POR AMOR AL AGUA (FLOW)

POR AMOR AL AGUA

Flow, siglas de For Love of Water, es un impactante documental que ilustra de manera magistral un problema en el que se halla inmerso el mundo actual y del que, paradójicamente, parece que nadie quisiera enterarse y, lo que es peor, al que aparentemente, nadie quisiera buscarle solución: el manejo mercantil que están dando organismos adscritos a las Naciones Unidas y enormes compañías transnacionales al principal recurso que brinda la naturaleza para el mantenimiento de la vida sobre el planeta, el agua.

Durante más de 5 años, la directora francesa de cine Irena Salina, recorrió con su equipo diversos lugares del globo, entrevistando a expertos, científicos, activistas, y representantes gubernamentales y empresariales, para despertar la conciencia del mundo en relación con la explotación antiética y antinatural que grandes empresas están dando al recurso hídrico.

En un recorrido alucinante, el documental nos muestra cómo el ser humano es beneficiario tan sólo del 10% del agua que produce el planeta, mientras la agricultura consume el 70% y la industria el 20% restante. Nos entera de que en África el agua contaminada que consumen los pobladores causa más muertes que el Sida, y cómo muchos de los grandes ríos del planeta no logran ya completar su trayecto hasta el mar, o cómo en 20 años la península de California, en los Estados Unidos, no tendrá agua.

“Miles han vivido sin amor, pero nadie sin agua”, es la sentencia con la que se aborda el problema del consumo del líquido vital que, por culpa de los manejos económicos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, adscritos a la Naciones Unidas y cuyo principal interés debiera ser el mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes del planeta, han convertido el manejo del agua en el tercer negocio industrial más lucrativo, después de la electricidad y el petróleo.

Aunque parezca mentira, en la actualidad se están realizando inmensas inversiones para convertir el agua en el principal negocio de los próximos años, suministrándosela a quienes puedan pagarla y privando de ella, sin importar su vida o muerte, a quienes no puedan hacerlo.

Mientras más de mil millones de personas, casi la sexta parte de la población mundial carece de acceso al agua potable y más de dos millones de niños mueren cada año por enfermedades contraídas al consumir agua contaminada, los países ricos y a veces no tan ricos, gastan casi cien mil millones de dólares al año para consumir el agua “tratada” que les ofrecen principalmente tres compañías que controlan el negocio: Suez, Vivendi y Thames Water.

Es paradójico que con sólo 30.000 millones de dólares podría garantizarse el suministro de agua potable para todos los habitantes del planeta, pero que las agencias que pueden financiar esto, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, prefieren prestar su dinero, que debiera ser patrimonio de la humanidad, a las compañías inversionistas que demuestran que les rendirán mejores dividendos e intereses, aun a costa de la muerte de millones de personas y el deterioro ecológico más dramático a lo largo y ancho de todo el planeta.

El documental nos lleva de Cochabamba (Bolivia) hasta Alwar (India), pasando por Sudáfrica, Canadá, Francia o Estados Unidos. Nos muestra las luchas de los ciudadanos contra la privatización del agua a manos de Suez y Vivendi; las batallas legales y movilizaciones sociales contra las empresas embotelladoras Coca Cola, Pepsi Cola o Nestlé Waters; o la construcción de presas en África y China que obliga a la reubicación de los hogares de millones de personas y que afectan de manera dramática el equilibrio ecológico y social de la Tierra.

La película presenta a muchos de los responsables de esta crisis, tanto gubernamentales como corporativos, y nos hace ver la situación con una claridad aterradora: Si se mantiene la creciente mercantilización del agua en manos de las grandes corporaciones del sector, avaladas por las instituciones financieras internacionales, nos estamos envenenando a nosotros mismos y a nuestro planeta.

Además, a menos que reafirmemos nuestra voluntad social y política hacia una gestión pública, las cosas sólo pueden empeorar.

Una situación que sigue las pautas dictadas por las multinacionales del agua a través de su Consejo Mundial del Agua, una entidad creada por ellos y para su único beneficio, pues sólo buscan la incorporación del agua en el mercado y la liberalización de éste, mostrándolo falsamente como respuesta a los objetivos del milenio, cuando en realidad únicamente, buscan el lucro y el control del agua en manos de las grandes corporaciones. Un nuevo mercado amoral que se lucra de la contaminación y la escasez, y que sólo se ocupará de aquellos que puedan comprar el agua, no de quiénes la necesiten.

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