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Reforma Educativa 2009

skem26 de Septiembre de 2012

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La educación tiene desde sus inicios una relación estrecha con la sociedad, puesto que nace como una respuesta a la necesidad de transmitir y conservar la cultura de un pueblo. Mediante ella se promueven las virtudes que se desean exaltar, creando de esta manera un modelo de ciudadano a seguir por el resto de la comunidad, el cual englobe la idiosincrasia que permita a los individuos continuar desarrollando las costumbres y actividades que se consideren pertinentes.

El trabajo forma parte inherente de la sociedad el cual da, en muchos sentidos dirección a la existencia misma de una comunidad, siendo en ocasiones punto de partida para la distribución de los estratos sociales. Generando que la educación sea congruente con el tipo de entorno laboral del individuo, de modo tal que al transformarse el modelo de convivencia, también lo hagan los arquetipos de educación y trabajo.

Los grandes avances tecnológicos y científicos que se abrieron paso en el siglo pasado, modificaron de manera significativa la interacción y cosmogonía del humano. Pronto viejos conceptos quedaron descartados o incrustados en el nuevo pensamiento. La vida nunca había sido tan variable ni el conocimiento tan efímero, los cambios en la forma de trabajo no se harían esperar, las grandes máquinas, la producción en masa y las comunicaciones ocuparon su papel en la historia.

Ante tal revolución la incertidumbre tomo presas a las compañías tanto como a los empleados, la preparación para la que se habían capacitado menguaba y se hacía obsoleta en breves periodos. La alternancia para la que no estaban preparados denotaba el desfase entre el conocimiento y la acción. Había que buscar una solución ante el modelo mundial que se cernía frente a ellos y que abría la posibilidad de grandes empresas comerciales, el libre comercio potenciaba solo a aquellos preparados para ser parte de grandes corporaciones.

El trabajador debía dejar de ser un ser pasivo para convertirse en un sujeto capaz de prepararse de manera autónoma permanentemente, adoptando los conocimientos y actitudes necesarias que lo hicieran superar las dificultades reales para las que la teoría no los preparaba, siendo capaz de tomar las decisiones adecuadas.

Para lograrlo el modelo antiguo de capacitación era insuficiente, tenían que adecuarse a las nuevas necesidades del mercado.

Noam Chomsky, quien adoptara por primera vez las competencias en la década de los setentas, jamás se hubiera imaginado el impacto social que su teoría provocaría, no sólo en el campo de la lingüística dónde se desempeñaba, sino en otros entornos de la preparación humana.

Al sugerirla, su empleo se limitó al área de estudio de Chomsky, para referirla como la capacidad humana de generar conocimientos nuevos a partir de viejos esquemas (de lenguaje), utilizando la creatividad como forma de adaptación a su entorno. Pero a diferencia del concepto actual, éste sólo era aplicable al contexto donde se desenvolvía el individuo.

Con el tiempo la competencia se ampliaría al ámbito de la comunicación y otras ciencias afines, que darían cabida a la asimilación del concepto por parte de las empresas.

Inglaterra fue uno de los países que se encargó principalmente de tal difusión, al adaptar la competencia lingüística a los requerimientos de la industria, donde fue ligada a la eficacia y rentabilidad productiva. Abriendo las puertas al gran mercado global que la tergiversaría y utilizaría indiscriminadamente, al punto de que actualmente su significado parte desde la perspectiva más conveniente para cada individuo.

Siendo los más importantes: el conductual, que asume a las competencias como comportamientos basados en el análisis de la experiencia; el funcionalista, que admite a las competencias como atributos que posee una persona para cumplir un propósito; el constructivista, para quien son habilidades, conocimientos y destrezas para resolver dificultades; y el complejo, en el que la competencia se da por medio del desempeño en actividades y problemas que buscan la realización personal, el desarrollo social y económico sostenible en equilibrio con el ambiente (Tobón, 2007: 33).

En la década de los noventa, las competencias comienzan a ganar terreno en la educación, básicamente porque las compañías no podían encargarse de todo el proceso de formación y la sociedad comenzaba presionar por una educación que asociara el proceso formativo con el productivo.

