ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Producto Diplomado

kathy8021 de Agosto de 2011

2.862 Palabras (12 Páginas)671 Visitas

Página 1 de 12

Educación y laicismo

Miguel Limón Rojas1

Señoras y Señores:

Relacionar la educación con el laicismo y con la vida cotidiana nos da ocasión de aquilatar

uno de los principios fundamentales que garantizan nuestras libertades. La laicidad ha tenido

una enorme importancia en la historia de nuestro país. En nuestro tiempo es un principio de

consecuencias considerables, y conviene discutirlo para tener ideas claras y nociones que nos

ayuden a apreciarlo.

Es saludable que en el medio académico se dé la debida atención al tema de la vigencia de

este principio de la educación nacional. La valoración de lo rico y complejo de sus

planteamientos jurídicos y filosóficos, y de sus implicaciones para la vida cotidiana y para el

futuro de la nación, entre otros asuntos, se beneficia del tratamiento riguroso y ecuánime

que puede imprimirle el debate académico.

Nuestra Constitución establece que la educación que imparta el Estado debe ser laica, y la

define como aquella que se mantiene “por completo ajena a cualquier doctrina religiosa”. Es

la expresión, en el ámbito educativo, del principio histórico de separación del Estado y las

iglesias, y de un conjunto de normas que por un lado impiden al Estado establecer

preferencias o privilegios en favor o en contra de religión alguna; y por otro, de la garantía

de la libertad de creencias, de la cual se derivan derechos específicos para todo individuo, a

saber: tener o adoptar la creencia religiosa de su preferencia, o bien no profesar creencia

religiosa alguna y no ser objeto de discriminación, coacción u hostilidad por causa de tales

creencias religiosas, ni ser obligado a declarar sobre las mismas.

El laicismo en la educación responde a las necesidades que tiene un pueblo como el nuestro,

que ha aspirado a asegurar la libertad de conciencia, y a afianzar, mediante la educación, una

forma de gobierno y un sistema de vida democráticos; además ha contribuido a hacer posible

el pluralismo social y político en nuestro país; es decir, el respeto pleno a las garantías

individuales y los derechos humanos de toda persona.

La educación laica es una condición del desarrollo libre de los individuos, pues asegura la

libertad de conciencia de todas las personas, tanto la de quienes adoptan alguna religión

como la de quienes no lo hacen. Ante el Estado y ante la ley estas personas son iguales. Es

de interés de todos, por tanto, que el Estado se apegue al principio del laicismo en materia

educativa.

Además, el laicismo en la educación ha hecho posible la superación de conflictos sociales

que en otras épocas dividieron profundamente a los mexicanos y ha puesto a salvo de dichos

conflictos a las comunidades escolares al respetar la libertad de creencias de los niños y de

sus padres.

El Estado laico garantiza la libertad de conciencia, por ello no adopta ni se opone a los

credos de las diversas religiones. Veamos cada una de estas condiciones del laicismo

imaginando las consecuencias de su incumplimiento en el ámbito educativo.

1 Ponencia presentada en el Coloquio Laicidad y Valores en un Estado Democrático cuando el autor fungía

como Secretario de Educación Pública. El acto se verificó el 6 de abril de 2000 en la Sala “Alfonso Reyes”,

de El Colegio de México.

Si el Estado adoptara en la educación pública las creencias que emanan de algún credo

religioso, violaría la libertad de creencias, y con ello uno de los derechos humanos del

pueblo mexicano, pues al adoptar una religión, se negarían la libertad de unos y la igualdad

de todos.

Por otra parte hemos comprendido la necesidad de reconocer la diversidad y de respetar los

derechos de las minorías. El laicismo en la educación es una manera de respetar el

pluralismo y de garantizar y realizar el principio de igualdad jurídica ante la ley.

Introducir a la escuela pública distinciones que tengan como base los credos religiosos de los

alumnos, abre la puerta a privilegios, conflictos, exclusiones y discriminación que la

educación está llamada a combatir. La escuela pública laica está abierta para todos y está

comprometida a ofrecer una educación de calidad, relevante y pertinente a cada uno de sus

alumnos, sin distinciones.

