Diarios De Campo
luzenithtorrest22 de Octubre de 2011
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EXPERIENCIAS DE VIDA O DEBIDAS EXPERIENCIAS
Un día de clase en el grado preescolar puede convertirse o mejor es necesario que se transforme en una vivencia llena de sentido para todos los agentes implicados, parodiando este término empleado para describir la problemática social del conflicto armado, tan cercana a la vida cotidiana de nuestros niños y jóvenes de la comuna trece. Esta implicación de los agentes incluye por supuesto a los alumnos y padres de familia en forma directa, pero en mi caso particular, sobre todo me incluye a mí como maestra que por vocación y formación me siento llamada a entregar en cada encuentro con mis niños lo mejor de mi saber y especialmente de mi sentir.
Desde este deseo, los contenidos planeados y estructurados en el currículo, deben mezclarse automáticamente con los comentarios de muertes, armas, drogas, violencia y descomposición social que traen cada día nuestros niños guardados antes que el lápiz, entre sus cuadernos en el morral, entre sus sueños y deseos de crecer, entre los por qués de su modo de actuar y de enfrentar las situaciones que les ofrece esta sociedad en miniatura que es su aula de clase, el recreo, la escuela.
Entonces la clase se llena de preguntas más que de soluciones o respuestas absolutas, en las que los alumnos son protagonistas, primero porque nacen de su previo saber y principalmente porque se convierten en su real aprendizaje:
-¿Profe por qué se murió su mamá?-pregunta uno.
Responde de inmediato otro:-la mataron.
-otros aportan: como a mi tío, como a mi hermano, como a mi papá.
La narración de la profe, los lleva a conocer y valorar otras experiencias de vida, otras formas de morir diferentes a las que generalmente presencian en su contexto barrial. De esta sencilla conversación, nacen ideas que se hacen propuesta para vivir en la clase; es así como contamos y cantamos la historia de Cuaqui el patito que murió dejando a su gran amigo muy solo, pero al mismo tiempo consolado por los recuerdos compartidos y confiado en la esperanza de un reencuentro feliz, que se concreta en los sueños, en la oración, en la fantasía o en la fe. Esta canción se llena de magia y hay que cantarla una y otra vez, hasta que la tristeza se vaya y la cambiemos por alegría, por abrazos, besos, chispitas de amor que imaginariamente caen del cielo sobre nuestras manos abiertas y que luego esparcimos con fuerza sobre quienes han perdido un ser querido. Así se van sanando los corazones y el duelo va desapareciendo de la mano de las ganas de vivir bien, de aprender lo que hay que aprender, de compartir y del saber convivir.
La convivencia diaria, el intercambio de miradas, saludos, enfrentamientos, conflictos, proyectos y juegos en la escuela, es una oportunidad única, inigualable para quienes pretendemos formar en valores y con nuestras estrategias y modelos pedagógicos centramos nuestra misión en el desarrollo de seres sociales, autónomos, integrales y ciudadanos competentes. De esta intención formativa, surgen como caballitos de batalla actividades y celebraciones programadas con toda la imaginación y capacidad creativa de los docentes para lograr el disfrute y el aprendizaje significativo de todos los estudiantes como:
Cultivar cada semana un valor para la sana convivencia: el respeto, la comprensión, el diálogo, la alegría, la fe, la paz, la ternura…a través de formaciones variadas y activas, en las que se privilegia el juego dirigido, el canto, el baile, la escucha, la oración, el silencio, la reflexión.
Promover el trueque como motivación al cambio de lo viejo por lo nuevo, lo que no me gusta por algo que me agrade más, lo que ya no quiero por lo que me haga más feliz…actividad que se realiza en forma voluntaria en los descansos y consiste en un intercambio concertado de juguetes usados por otros que aunque también son usados, pasan a ser nuevos para
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