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Diario Prepago


Enviado por   •  11 de Enero de 2012  •  1.118 Palabras (5 Páginas)  •  666 Visitas

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Mi primer polvo como prepago...

Una amiga mía trabaja desde hace rato en una whiskería que queda cerca de la Universidad Javeriana y lleva ya casi 5 años en eso (no es la de la 49 pues hay muchas más, esta es en la 43). La conocí a través de otra amiga y cuando le conté que me estaba quedando corta para pagar el arriendo y, en general, con todos mis gastos, me habló de su trabajo y que alcanzaba a hacerse hasta 7 millones de pesos al mes y por mal se hacía unos 4. Para mí eso es mucha plata pues no he terminado mi carrera. Lo dudé mucho pues no es tan fácil decir: "se lo voy a dar a cualquier tipo por plata" y por eso pasaron varios meses hasta que un día me invitó a que la acompañara a donde trabajaba. Yo fui con mucha expectativa pero con la certeza de que no podría. Y así fue. No me gustó el lugar, no es muy grande, las niñas toman mucho trago (a mí no me mata estar borracha) y los clientes eran más borrachos todavía. Pensé con cuál de todos ellos podría hacerlo y definitivamente no podía con ninguno. A todos los veía asquerosos, ebrios, imprudentes, morbosos. Esa noche le dije a mi amiga que no era capaz. Ella me dijo que era cuestión de imaginarse al tipo que uno quisiera, cerrar los ojos y ya. Pero no era tan fácil. No es como pensar en Brad Pitt y saber que un gordo apestoso me está metiendo su pito. Así que esa noche me fui sin que pasara nada pero ya se me había metido la idea de que en ningún trabajo iba a alcanzar esa plata.

Un par de semanas después, ella me sugirió que no trabajara en un whiskería pero sí como acompañante. Según ella era más riesgoso pues es casi que salir sola con un tipo desconocido mientras que en la whiskería estaba segura pues hay guardias y nada de que alguien se quiera sobrepasar o golpear a una de las niñas. Lo de acompañante, uno puede dar con hombres decentes pero también con el abusivo que puede intentar otras cosas y ahí la seguridad es mucho menor. Aún así, me sonó más, no tenía que pasármela en un sitio de mala muerte, y simplemente trabajar cuando lo necesitaba. Ella, entonces, me consiguió una cita con un dueño de una agencia de escorts (acompañantes), que queda muy cerca a Unicentro en una oficina cualquiera sobre la 15. Ahí solo está él, las niñas poco van, es una oficina y ya.

Llegué a la cita un lunes a las 11 de la mañana, muy nerviosa, y me recibió Camilo (le cambio el nombre por si acaso), tiene unos 40 años, mono, ojiazul, no tan alto ni tan gordo. Me explicó que mi trabajo consistía en estar disponible días y noches pues muchos extranjeros venían a Colombia con el ánimo de irse de rumba con alguien, de viaje (muchos nos invitan a Cartagena) o simplemente a tirar con una bella colombiana. Me dijo que podía ganar por hora hasta 500 mil pesos si era el caso aunque nunca menos de 250 mil. Yo seguía nerviosa pero, no puedo negarlo, esa plata sonaba muy bien.

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