La UNESCO, como respuesta a esta demanda, en el informe de Jaques Delors “la educación encierra un tesoro” (1996), plantea cuatro aprendizajes fundamentales en torno a los cuales se tiene que desarrollar la educación del siglo XXI para hacer frente a los retos que se presenten, ampliando el aprendizaje para la vida. Estos son: Aprender a ser, aprender a conocer, aprender a hacer y aprender a convivir.

El aprender a conocer trata sobre ampliar la cultura de un individuo, no simplemente en un área, sino de manera general, profundizando sólo en un pequeño número de ámbitos; ejercitando la memoria, la atención y en conocimiento, aprendiendo a aprender lo relevante en un mundo en el que se transmite masivamente la información.

Para aprender a hacer, se tiene que aprender a conocer al mismo tiempo, debido a que se requiere que el individuo haga frente a situaciones complejas que están supeditadas al cambio, por esto es necesario que sea competente y no sólo desarrolle actividades de una manera fragmentada.

Con aprender a convivir prima el hecho de que para entender a las demás personas es necesario trabajar juntos en situaciones equitativas para evitar los rasgos despectivos entre clases sociales y naciones, proponiendo como método para lograrlo el trabajo por proyectos, que centra a los distintos grupos en objetivos comunes y trabajo en equipo.

También es necesario que el sujeto se conozca primero a sí mismo, partiendo de la educación conjunta de familia, comunidad y escuela, para después lograr comprender a los demás mediante actividades en las que se propicie la toma del punto de vista de otras regiones y costumbres.

Tras esta publicación queda sentada la importancia de las competencias educativas a nivel internacional y de la formación en alternancia, constituyéndose la nueva visión del ciudadano de la sociedad global para el presente siglo. Sin duda son difíciles los retos a los que se enfrentan en materia de educación, la importancia de la escuela ya no radica en una transmisión del conocimiento, de valores o de las habilidades, sino que ahora implica una integración de cada uno de ellos en la acción y siendo esta parte esencial del ser humano. La competencia se vuelve entonces una nueva necesidad de formación global, y por tal razón debemos conocerlo.

El concepto de competencia ha tenido desde entonces diversos significados, siendo utilizado en ocasiones de manera indiscriminada, por lo cual, debido a la necesidad de implementar modelos curriculares basados en el desarrollo de competencias básicas por parte de los gobiernos y sus políticas educativas, se ha entrado en un consenso para definir lo que es una competencia básica y cuáles han de ser éstas.

Por esta razón se creó en la O.C.D.E (organización para la cooperación y desarrollo económico, por sus siglas en inglés), el proyecto DeSeCo (Definición y selección de competencias), el cual está encargado de definir y seleccionar las competencias esenciales para la vida de las personas y el buen funcionamiento de la sociedad, en él se toma el término competencias como “capacidad de responder a demandas complejas y llevar a cabo tareas diversas de forma adecuada. Supone una combinación de habilidades, prácticas, conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones y otros componentes sociales y de comportamiento que se movilizan conjuntamente para lograr una acción eficaz”. Distinguiéndose en su definición los conceptos contemporáneos existentes.

Para que una competencia pueda ser reconocida como básica la DeSeCo debe considerar que contribuye a obtener resultados de alto valor personal y social, que es aplicable a contextos y ámbitos relevantes y es beneficiosa para toda la población, independientemente de su sexo, cultura, condición social y entorno familiar.

A pesar de sus diversas interpretaciones, la competencia mantiene una estructura básica a desarrollar, la importancia y el empleo de cada uno de sus componentes depende de la finalidad que se le dé.

Esquema 1.1. Estructura básica de la competencia; sus componentes se entrelazan de modo integral, conformando un solo elemento.

Para comprender una competencia tenemos que explicarla en términos de los elementos que la conforman y deben ser puestos en una acción determinada como un todo, puesto que es un proceso de adquisición, innovación y creación humana a partir de ciertos esquemas. Siendo una transformación interna, incidida por factores externos, que no hacen identificable al sujeto competente de no ser en el ambito practico.

Por ejemplo, solo se puede ver si alguien es competente usando un mapa, cuando en una ciudad desconocida emplea adecuadamente uno para encontrar el lugar deseado, movilizando en una situación determinada los saberes, actitudes y valores latentes en mi interior y los llevo a la práctica.

Se puede decir entonces que uno solo de estos elementos no generan una competencia. Imaginemos la misma situación; un individuo que se encuentra

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