REFLEXIÓN EDUCATIVA
jaavirombrugalResumen15 de Noviembre de 2018
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¿Cabe Dios en la educación?
La religión como tal siempre estuvo muy presente desde los orígenes de la cultura española, su tradición y por consiguiente, en el día a día de nuestras aulas.
Creo que debemos caminar en busca de una idea racional del logro, la confianza, la seguridad y el éxito.
Los patrones católicos y religiosos generalmente nos trajeron una idea de dependencia hacia un ser superior, una especie de debilidad por parte del ser humano que en numerosas ocaciones desemboca en parálisis o con el comportamiento estático y desesperanzado a la hora de referirnos a la solución de problemas o a la salida de los mismos. Nos encontramos con una sociedad vulnerable y en cierta medida, incapaz.
Creo que a partir de valores eclesiásticos que pueden resultar positivos como la fraternidad o la solidaridad debemos encontrar una idea plural de justicia, independencia y autonomía digna para el ser humano y que comencemos a construirnos a nosotros mismos más allá de una figura que nos recree.
Lo contrario sería caminar hacia el retroceso, el progreso necesita alejar a la religión cristiana hacia el ámbito privado o íntimo, así como familiar, con la finalidad de darle el espacio que se merece a la ciencia, social y biológica y a pilares fundamentales y poco reconocidos y estudiados como el terreno de la ética.
¿Qué hacemos con los deberes para casa?
Es realmente relevante replantear una cuestión tan arraigada en la educación primaria como los 'deberes' o lo que estos como parte significativa en la vida de un niño pueden llegar a significar.
¿En qué momento se convirtieron las actividades, los ejercicios plásticos o las redacciones en deberes vitales para niños de entre 6 y 12 años?
Dirigiendo la mirada hacia una sociedad feliz y realizada creo que habría que reconstruir este concepto y plantear un debate donde la palabra 'jugar' o 'sonreír' pueda también llegar a ser un deber, sin necesidad de pasar 4 horas al día escribiendo cuestiones o patrones poco racionales con ayuda de un mayor, dando lugar a que en la mayoría de casos el alumno no haga ni el 60% de lo que teóricamente es su trabajo.
Considero que es lógico y coherente que deben existir las actividades y el trabajo para casa, ya que en clase no da el tiempo que nos gustaría para hacer hincapié en ciertos conceptos de la lingüística o la historia, entre otros muchos ámbitos.
Creo que treinta minutos al día dedicados trabajar nociones básicas y necesarias de materias principales podría ser suficiente para el desarrollo teórico y práctico de un grupo de niños, siempre que el profesor en clase haga su labor en clase, utilice la pedagogía adecuada y los chicos comprenda lo que este, al menos, debe intentar transmitir.
Encontramos ejemplos de países como Finlandia donde se enfoca hacia la felicidad y la autoconstrucción de los propios alumnos hacia su futuro y personalidad académica. Creo que nos vendría bien realizar un estudio sobre hasta qué punto son racionales los deberes que solemos mandar y cuáles pueden ser válidos y cuáles tienen poca utilidad en la evolución de los chicos.
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