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¿Que aspectos se califican para una critica de la arquitectura?

Sofía NavarroEnsayo2 de Julio de 2017

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Universidad de Costa Rica

Teoría de Arquitectura I

II semestre 2013

¿[a][b]Qué aspectos se califican para una crítica de la arquitectura? ¿Por qué?

Por Sofía Navarro A74562

Antes de hablar de estos aspectos se habría que discutir acerca de la pregunta: “En los tiempo actuales, ¿se hace crítica sobre la arquitectura?”. De otra manera sería absurdo hablar de una cosa sin saber de la existencia de la otra que es lo que lo provoca. He ahí mi punto de partida.

Martin Pawley expresa en su libro “La extraña muerte de la crítica de arquitectura” un hecho inquietante: la crítica de arquitectura, tan influyente hace pocas décadas, hoy tiene un papel irrelevante. Comenta que en el caso de la crítica de arquitectura se suman dos crisis, la cultural y la propia. En el caso de la propia dice que la arquitectura ha perdido un papel decisorio y de liderazgo con relación al que tuvo en el periodo de entreguerras y en la posguerra, en que las políticas de vivienda, inspiradas por arquitectos, sentaron las bases del Estado de bienestar. Según Pawley hoy la arquitectura y el urbanismo son serviles a los objetivos financieros e inmobiliarios, y tienen escasa iniciativa para plantear alternativas a lo que imponen los intereses dominantes. De la mano a todo esto es donde se desarrolla la crisis cultural.

Hay más factores que explicarían esta muerte tan hegeliana decretada por Pawley: lo que queda de la crítica está dominado por la cultura angloamericana, que sigue definiendo posiciones, como la poscrítica, los tecnoadministradores o los neopragmáticos. Y en este punto de inflexión, Peter Eisenman, con su negatividad, y Rem Koolhaas, con su pragmatismo, han potenciado la dispersión. En Europa quedan pocos focos de la crítica, más allá del grupo editorial de la revista Lotus en Milán y de facultades de arquitectura como la de la Delft University of Technology.”1

Ahora bien, hay que tomar varias cosas en consideración. No habrá manera de conceptualizar, proponer alternativas y replantear la arquitectura si no se piensa desde la historia y la crítica. Josep María Montaner en su artículo con el mismo nombre del libro mencionado anteriormente, agrega que las nuevas teorías han de partir de otras coordenadas: rechazo a la pretendida autonomía de la arquitectura, sintonía con los medios de comunicación y con las posibilidades de las industrias locales, incorporación de los nuevos modos de trabajo colectivo y de cooperación. Dice que se ha de avanzar en procesos en los que la abstracción recurra a mecanismos versátiles como los diagramas; que la arquitectura se centre en la vida y en la experiencia, y que se reencuentre la vertiente activista y experimental que tuvo en otros momentos de transformación.

Freddy Massad en su artículo titulado “La melancolía mató al crítico” da un punto de vista  distinto, comenta que lo que con toda seguridad ha muerto, es el concepto de la crítica según la plantea Montaner en su artículo. Un conocimiento académico y academicista en manos de unos pocos escogidos.

Pero... ¿porqué Massad discrepa con Montaner? Analicemos un poco su punto de vista...

Montaner proclama que en la actualidad no hay una crítica capaz de intervenir en la construcción social y cultural, y que la que hay deja de lado por completo los métodos de crítica del pasado, menospreciando así las posibilidades de la sociedad presente para generar una crítica acorde a su tiempo, sin querer entender que el modelo ha cambiado y la sociedad se ha tornado más dispersa y plural.

Por supuesto, nadie cuestiona ni infravalora en absoluto las aportaciones de la crítica de los años 70’s y 80’s, lo que se dice es que si bien es importante tener un conocimiento bien articulado del pensamiento de sus principales figuras en aquellas épocas, también es necesario tener una objetividad que permita reconocer que su relectura, a la luz actual, deja muchos puntos abiertos y cuestionables. Pero esto pasa en la crítica del presente (de haberla), que lo que hace es confirmar la necesidad de que el pensamiento se mantenga activo, fluido y en constante revisión y evolución para poder dotarse de pleno sentido.

Ahora bien, ¿porqué esta relectura provoca puntos abiertos y cuestionables? ¿Que hace que la crítica de hoy en día tenga estas características también?

Pues la globalización de los medios de comunicación. Esto hace que haya mucho ruido banal, que la gente hable discursos basura que se pueden difundir con gran facilidad a millones de personas, a opinar aun cuando no haya opinión consistente a sostener.

