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Preguntas De La Vida


Enviado por   •  17 de Octubre de 2011  •  3.943 Palabras (16 Páginas)  •  857 Visitas

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La muerte para empezar

A poca edad uno siempre cree que lo malo solo le puede pasar a los mayores, como la muerte. Pero poco a poco nos vamos dando cuenta de que a todos nos llega el momento de sufrir algo malo.

Cuando te encuentras en tu vida con la muerte de un amigo o ser cercano a ti, es cuando comienzas a sentir lo que realmente es el “miedo” a lo desconocido.

Esto es lo que nos hace mortales, puesto que las plantas y los animales no son mortales, ya que no saben que van a morir, no saben que tienen que morir. Se meren, pero siempre sin saber lo que les esperaba.

La muerte no es el único factor importante que influye en la filosofía, pero Fernando Savater estima oportuno comenzar por este tema. Hay otros muchos modos de comenzar una iniciación a la filosofía, como pueden ser las proposiciones:

Todos los hombres son mortales,

Sócrates es un hombre

luego

Sócrates es mortal.

O por la otra siguiente:

Todo A es B

C es A

luego

C es B

Esta es la tarea de los filósofos, afrontar lo desconocido, lo que nos sobrepasa la mente a casi todos. Siempre surge la pregunta: Murieron todos, pero... ¿yo también?

La muerte no solo es necesaria, sino que es el prototipo de lo necesario. A Sócrates no le importaba proponer la hipótesis nombrada anteriormente, puesto que le hacía crear su propio sentido de la vida. La muerte es inminente y solitaria. No es cosa de viejos, a todos nos puede surgir la muere en cualquier momento.

Las leyendas que existen acerca de la muerte no están hechas para consolarnos, sino que están ahí para que nosotros le encontremos un sentido, no solo a la vida, sino también a la muerte. La vida está hecha de cambios y de oscilaciones, en la que lo mejor y lo peor es impredecible.

La idea de seguir viviendo de un modo u otro tras la muerte es algo realmente inquietante. Lo original de la muerte es que puede causar dolor cuando se trata de la ajena, pero nos causa también miedo a la posible proximidad de la nuestra. Hay quien cree que después de la vida hay algo horrible, lleno de castigos y penas. Pero es un idea sin fundamentos. La muerte nos convierte en pensadores, ya que nos hace pensar. Este pensamiento se ve bloqueado por el hecho de no encontrar una respuesta clara.

Capítulo segundo:

Las verdades de la razón

A todos siempre en nuestras vidas se nos ocurren preguntas a las que no encontramos contestación, aparte de la que ya se habló anteriormente sobre la muerte. La única pregunta que se nos debe ocurrir antes de que se nos ocurran más debería ser: ¿cómo responderé a las preguntas que se me ocurrirán con el paso del tiempo? Las preguntas nunca deben nacer de la ignorancia, todos debemos tener una cultura sobre la que apoyarnos. Si no eres creyente de nada al menos no te puedes hacer preguntas acerca de la vida. Ha de empezarse por hacer un propio examen de los conocimientos que ya creo tener, y sobre ellos me debo hacer tres preguntas:

¿Cómo los he obtenido?

¿Hasta que punto estoy seguro de ellos?

¿Cómo puedo ampliarlos, mejorarlos o cambiarlos por otros más fiables?

Unas cosas las sabemos porque nos las han dicho otros, o nuestros padres o conocidos. Pero casi nunca tenemos certeza acerca de las preguntas que nos surgen con respecto a los temas comentados. Otras cosas se saben porque las hemos estudiado. Como son las asignaturas de nuestra infancia. Pero también hay una gran parte de estos conocimientos que están formados gracias a nuestras propias experiencias, como por ejemplo que el fuego quema y que el agua moja. Pero hay que saber hasta que punto se está seguro de estas cosas, y no en todas se tiene el mismo grado de certeza.

Es imprescindible revisar de vez en cuando algunas cosas de las que crees saber, y compararlas con otros conocimientos. La razón no es algo que me cuentan ni que aprendo ni nada de eso, es el procedimiento que utilizo para organizar las noticias que recibo.

El objetivo del método racional es establecer la verdad, es decir, la mayor concordancia entre lo que creemos y lo que es realmente. La verdad se busca mediante el examen racional de nuestros conocimientos.

Al escepticismo se le reprocha que es contradictorio consigo mismo (“Yo solo sé que no se nada”). Se define conocimiento como una combinación de cuanto aporta la realidad con las formas de nuestra sensibilidad y las catergorías de nuestro entendimiento. El relativismo pone en cuestión que podamos alcanzar alguna vez la verdad. La razón no sólo es un instrumento para conocer sino que tiene relevantes consecuencias políticas. Conversar no es escuchar lo que te dicen o que te escuchen, tiene que ser una conversación entre iguales.

Cada cual tiene derecho a sus propias opiniones y que intentar buscar la verdad es una pretensión dogmática casi totalitaria.

Debemos pensar la vida, es decir, conocerla mejor a ella, a cuanto contiene y a cuanto significa. Tenemos múltiples fuentes de conocimiento, pero todas deben pasar por nuestro examen llamado RAZÓN.

Capítulo tercero:

Yo adentro, yo afuera

¿Podemos estar realmente seguros de algo? Esta es la pregunta en que se basa toda la reflexión del capítulo. Para una persona corriente estas dudas gigantescas resultan bastante raras, y además solo soñamos con cosas o personas conocidas. Estos es algo que a todos nos pasa, no es que Descartes estuviera loco ni desvariara arrastrado por una imaginación desbordante, es que todos tenemos sueños también surrealistas que hay momentos en que se nos acuerdan estando despiertos. También surgen las dudas de que todo lo que nos suceda sea tan solo un sueño o algo que no es real, que solo está contenido en nuestra mente, este hecho es el argumento que trata la película titulada “The Matrix”, una muy buena película de ciencia ficción que siempre recomendaría, no solo por sus efectos especiales sino también por el hecho de lo bien tratado que está este tema.

Lo cierto es que llegamos a dudar hasta de nuestro propio “yo”, de nuestra propia existencia. Cada uno estamos convencidos de que poseemos una cierta identidad, algo que permanece y dura a través del torbellino de nuestras sensaciones. Los filósofos por

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