La educación es indispensable en la democracia y para la democracia, puesto que todos los

ciudadanos requieren estar capacitados para comprender los principios y normas que los

rigen y participar en su conformación. Por ello la educación básica en nuestro país tiene

carácter universal y obligatorio. Su obligatoriedad compromete al Estado a impartirla

mediante planes y programas en los cuales se omiten los credos religiosos.

La educación laica no cuestiona los fundamentos de las religiones, pero no se basa en ellos,

sino en los resultados del progreso de la ciencia, cuyas conclusiones no pueden ser

presentadas sino como teorías que se confrontan con los hechos y los fenómenos que las

confirman o las refutan. De ese modo prescinde de pretensiones dogmáticas y se ubica en el

ámbito de la libertad.

Conviene recordar que la escuela y las iglesias tienen fines diferentes y responden a

necesidades humanas distintas, aunque ambas instituciones tienen un papel legítimo en la

sociedad. Los métodos de trabajo de la escuela y de las iglesias son también diferentes: las

escuelas forman ciudadanos y las iglesias, devotos. Ambas instituciones están

comprometidas con lo humano, pero cada una con los medios y los métodos que le son

propios.

Decíamos que la educación laica no adopta pero tampoco se opone a los credos religiosos

de los educandos.

La oposición a las convicciones íntimas de los ciudadanos no tiene lugar en nuestra

concepción del laicismo. Las diversas convicciones religiosas tanto como las posturas ateas

y agnósticas son respetadas por el Estado.

En la escuela no se denuestan las creencias religiosas de los educandos, ni se busca

sustituirlas por otras: la educación laica no es antirreligiosa. En la escuela se enseña que la

adhesión a un credo religioso es un derecho de las personas. Sin adoptar ni negar credo

alguno, se promueve que se respeten las creencias religiosas de cada quién.

Llevar a cabo una educación laica en un contexto cultural en el cual las creencias religiosas

tienen un lugar relevante, nos lleva a considerar la manera en que éstas son recibidas y

tratadas en la escuela.

Consideremos, por ejemplo, que cada niño y cada niña llega a la escuela con principios y

valores aprendidos fuera de ella, en el medio al que pertenecen. Esos principios y valores

condicionan muchos aspectos de su conducta. Algunos de ellos incluso pueden tener un

origen religioso.

A la escuela corresponde partir de un pleno respeto a las convicciones del educando. En ella

se aprenderán los principios que la sociedad considera valiosos, los cuales coincidirán en

mayor o menor medida con lo que su familia y el medio social más amplio le han

transmitido. Pero la escuela tiene la obligación de brindarle también las herramientas

conceptuales y de juicio que progresivamente lo ayuden a examinar por su propia cuenta el

conjunto de los principios que guían su conducta, para poder sostenerlos o modificarlos de

acuerdo con los criterios que libremente vaya formando en su proceso de maduración, de

hacer sus convicciones compatibles con los imperativos de la convivencia y además para que

él se encuentre en aptitud de hacer valer su libertad de conciencia ante la sociedad.

La escuela no es el lugar donde se examinan las creencias de los educandos, sino donde se

ofrece un marco de valores universales que posibilita la convivencia de personas con

diferentes credos y costumbres. Este marco de valores universales ayuda al estudiante a

revisar sus propios valores, creencias y costumbres tomando en cuenta a los demás.

La escuela se ocupa de proporcionarle nociones y saberes a fin de que construya

explicaciones y respuestas para las grandes interrogantes que le inquietan, y para poder

elegir con fundamento las propuestas a las que se adhiere y sobre las cuales desea edificar su

propia vida.

Los valores y principios que trasmite la escuela laica al estudiante contribuyen a que sus

creencias, sus costumbres y sus actos sean acordes con la dignidad y los derechos de las

personas. Al brindar una cultura nacional y universal, la escuela amplía los horizontes

espirituales del alumno; al proporcionarle conocimientos, le da la posibilidad de comprender

el mundo y participar en su transformación. Multiplicar sus opciones ensancha los márgenes

de su libertad.

El laicismo no impone una visión del mundo: crea las condiciones para que cada quien

libremente construya la propia.

El laicismo significa neutralidad en materia religiosa, pero no neutralidad valorativa o moral.

No sólo permite, sino estimula una educación valoral. Aún más, el laicismo, como hemos

visto, comprende y alienta principios que los mexicanos hemos asumido como

fundamentales a lo largo

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (19 Kb)
Leer 11 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com