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Pueblo Soberano


Enviado por   •  10 de Abril de 2015  •  2.594 Palabras (11 Páginas)  •  2.844 Visitas

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CONCEPTO DE PUEBLO COMO ENTE SOBERANO

En 1762, Jean-Jacques Rousseau retomó la idea de soberanía pero con un cambio sustancial. El soberano es ahora la colectividad o pueblo, y ésta da origen al poder enajenando sus derechos a favor de la autoridad. Cada ciudadano es soberano y súbdito al mismo tiempo, ya que contribuye tanto a crear la autoridad y a formar parte de ella, en cuanto mediante su propia voluntad dio origen a ésta, y por otro lado es súbdito de esa misma autoridad, en cuanto se obliga a obedecerla.

Así, según Rousseau, todos serían libres e iguales, puesto que nadie obedecería o sería mandado por un individuo sino que la voluntad general tiene el poder soberano, es aquella que señala lo correcto y verdadero y las minorías deberían acatarlo en conformidad a lo que dice la voluntad colectiva.

El pueblo es soberano...pero no tanto

Esta concepción russoniana que en parte da origen a la revolución francesa e influye en la aparición de la democracia moderna, permitió múltiples abusos, ya que en nombre de la voluntad "general" o pueblo, se asesinó y destruyó indiscriminadamente. Generó actitudes irresponsables y el atropello a los derechos de las minorías.

Así, de Rousseau nace el concepto de soberanía popular, mientras que del abate Sieyès nace el de soberanía nacional.

Ambos conceptos se dan indistintamente en las constituciones modernas, aunque después de la Segunda Guerra Mundial ha retomado con fuerza el concepto de soberanía popular que se mira como más cercano al pueblo, el cual se supone que actualmente tiene un grado de cultura cívica y moderación mucho más alto que en el tiempo de la toma de la Bastilla en 1789.

Las constituciones hablan del pueblo, fuente única e invisible del poder, quien toma el relevo de Dios, en cuyo nombre reinaban los reyes. El pueblo es un ente Meta jurídico, pues teóricamente dice, como Dios, lo que es justo o injusto, aunque en realidad no dice nada. La Constitución la redactaron unos expertos, la interpretan otros, que son quienes dicen que el pueblo es el soberano -una palabra que antes se aplicaba al rey- y casi ningún español se la ha leído, y menos todos juntos en popular asamblea. El pueblo ni legisla -legislan el Congreso, el Senado y el Gobierno- ni gobierna, gobierna el Gobierno. El pueblo tampoco habla. En su nombre hablan algunos, como los sacerdotes en nombre de Dios. Y quienes más hablan son los medios de comunicación, que tampoco son el pueblo. Las constituciones comienzan diciendo que existe un pueblo soberano porque tienen que empezar de alguna manera, que no sea por la voluntad divina, excepto en el integrismo islámico, para explicar de dónde idealmente van a salir todas las leyes concretas y reales que afectan a la vida de la gente. Una constitución puede decir que hay varios pueblos que pactan asociarse en una Estado único con una soberanía compartida, tan hipotética como la soberanía única. Lo que ocurre es que la constitución es un pacto o un juego. No se puede jugar al ajedrez con las fichas del parchís y por eso una constitución no puede incluir la cláusula harakiri para anularse constantemente a sí misma, de la misma manera que una sentencia de divorcio no puede contemplar el proyecto de una vida amorosa, familiar y económica nueva en común tras la ruptura. Discutir si existe Cataluña o España es lo mismo que saber qué es el Espíritu Santo: una cuestión de fe. Pero la gente no es una cuestión de fe, existe, y las leyes y las instituciones también. El derecho no es más que la forma de impedir los conflictos o de resolverlos de la mejor manera posible; no la manifestación de la voluntad de entes invisibles, sean los que sean.

LA MEXICANIDAD COMO PRESUPUESTO CONDICIONANTE AL INDIVIDUO QUE PARTICIPA EN LA VOLUNTAD SOBERANA DEL PUEBLO.

Es el derecho que tiene el pueblo a elegir a sus gobernantes, sus leyes y a que le sea respetado su territorio. Según esto, habría que considerar que el derecho se tiene frente a alguien y porque alguien lo concede; en consecuencia, habría que convenir en que la soberanía, más que un derecho, es el "poder", sabiendo que la mexicanidad se considera un rasgo que tiene todo aquel pueblo indígena dentro de la república, queda muy en claro que toda aquella persona que tenga este “rasgo” tendrá el derecho a elegir a sus gobernantes.

Los filósofos del momento, Bodin y Hobbes después fundamentaron las bases mundanas de un poder unitario, centralizado, totalitario y absoluto. El Estado era, ante todo, un proyecto racional de la humanidad. Las teorías políticas que empezaron a emerger versaron sobre el contrato social y el cambio a un Estado de naturaleza civil. Poco a poco fue adquiriéndose la conciencia de unidad e identidad que hicieron posible concebir a la Nación.

Estas ideas coincidían con la revolución industrial que estaba transformando a la sociedad. Frente a una nueva realidad económica, el Estado debía readecuarse y requilibrarse.

El paso de la antigua sociedad de capas a una sociedad civil define la segunda etapa del Estado. Los privilegios de nacimiento, todavía herencia feudal, fueron combatidos de manera evidente durante la revolución francesa. La Asamblea Nacional nació de la ruptura generada durante el régimen monárquico entre los tres estados: la iglesia, la aristocracia y el pueblo, que en ocasiones especiales se reunían en los Estados Generales. Durante el periodo de crisis prerrevolucionario, cuando el rey convocó a los Estados Generales, la aristocracia y el clero establecieron una alianza y marginaron a los representantes populares, quienes se reunieron y asumieron posiciones propias. Con la revolución, la iglesia y la aristocracia desaparecieron como Estados y el tercer Estado se convirtió en Asamblea Nacional, a la que se sumaron algunos clérigos y nobles. Era pues indispensable transformar la sociedad de estratos en una organización de vida asociada, que reflejara el nuevo pensamiento del mundo civilizado. Se depositó entonces la soberanía nacional en la Asamblea que, al incurrir en excesos de poder, le confirió al Estado el carácter de opresor del individuo en un régimen de terror.

Aparece entonces la democracia representativa como instrumento ideal y el Estado se sujeta a la soberanía popular. El caso de Robespierre obligó a imponer límites al poder del Estado.

Trasladar la actividad individual hacia un aparato institucional es el fundamento del Estado de derecho liberal. Por esa razón cobró gran énfasis la creación de leyes y la representación de los sectores sociales en la integración de los cuerpos que producen estas leyes. Se produjo el tránsito de la legitimidad a la legalidad-el de lo que Weber

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