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Proceso Histórico Social

vlrolok24 de Mayo de 2013

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PROCESO HISTÓRICO SOCIAL

Régimen de la comunidad primitiva.

El régimen de la comunidad primitiva es, históricamente, la primera forma que la sociedad adopta después de que el hombre se separa del mundo animal, cuando en un largo proceso de trabajo adquirió las cualidades que le diferencian del resto de los seres vivos.

Los instrumentos de trabajo con que la humanidad contaba en las fases iníciales del régimen de la comunidad primitiva no podían ser más rudimentarios: el palo, el hacha de piedra, el cuchillo de pedernal y la lanza con punta del mismo material; más tarde son inventados el arco y la flecha. Los medios de subsistencia procedían de la caza y la recolección de frutos silvestres, mucho más tarde surgió la agricultura a base de trabajo con azada.

La única fuerza motora que se conocía era el músculo del hombre. El nivel de las fuerzas productivas se encontraba en concordancia con las relaciones de producción que existían entre los hombres. Con aquellos instrumentos de trabajo en común (la caza, la pesca, etc.) de todos los miembros de la comunidad primitiva, su solidaridad y recíproca ayuda podían asegurar la obtención de los recursos necesarios para su vida. El trabajo en común traía consigo la propiedad en común de los medios de producción, que era la base de las relaciones de producción en aquella época. Todos cuantos integraban la comunidad hallábase en relaciones iguales, respecto de los medios de producción; nadie podía despojar de ellos al resto y atribuírselos en propiedad privada.

Al no existir propiedad privada no podía haber explotación del hombre por el hombre. Los rudimentarios instrumentos de trabajo, aún utilizándose en común, proporcionaban tan pocos medios de existencia que apenas si cada individuo podía sustentarse. No quedaba excedente alguno que se pudiera quitar al productor en beneficio de otros miembros de la sociedad. Y como no había explotación de trabajo ajeno, no se sentía la necesidad de un aparato especial de coerción. Las sencillas funciones del gobierno de la comunidad eran ejercidas colectivamente o encomendadas a los hombres más respetados y expertos.

Las particularidades de la comunidad primitiva venían determinadas, pues, por el bajo nivel de desarrollo de la producción y por la impotencia en que el hombre se veía ante una naturaleza temible. La dependencia de los hombres respecto de la naturaleza, extraña e incomprensible, que se oponía a ellos, se reflejó en sus concepciones religiosas de una ingenuidad infantil. El hombre se sometía a la autoridad de la comunidad, de la gente o de la tribu, seguía ciegamente las tradiciones y costumbres. La colaboración y la ayuda mutua se extendían entonces sólo a los miembros de una tribu: las tribus mantenían a veces entre sí cruentas guerras.

El régimen de la comunidad primitiva, aunque sin las informaciones ni los repelentes rasgos de la explotación, trajo posteriormente a la sociedad y a los hombres, estuvo muy lejos de ser la “Edad de Oro” del género humano.

Con el tiempo el régimen de la comunidad primitiva entra en la fase de su desintegración. Las causas de decadencia y desaparición residían en el desarrollo de las fuerzas productivas. Los hombres llegan poco a poco a aprender el arte de fundir el metal. Se propaga el empleo del arado con reja metálica, las hachas de metal, las puntas de flecha y lanza de bronce y de hierro, etc., siguió progresando la agricultura. La domesticación de animales y su empleo como fuerza de tiro para cultivar la tierra elevaron considerablemente el rendimiento del trabajo. El desarrollo de las fuerzas productivas de los instrumentos de trabajo y de los hábitos y experiencia de los trabajadores, da lugar a importantes cambios sociales. Produciéndose la división social del trabajo: el pastoreo se separa de la agricultura; luego las industrias artesanas se constituyen como ocupaciones independientes.

Comienza a ampliarse el intercambio de productos de trabajo, primero entre las tribus, después en el seno de la propia comunidad. Gradualmente se hace innecesario el trabajo en común de la comunidad entera. La tribu y la gens se descomponen en familias, cada una de las cuales se convierte en una unidad económica, autónoma. El trabajo se concentra en dichas unidades, aparece la propiedad privada y se hace posible la explotación: la producción había progresado tanto que la fuerza de trabajo humana rendía más de lo necesario para el simple sustento del propio trabajador.

La necesidad y el deseo de los hombres de aliviar su trabajo y de disponer de reservas para hacer frente a las calamidades naturales movieron a perfeccionar los instrumentos y desarrollar los hábitos de trabajo. Más, al cambiar los instrumentos de trabajo, los hombres al margen de su voluntad, inconscientemente, sin adivinar siquiera las consecuencias sociales a que esto conduciría, preparaban una transformación radical de la sociedad: el paso de la comunidad primitiva al esclavismo. Las fuerzas productivas de la sociedad, al acrecerse, exigía nuevas relaciones de producción entre los hombres.

