Reflexiones Acerca De La Formación De Docentes
hsramz2512 de Agosto de 2011
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Reflexiones acerca de la formación de docentes
Con el nombre genérico de "formación de docentes" se designan, en este artículo, las funciones de formación inicial, actualización, superación, capacitación y nivelación de docentes, las cuales pueden describirse brevemente de la siguiente manera:
a) Formación inicial: preparación profesional para la docencia (especializada en algún nivel o área educativa) con obtención de un título de licenciatura que avala el ejercicio de la misma.
b) Actualización: profundización y ampliación de la formación inicial incorporando nuevos elementos (disciplinares, metodológicos, tecnológicos, etc.) sin conducir necesariamente a la obtención de un grado académico.
c) Superación: profundización y ampliación de la formación inicial mediante programas de posgrado para profesionales de la educación (puede entenderse como una modalidad de la actualización).
d) Capacitación: formación para la docencia a profesores que ejercen sin haberla tenido, puede conducir a la obtención de un grado académico.
e) Nivelación: complementación de la formación inicial a docentes que no obtuvieron el grado de licenciatura, para que lo obtengan.
En el lenguaje común, es posible que estos términos se utilicen haciendo algunas diferencias con las descripciones anteriores, sobre todo si se quieren asociar los términos descritos con programas específicos que se ofrecen en los distintos servicios educativos, pero en el presente trabajo, cuando hablamos de la formación docente, nos estamos refiriendo a un proceso de desarrollo más que a un programa de estudios o de aprendizajes alcanzados de manera permanente.
Todos los que nos involucramos en ese proceso característico de la formación docente, pasamos a través de una serie de etapas (no necesariamente lineales) en la adquisición de conocimientos y en el desarrollo de habilidades. Sin embargo, ese proceso no termina cuando el alumno docente obtiene un título, sino que continúa a través de la vida profesional, en donde se esperaría una permanente actualización y no solamente cursos aislados referidos a diversos tópicos relacionados con la tarea docente. Un profesor necesita estar siempre abierto a los retos y hallazgos que encuentra en el camino profesional, y a la vez, estar dispuesto a examinar y perfeccionar sus metas y sus técnicas en cada año escolar y con cada grupo nuevo de estudiantes.
Dado que el proceso de desarrollo docente es continuo, hay que asegurar que los alumnos que entran en un programa de formación estén conscientes del compromiso que implica ese trayecto y que, a su vez, no agoten esta expectativa durante el ejercicio profesional. Con eso en mente, a continuación se analizan algunos retos de la formación de docentes, se proponen principios que pueden ser orientadores de la formación inicial y elementos para reflexionar sobre la actualización.
En la docencia es siempre necesario que quién la ejerce, cuente con una actitud de crecimiento constante en cuanto a su preparación profesional y personal, bajo un análisis conciente del papel que ocupa a nivel social y lo impactante de su labor, si la misma es eficiente o ineficiente, efectiva o fallida, satisfactoria o no satisfactoria, ello siempre se verá reflejado en el accionar dentro de la sociedad, de quienes fueron sus educandos y aprendieron de su relación con él en el espacio y tiempo en que coincidieron; es así que la preparación y actitud de los catedráticos, además de sus planes y programas de los lugares formación continua del docente, son sin duda alguna de vital importancia en el futuro de una sociedad, pero nada son si no existe en el docente una actitud propositiva y abierta para realizar cambios positivos en su praxis docente.
Algunos retos de la formación de docentes
A lo largo de la historia de la formación de docentes en México, hemos transitado por diversas maneras de concebir y plasmar en acciones la intencionalidad de dicha formación; esto ha ocurrido en concordancia no sólo con las tendencias vigentes en cada época en los diversos países del mundo, sino sobre todo con lo que determinados grupos sociales asumen que debe ser el rol del maestro.
Así, nos encontramos con épocas en las que el docente se concibe sobre todo como vigilante de que las nuevas generaciones aprendan y respeten las normas y estilos de conducta considerados como aceptables; épocas en que lo importante es que el docente sepa cómo hacer para que los alumnos alcancen ciertos aprendizajes; épocas en que el énfasis ha sido puesto en que el docente sepa qué enseñar; épocas en que se ha considerado que el docente tiene que ser un crítico capaz de fundamentar teóricamente lo que debe hacer; épocas en que se ha concebido la docencia como tarea íntima y necesariamente vinculada con la investigación, etcétera.
