PLANES DIARIOS
FERPANDI3 de Diciembre de 2011
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LAS ETAPAS POR PAULO COELHO
Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes
en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y
el sentido del resto. Cerrando círculos, O cerrando puertas, O cerrando
capítulos. Como quiera llamarlo, lo importante es poder cerrarlos, dejar
ir momentos de la vida que se van clausurando.
¿Terminó con su trabajo?, ¿Se acabó la relación?, ¿Ya no vive más en esa
casa?, ¿Debe irse de viaje?, ¿La amistad se acabó?
Puede pasarse mucho tiempo de su presente "revolcándose" en los porqués,
en devolver el casette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual
hecho.
El desgaste va a ser infinito porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus
hijos, sus hermanas, todos y todas estamos abocados a ir cerrando
capítulos, a pasar la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la
vida
y seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera
preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltar, hay que
desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni
empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere
estar vinculado a nosotros.
No. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan
importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, papeles
por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar. Los cambios
externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir,
soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y
hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que pasar la
hoja,
hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente. El pasado ya pasó.
No esperen que le devuelvan, no espere que le reconozcan, no espere que
alguna vez se den cuenta de quién es usted. Suelte el resentimiento, el
prender "su televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que
consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo.
La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si usted anda por la
vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrá desprenderse ni
vivir lo de hoy con satisfacción. Noviazgos o amistades que no clausuran,
posibilidades de "regresar" (a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras
que no se dijeron, silencios que lo invadieron ¡Si puede enfrentarlos ya y
ahora, hágalo!, si no, déjelo ir, cierre capítulos. Dígase a usted mismo
que no, que no vuelve.
Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque usted ya no encaja allí, en
ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese
escritorio, en ese oficio. Usted ya no es el mismo que se fue, hace dos días,
hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver.
Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo, ni el
entorno al que regresa será igual, porque en la vida nada se queda quieto,
nada es estático.
Es salud mental, amor por usted mismo desprender lo que ya no está en su
vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un
lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque: cuando usted vino a
este mundo 'llegó' sin ese adhesivo, por lo tanto es "costumbre" vivir
pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el
adhesivo humano o físico que hoy le duele dejar ir. Es un
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