PROGRAMA NACIONAL DE FORMACIÓN PERMANENTE
carina7755eTesina27 de Septiembre de 2014
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NUESTRA ESCUELA
PROGRAMA NACIONAL DE FORMACIÓN PERMANENTE
4ta. Jornada Institucional – 22 de Septiembre del 2014
En el marco del Programa Nuestra Escuela comenzamos el recorrido por el Bloque 2: El proyecto institucional en el centro de la escena: dimensiones e integralidad.
Este Bloque, aborda fundamentalmente la EVALUACIÓN INSTITUCIONAL PARTICIPATIVA, y parte de sostener que dicha evaluación implica un proceso de reflexión y trabajo colectivo sobre las condiciones materiales y simbólicas que deben ponerse en juego para que toda escuela cumpla su mandato social, cultural, político y pedagógico.
Las próximas tres jornadas del presente año, serán de inicio del proceso de evaluación institucional.
Mirar la escuela será el primer paso que permitirá reflexionar para actuar. Es decir, conocer, analizar y comprender en profundidad los desafíos de la institución para poder asumir la responsabilidad que compete a cada uno en función del trabajo desarrollado.
Por lo tanto, el proceso de trabajo de evaluación institucional formativa que se propone, si bien tiene como escenario principal de desarrollo las Jornadas del Programa, no se agota en ellas ni en un año, sino que se espera, finalmente, que la evaluación institucional formativa forme parte de la lógica y la dinámica de las instituciones escolares.
Finalmente, los registros, conclusiones, acuerdos, producciones -entre otros materiales y testimonios que resulten del trabajo durante la Jornada- constituirán insumos para el Portafolio Institucional.
A qué nos convocamos
El desafío es instalar una cultura de la evaluación participativa en todas las instituciones de nuestro país, mediante una estrategia gradual y progresiva que trame los colectivos docentes, sus prácticas, sus conocimientos, sus estudiantes y sus contextos con el propósito de que cada una de ellas:
• Reconozca los efectos que producen las prácticas educativas.
• Produzca conocimientos y obtenga conclusiones sobre las realidades construidas, los fenómenos y los hechos observados.
• Analice y sistematice las relaciones que se establecen entre los elementos que configuran una determinada situación educativa.
• Tome decisiones sobre las acciones territoriales e institucionales.
• Mejore las prácticas educativas de enseñanza y, fundamentalmente, los aprendizajes en las dinámicas de interacción con las familias, en las aulas y en las instituciones con una política o programa educativo concreto en un espacio local, regional, nacional.
Dicho de otro modo, sostenemos que toda escuela puede evaluarse y pensarse en términos de cambio; por lo tanto, “mirar, reflexionar y actuar” son categorías propias de la vida de toda organización escolar y de quienes enseñan y aprenden en ella.
Se trata, en definitiva, de hacer explícito y público este proceso, de poner en palabras y en compromisos colectivos las consecuencias de las miradas, las reflexiones y las actuaciones del conjunto para generar así las ratificaciones o rectificaciones de las intencionalidades formativas que se requieran.
Momento 1: Mirar para interpretar
Impulsamos la indagación rigurosa y profunda de las situaciones que se problematicen en cada escuela. La propuesta es concretar un ejercicio institucional, de mirada sistemática, que al complejizar lo aparente busca indagar, explorar, interpelar más allá de los datos, con la clara pretensión de generar preguntas valiosas y desafiantes en el orden político, ético, pedagógico, laboral y colectivo. Preguntas que inviten a pensar, que inquieten y no paralicen, que pongan en tensión saberes y experiencias, provocando respuestas que encaucen un trabajo institucional renovado.
Momento 2: Reflexionar para comprender y actuar
Ahora bien, las lecturas convergentes impulsadas al inicio del proceso evaluativo tienen la intención de provocar reflexiones colectivas. En ese tránsito, es de esperar la problematización de las situaciones cotidianas en cada institución, interrogando y tensionando supuestos.
Es probable y deseable que este momento nos convoque, como colectivo docente, a mirar dentro de la realidad escolar nuestra propia realidad como educadores, y desde allí poder analizar en profundidad cuánto de la problemática cotidiana se vincula y dialoga con la formación inicial y con la práctica laboral.
Desde esta perspectiva proponemos tres dimensiones para problematizar y sistematizar el saber producido en la escuela: la enseñanza y los aprendizajes; la organización institucional y el trabajo docente.
