la OIT reconocieron en 1919 que la economía global necesitaba reglas claras para garantizar que el progreso económico estuviese en sintonía con la justicia social, la prosperidad y la paz para todos.

En la actualidad, la OIT ha desarrollado un amplio Programa de Trabajo Decente que asume muchos de los mismos desafíos a los que tuvo que hacer frente en sus inicios. El Programa del Trabajo Decente tiene como objetivo la consecución de un trabajo decente para todos, a través de la promoción del diálogo social, de la protección social y de la creación de empleo, así como del respeto de las normas internacionales del trabajo. Estas normas se han incrementado en su número hasta convertirse en un amplio sistema de instrumentos sobre el trabajo y la política social, apoyado por un sistema de control concebido para encarar todos los problemas que se presentan en su aplicación a escala nacional. Constituyen el componente jurídico de la estrategia de la OIT para orientar la globalización, promover el desarrollo sostenible, erradicar la pobreza y garantizar que las personas puedan trabajar en condiciones de dignidad y seguridad.

Las normas internacionales del trabajo tienen como objetivo fundamental el desarrollo de las personas en su calidad de seres humanos. En la Declaración de Filadelfia de la OIT, de 1944, la comunidad internacional reconocía que "el trabajo no es una mercancía". El trabajo no es como una manzana o como un aparato de televisión, no es un objeto inanimado que pueda negociarse para obtener el mayor provecho o conseguir el más bajo precio. El trabajo es parte de la vida diaria de todos y el factor determinante para alcanzar la dignidad humana, el bienestar y el desarrollo como seres humanos. El desarrollo económico debe incluir la creación de empleo y unas condiciones de trabajo adecuadas para que las personas puedan trabajar con libertad y en condiciones de seguridad y dignidad. En resumen, el desarrollo económico no es un fin en sí mismo sino que su meta debe ser mejorar la vida de las personas. Las normas internacionales del trabajo se han establecido para garantizar que el desarrollo económico siga centrándose en la mejora de la vida y la dignidad humanas.

La consecución de la meta del trabajo decente en la economía globalizada, requiere la adopción de medidas en el plano internacional. La comunidad internacional responde a este desafío, en parte desarrollando instrumentos jurídicos internacionales sobre comercio, finanzas, medio ambiente, derechos humanos y trabajo. La OIT contribuye a este marco jurídico elaborando y promoviendo unas normas internacionales del trabajo orientadas a garantizar

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