El régimen de la esclavitud.

La base de las relaciones de producción de este régimen era la propiedad privada del esclavista, no sólo de los medios de producción, sino también de los propios trabajadores: los esclavos. Esta propiedad del esclavista sobre los esclavos y cuanto ellos producían, venía impuesta por el nivel del desarrollo de las fuerzas productivas de la época, suficientemente alto para que fuese posible la explotación de los trabajadores, apropiarse parte del producto por ellos producido, sólo reduciendo su consumo al mínimo, dejándose lo estrictamente imprescindible para que no se muriesen de hambre. Esto no podía hacerse sino privando a los explotados de toda clase de derechos, reduciéndolos a la situación de “instrumentos parlantes” y aplicándoles las medidas de coerción más feroces. El cambio de las relaciones de producción revolucionó asimismo, las esferas restantes de la vida social.

Las relaciones de colaboración y solidaridad propias de la comunidad primitiva, dejaron paso a relaciones de dominación de un aporte de la sociedad sobre la otra, a relaciones de explotación, de opresión y hostilidad irreducible. La sociedad se escindió en clases antagónicas: la de los esclavistas y de los esclavos.

La época de la esclavitud aportó a los trabajadores terribles calamidades y sufrimientos. Los intereses más viles, la baja codicia, la brutal avidez por los goces, la sórdida avaricia, el robo egoísta de la propiedad común inauguran la nueva sociedad civilizada, la sociedad de clases; los medios más vergonzosos, el robo, la violencia, la perfidia, la traición minan la antigua sociedad de las gens, sociedad sin clases y la conducen a la perdición. Así describe Henuelo la época de transición del régimen de la comunidad primitiva al esclavista.

La feroz explotación de que eran objeto los esclavos provoca en ellos una desesperada resistencia. Para aplastarla no servían los viejos órganos de gobierno de la gens y la tribu; requiérase un aparato especial de violencia, y éste fue el Estado. La nueva institución estaba llamada a proteger la propiedad de los esclavistas y asegurar la afluencia constante de esclavos a esta situación eran reducidos los prisioneros de guerra y los deudores insolventes. A la vez que el Estado nació el Derecho, o sistema de normas y prescripciones

jurídicas que expresaban la voluntad de las clases dominantes y que estaban respaldadas por la fuerza coercitiva del Estado. Aparecieron nuevas costumbres y una ideología específica de la sociedad esclavista. Entre los opresores se fue extendiendo poco a poco el desprecio al trabajo físico, en el que empezó a verse una ocupación indigna del hombre libre; se fue arraigando la idea de la desigualdad de los hombres. Y a pesar de todo esto, el régimen esclavista significaba un gran paso adelante en el progreso de la humanidad prosiguió la división social del trabajo: entre la agricultura y las industrias urbanas y entre estas últimas también la división del trabajo, significa a su vez, su especialización y perfeccionamiento de los instrumentos y un nuevo caudal de experiencias de trabajo. En la agricultura, junto al cultivo de cereales aparecieron ramas nuevas (horticultura, fruticultura,

etc.) Se inventaron aperos como el arado de ruedas, la grada y la guadaña. La fuerza muscular del hombre se ve complementada en gran escala por la de los animales. El trabajo de masas de esclavos permitía la construcción de presas y sistemas de riego, de caminos y de barcos, de condiciones de agua y de grandes edificios urbanos. Y cuando parte de los miembros de la sociedad quedaron libres de la participación directa en la producción debido a la explotación de los esclavos–se crearon las condiciones para el progreso de la ciencia y de las artes. Pero llegó, sin embargo, un tiempo en el que se agotaron las posibilidades de progreso que el modo esclavista de producción implicaba; sus relaciones de producción se convirtieron en una traba que dificultaba el desarrollo de las fuerzas productivas. Los esclavistas, disponiendo como disponían del trabajo barato de los esclavos, no mostraban interés por el perfeccionamiento de los instrumentos de producción. A mayor abundamiento, no se podía confiar al esclavo instrumentos complicados y costosos, puesto que no tenía el menor interés en el resultado de su trabajo. Pero el desarrollo de las fuerzas productivas imponía cada vez más imperiosamente la supresión de las viejas relaciones de producción. Esto sólo podrá hacerlo una revolución social, cuya fuerza motriz eran las clases y capas que más sufrían del régimen esclavista

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