Así, aspiramos a que cada institución pueda sistematizar la mirada en torno de algunas de las siguientes tensiones significativas de esas dimensiones:
- Teoría y práctica: práctica sin teoría, teoría en función de la práctica, teoría como saber en sí mismo, teoría como instrumento – trabajo sobre casuística.
- Objetividad y subjetividad: revisión de teorías implícitas a través de instancias de diálogo estructuradas desde los procesos de enseñanza en relación con los procesos de aprendizaje
- Pensamiento y acción: la recuperación del conocimiento apropiado (acumulado) para su tratamiento reflexivo.
- Individuo y grupo: revisión de procedimientos y enfoques, priorizando procesos comunicativos y trabajos “colectivos”, entre otros.
- Reflexión y proceso: su integración como orientador del análisis y los criterios de acción.
- La constitución del sujeto de formación y sostenimiento de una pedagogía que fortalezca la autonomía creciente, el proceso de trabajo colectivo y solidario, la toma de decisiones, entre otras.
Momento 3. Actuar para transformar
Llamamos a esta agenda de “Plan de trabajo educativo para la inclusión y la calidad”. Este plan no es más que la revisión y recreación del proyecto institucional sobre el que la escuela ya viene trabajando.
Así, las agendas se constituyen en un instrumento político de mediación de carácter público, dinámico y contextualizado que vincula en la acción los fundamentos de la escuela pública que queremos y los modos en que cada institución educativa reconstruye sentidos con ese horizonte.
El Documento para la construcción de la Autoevaluación Institucional del Ministerio de Educación de la Provincia, se propone como insumo para abordar el tema. Este texto se organiza en torno a cuatro dimensiones de análisis:
Primera dimensión: Las trayectorias escolares
Segunda dimensión: La enseñanza y su régimen académico
Tercera dimensión: Pedagógica institucional
Cuarta dimensión: Organización del trabajo escolar y condiciones de enseñanza.
Para repensar nuestra práctica docente, trabajaremos con la segunda dimensión, la cual nos aporta que: La enseñanza es una práctica ética y política. Es parte de los esfuerzos que la sociedad realiza, a través de las políticas estatales, para distribuir democráticamente sus bienes culturales. A su vez, es el ámbito donde los puntos de vista de los alumnos sobre los saberes y el mundo son incluidos como una referencia necesaria para la constitución del vínculo pedagógico. En este marco, debe ser parte del análisis de los docentes si aquello que se enseña es racionalmente justificable y debe ser conocido por el estudiante; si es válida, pertinente y/o necesaria la manera en que presentamos, explicamos y ejemplificamos los conocimientos; así como los contenidos que brindamos en poco tiempo de trabajo o directamente no incluimos en nuestras propuestas. La “buena enseñanza” supone colocar en el centro de la reflexión pedagógica las opciones didácticas que contemplen las posibilidades de los alumnos de apropiarse del saber, a fin de promover condiciones de igualdad educativa que les permitan contar con los conocimientos y herramientas que les posibiliten su desarrollo personal y social.
Las Categorías de análisis para dicha Dimensión, son las siguientes:
1- Los procesos de planificación de la enseñanza.
2- El desarrollo de las propuestas de enseñanza
3- Los procesos y criterios de evaluación y promoción de los aprendizajes
Los procesos de planificación de la enseñanza
La enseñanza es una práctica y un hacer que, es importante recordar, contempla, además del desarrollo de las clases, las planificaciones y la elaboración de pruebas, entre otras actividades que se realizan cotidianamente. Planificar orienta el hacer cotidiano en el aula y posibilita reconocer qué saberes comunes se trabajan con los estudiantes, así como los supuestos sobre los que se parte (qué actividades pueden entender o no los alumnos; qué les va a resultar interesante o no entre otras cuestiones). Sin embargo, los vínculos entre planificación, de enseñanza y aprendizaje no son lineales ni causales. Los procesos planificación no pueden anticipar lo imprevisible de la práctica de enseñar.
Siempre hay una pregunta no prevista, un alumno al que le interesa algo más o algo menos de lo que le proponemos, un recurso didáctico que no está en la forma manera, no porque enseñemos un tema o concepto, los alumnos lo aprenderán: pueden hacerlo en un tiempo distinto al previsto, sobre otros temas no propuestos o incluso no hacerlo. La enseñanza no provoca, crea u origina el aprendizaje, en todo caso, lo guía y/o lo facilita; así como la planificación es una herramienta para hacer
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