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Revolución de Mayo


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2014  •  Ensayos  •  3.472 Palabras (14 Páginas)  •  172 Visitas

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Revolución de Mayo

Norberto Galasso

La historia oficial

En los discursos escolares se califica a la Revolución de Mayo como el día del nacimiento de la patria y, según ese criterio, año a año, se festeja, con cantos y escarapelas, el aniversario, o bien podría decirse, el cumpleaños. Sin embargo –y a pesar de las décadas que llevamos de polémica histórica a partir de los primeros revisionis- tas– aún subsisten equívocos sobre este suceso, es decir, en las diversas interpretaciones saltan extrañas contradicciones. La razón de un fe- nómeno tan significativo –que no podamos explicarnos de una ma- nera acabada y coherente cuándo y de qué modo nacimos– obedece a que nuestras ideas históricas –así como políticas y culturales– se hallan infeccionadas por una concepción colonial. En definitiva, no sabemos de dónde venimos porque no sabemos quiénes somos, ni adénde vamos, según las ideas que prevalecen en colegios y medios de comunicación.

Para la historiografía liberal, Mayo fue una revolución separatis- ta, independentista, antihispánica, dirigida a vincularnos al mercado mundial, probritánica y protago- nizada por la “gente decente” del vecindario porteño. Si avanzamos algo en la caracterización que la historia oficial desarrolla –ya sea con todas las letras o implícita- mente, insinuando conclusiones– completamos el cuadro: a) la idea de “libertad” fue importada por los soldados ingleses invasores en 1806 y 1807, cuando quedaron pri- sioneros algún tiempo en la ciudad y alternaron con la gente patricia; b) el programa de la Revolución esta resumido en la Representación de los hacendados, pues el objetivo fundamental de la revolución con- sistía, precisamente, en el comercio libre o más específicamente, en el comercio con los ingleses; c) el gran protector de la Revolución fue el cónsul ingles en Río de Janeiro, Lord Strangford; d) el otro gran protector será, años más tarde, George Canning, quien tiene a bien reconocer nuestra independencia; e) la figura clave del proceso revo- lucionario es un Mariano Moreno liberal, europeizado, antecedente de Rivadavia y que, significativa- mente, ha sido abogado de varios comerciantes ingleses.

“Esta” revolución, así entendida, merece ser recordada y tomada como ejemplo según sostienen los intelectuales del sistema, puesto que sus rasgos fundamentales (apertura al mercado mundial, alianza con los anglosajones, “civili- zación”, porteñismo, minorías ilus- tradas) marcan aún hoy el camino del progreso para la Argentina.

De Bartolomé Mitre a nuestros días, esta versión ha prevalecido en el sistema de difusión de ideas (des- de periódicos, suplementos cultura- les, radiofonía y televisión, hasta los diversos tramos de la enseñanza y revistas infantiles tipo Billiken). Abu- rrida y boba, quedó sacralizada, sin embargo, porque esa era la visión de una clase dominante que había arriado las banderas nacionales y se preocupaba, en el origen mismo de nuestra historia, en ofrecer un modelo colonial y antipopular.

Dado que la interpretación mi- trista –por razones políticas– es la que ha alcanzado mayor influen- cia y difusión, debemos centrar en ella la cuestión y preguntarnos, desde el vamos, si ese Mayo, pre- tendidamente elitista y proinglés, merece la veneración que le pres- tamos o si, por el contrario, habría que vituperarlo como expresión de colonialismo. Esto implica, asimismo, interrogarnos acerca de si la revolución, tal como ocurrió realmente, tiene algo que ver con la “historia oficial” o si esta es simplemente una fábula impuesta por la ideología dominante para dar fundamento, con los hechos del pasado, a la política de subordinación y elitismo del presente.

¿Revolución separatista y antihispánica?

Demos vuelo a la imaginación y supongámonos en el momento clave de la revolución. El Cabildo Abierto habría decidido romper con España, recogiendo un senti- miento profundamente antiespa- ñol que recorrería toda la sociedad. Ahí están los hombres de la Junta y va a nacer la Patria. Entonces, alguien se adelanta y sostiene, en voz alta, con la pompa propia de semejante ocasión: “¿Juráis desem- peñar lealmente el cargo y conser- var íntegra esta parte de América a nuestro Augusto Soberano el señor Don Fernando Séptimo y sus legí- timos sucesores y guardar puntual- mente las leyes del Reino? –Sí, lo juramos, contestan los miembros de la Primera Junta”.

¿Qué ha ocurrido? ¿Cómo es posible que los integrantes de la Junta juren fidelidad al Rey de España, en el momento de asumir el poder encabezando una revolu- ción cuyo objetivo seria separarse de esa dominación? ¿Qué es esto de una revolución antiespañola que se hace en nombre de España?

Con esta “pequeña” dificultad se encontraron los historiadores liberales cuando debieron explicar los sucesos de Mayo. La ocurrencia con que sortearon el obstáculo fue propia de la época y del estado en que se encontraban entonces las Ciencias Sociales: supusieron que los jefes habrían decidido ocultar el propósito de la revolución y se habrían complotado para usar “la máscara de Fernando VII”, es decir, revolucionarse contra España pero en nombre de España, por temor, parece, a ser reprimidos. Esta supo- sición resulta hoy infantil e insoste- nible. Ninguna dirigencia revolucio- naria puede ocultar su bandera y, peor aún, como se pretende en este caso, levantar otra antagónica a la verdadera porque inmediatamente las fuerzas sociales que la sustentan le retiran su apoyo. ¿Cómo explicar que los intelectuales, los soldados y el pueblo aceptaran que los nuevos gobernantes proclamasen la vin- culación con España si el propósito era precisamente lo opuesto: a separación? Ni un día habría durado la Junta en el caso de una traición tan manifiesta si el movi- miento hubiese sido separatista, antiespañol y probritánico, como se pretende.

Pero, volvamos a la escena donde están jurando los prohombres de Mayo. Ahora le co- rresponde a un vocal: Juan Larrea. Pero resulta que este dirigente de una revolución antiespañola es… ¡español! Y a su lado está Domingo Matheu… ¡también español! Y más allá, Manuel Belgrano y Miguel de Azcuénaga que han nutrido gran parte de su juventud y sus conocimientos en España. Curioso antihispanismo este que continua- rá izando bandera española en las ceremonias públicas y que incluso durante varios años enfrenta a los ejércitos enemigos (que San Martín llama siempre realistas, chapetones o godos, y no españoles) enarbo- lando bandera española como si se tratase realmente de una guerra civil entre bandos de una misma nación, enfrentados por cuestiones que nada

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