Sin pretender realizar una evaluación formal ni emitir juicios en los que se pudiera legítimamente diferir, no podemos dejar de señalar algunas implicaciones que los diferentes énfasis que tiempos pasados y las corrientes en su aplicación han traído, en su momento, al desempeño de los docentes:
a) El énfasis en cómo ejercer la docencia llevó a mirar a los profesores como aplicadores acríticos de normas y principios, aunque en muchas ocasiones, sumamente efectivos para lograr determinado tipo de aprendizajes en los alumnos.
b) El énfasis en el qué y cómo hacerlo parece haber contribuido a una visión de la enseñanza más vinculada con las características de cada disciplina, pero a fin de cuentas, fundamentalmente orientada por las normas y principios derivados de la didáctica; el eje del desempeño docente siguió siendo un quehacer prácticamente predeterminado y considerado como válido para la mayoría de los casos de enseñanza.
c) El énfasis en por qué hacerlo y cómo generarlo dio forma a un valiosísimo propósito de sustentar la práctica docente en una formación teórica y en un quehacer surgido de la búsqueda de respuesta a los problemas educativos por la vía de la investigación, pero pareció quedarse corto en sus alcances al diversificar, sin profundizar, en distintos campos de conocimiento, propiciando además una formación poco consistente en el cómo de la docencia.
d) El énfasis en el logro de competencias, que puede considerarse como reflejo de la tendencia actual a promover de manera prioritaria el desarrollo de habilidades para el desempeño profesional, es prometedor, se encuentra en etapa de introducción y será de especial interés seguir de cerca cómo se refleja en la práctica de los docentes formados desde esta perspectiva.
Como resultado de las diversas concepciones y del énfasis en que cada una de ellas plasma o concreta sus acciones formadoras, se ha esperado del docente una función que parece oscilar, según su acentuación, entre preceptor, artesano, tecnólogo, teórico, científico, investigador, etcétera.
Así pues, en mi particular punto de vista, haciendo un análisis de la labor y naturaleza de las actividades docentes, creo firmemente que las instituciones formadoras de docentes, deberían además de desarrollar ciencia educativa, generar tecnología aplicada a la específicamente a la educación y los procesos de la misma que representen retos para su óptimo desarrollo, magnificando y fortaleciendo su ejecución, pues el maestro frente a grupo enfrenta un reto similar a construir los cimientos o algunos niveles siguientes de un gran rascacielos sin contar con más herramientas que sus manos, planteando de ésta forma la complejidad de la labor docente en los tiempos que se viven y en ocasiones hasta el total abandono de nuestros gobernantes, primordialmente esa falta de interés en lo referente a los fenómeno educativo, sus procesos, e impacto en la sociedad, se suplen o se les resta importancia por los de carácter económico, financiero y político.
En un intento de abstraer elementos que puedan ser valiosos en la formación de docentes, y hasta cierto punto independiente del énfasis de dicha formación, se presentan a continuación algunas ideas sobre la formación inicial.
Formación inicial
En el desempeño cotidiano, un buen profesor adapta, afina, recrea, actualiza lo que había aprendido para que sea apropiado en su salón de clase o en su área de estudio. Un profesor que sigue utilizando los mismos procedimientos año tras año, pronto se enfrentará con estudiantes frustrados y con un pobre desempeño académico como resultado.
Hacer a los alumnos conscientes de la naturaleza de la enseñanza, en un programa de formación docente, no es fácil. Uno de los problemas más comunes en tales programas es que los alumnos, desde el inicio de su preparación, buscan recetas didácticas. Algunos rechazan o simplemente desconocen las formas de aprendizaje que realmente propician el desarrollo intelectual, prefieren memorizar una serie de recetas para cada materia y con eso se quedan conformes y confiados en su habilidad de enseñar en cualquier situación escolar.
Afortunadamente para unos, y desafortunadamente para otros, enseñar es tanto arte como ciencia. Lo que funciona para un grupo, no funcionará siempre con otro, por lo que no es suficiente conocer didácticas especializadas y simplemente aplicarlas. Tal profesor empieza por culpar a los alumnos, a los padres de familia o a los maestros anteriores, del pobre rendimiento académico manifestado en sus grupos, en lugar de reflexionar sobre sus propios métodos o en las características del programa de estudios.
Por lo tanto, antes que otra cosa, los alumnos
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