“(...) Ha dado pie a la conversión de la arquitectura en variantes del cotilleo, a la conversión del discurso de la arquitectura en mera complacencia hedonística, al culto de la imagen y a la proliferación de la versión digital del charlatán (que siempre existió) para el cual la red ha amplificado su territorio de protagonismo.2

 Pero también hay que ver el lado positivo. La era de la información ha creado un campo riquísimo para la discusión abierta, interactiva y colaborativa. Y con esto viene la creación de actitudes de pensamiento que generan un estado donde entra en crisis ese modelo único y anclado en el conocimiento académico y desde donde se proponen los fundamentos para una reflexión contemporánea.

Es importante aclarar que la crítica hoy en día, debe posicionarse desde actitudes que tengan conexión directa con la realidad y sus circunstancias. Dicho de otra forma, se tiene que comprender el ejercicio de la ‘crítica intelectual’ desde otras vertientes. La crítica no está muriendo ni desapareciendo, se está reconfigurando en dirección hacia otros necesarios paradigmas.

“La crítica, al constituirse como actividad, ejerce el rol de línea de fuga en un movimiento continuo de asociación y disociación de lo personal con lo colectivo. Existen tantos caminos a tomar para establecer una crítica arquitectónica como arquitectos con vocación de reflexionar. Pero principalmente, nunca se ha discutido que para que esa crítica arquitectónica pueda tener lugar, tiene que existir un hecho arquitectónico que se constituya como objeto de estudio. Siguiendo esta postura, podemos establecer una crítica desde un punto de vista meramente pragmático, documentando y analizando los aspectos visibles de los hechos arquitectónicos existentes. Este método retoma los lineamientos de las primeras aproximaciones a la crítica en la disciplina, siendo eje de una reflexión cuya certeza y cuya claridad resultan indiscutibles.3

Como mencionaba anteriormente, se puede tomar un camino un poco más difícil de transitar a la hora de ejercer la crítica sobre la arquitectura, en el que el ejercicio de la crítica trascienda las barreras arquitectónicas y penetre en otros campos de acción.

Dice Mario J. Buschiazzo en su artículo “La arquitectura del afuera: una crítica arquitectónica tangencial” que este camino es rizomático y no-lineal. Los objetos a crítica se pueden confrontar en un análisis sin jerarquía. Por lo tanto, ya no resulta tan importante criticar una obra de arquitectura como si esta fuese un objeto de contemplación analizado en su carácter de obra de arte, si no que más bien afirma que el punto clave de esta reflexión está en lo social y no necesariamente en el objeto existente. Como decía Nathan Silver, en la ‘Arquitectura sin edificios’.

“Luego de muchos intentos por constituir una cultura universal, desde mediados del siglo pasado las sociedades fueron presenciando la caída de estos ideales unidireccionales y la afloración del pluralismo aceptado como nuevo contexto. La arquitectura nunca fue ajena a estos cambios. Esta es la principal razón por la cual una manera pluralista de hacer crítica es necesaria.3

Ya no encontramos un único tema importante en un ‘hecho arquitectónico’, ya que cada hecho necesita de los demás acontecimientos contextuales y humanos.

Aclaración: al refierse a la producción arquitectónica como ‘hecho’, se está bajando del pedestal al edificio, poniéndolo a la altura de todos y quitándole así esa sensación de superioridad y distanciamiento que se le ha otorgado a lo largo de los años. El edificio ‘es’, junto con su contexto mediato e inmediato, su gente, las actividades desarrolladas en él, la luz, el aire, el vacío, el lleno. El ‘todo’ conforma este hecho arquitectónico. Y sus límites van desapareciendo. A medida que vamos entendiendo el edificio como un conjunto de acontecimientos, éste va aportando valores que pueden servirnos para hablar de la disciplina arquitectónica en general, más que para simplemente constituirse como un objeto de estudio aislado. Debe salir, relacionarse con las demás disciplinas y constituir un nuevo lenguaje.

Por lo tanto, después de haber contestado la primera inquietud y poniendo en contexto la visión de ‘crítica’ que se debería de utilizar en la época contemporánea, podemos empezar a responder la segunda pregunta.

Según las definiciones del diccionario, ‘crítica’ significa la capacidad para formular juicios y opiniones, especialmente el análisis y la valoración de un campo determinado de la actividad del hombre desde una perspectiva determinada con respecto a unos valores precisos. En la arquitectura, siendo algo tan complejo, multidisciplinario, dinámico y relativo, esta definición, que penetra en todas las esferas de la vida social, significa una ‘selva inconcebible’ de problemas.

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