Saberes Teóricos Científicos Y No-científicos
summery1d28 de Mayo de 2014
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Lectura 2
EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS
DE LA EDUCACIÓN
Octavi Fullat i Genís
Universidad Complutense de Barcelona
1. Saber, verdad y método
Parece prudente antes de ingresar en el redactado de la presente disciplina interrogamos sobre qué tipo de conocimiento es éste de la pedagogía. Y tal precaución no tendría que tomarse únicamente en el presente caso, sino igualmente delante de no importa qué asignatura. ¿Acaso vamos a fiamos, por igual, de la Estadística, de la Biología de la educación, de la Psicología educativa, de la Historia de la educación o de la Axiología pedagógica? ¿Cuál merece mayor crédito? Ponerse a devorar información sin tales reservas denuncia un talante, como mínimo, imprudente y atolondrado.
Lo curioso del caso está en que también sería insensato referirse al modelo de saber al que pertenece la Pedagogía sin antes ponernos de acuerdo en qué sea esta actividad que denominamos saber. Lo trágico radica, sin embargo, en que sólo el saber puede averiguar en qué consiste saber. Da la impresión que nos encontramos delante de un reo que se convierte altaneramente en juez de sí mismo. Kant en su obra notable Kritik der reinen Vernunft Crítica de la razón pura averiguó hasta dónde alcanzaba el poder de la razón humana, pero, claro, no tuvo más remedio que valerse de la propia razón a fin de responder a tal extremo. ¿Qué cuenta el saber acerca del saber?
Antes, empero, peregrinemos hasta el momento griego en que nace el término Episteme, palabra que a todas luces ha traído el significante Epistemología. Gnosis se utilizó para designar el conocimiento en general; tal indeterminación se concretaba en dos modalidades: la doxa, que puede traducirse por opinión o manera de pensar, y la episteme, que es costumbre verter al castellano por ciencia. Aristóteles siglo IV a. C. en las primeras páginas de Ta meta ta physiká Metafísica se sirve de episteme para indicar un saber tan riguroso que todos tienen que admitirlo; de aquí que se traduzca con el término de ciencia. ¿Qué sucede? Que no pocos utilizan epistemología para referirse al estudio del saber preciso de la ciencia reservando el vocablo gnoseología que viene de gnosis a la teoría que averigua qué sea el saber en general. Con todo, cada día más, gnoseología cede el campo a epistemología para designar el examen de los saberes en general y no sólo de los científicos. Aquí nos valemos de epistemología en este segundo significado.
Al pronto tenemos la impresión que al saber contamos, por un lado, con aquel que sabe un yo y, por otro lado, con algo sabido una cosa . Pero el asunto no es tan rudimentario. «Yo conozco al elefante del zoológico»; es decir, a la cosa elefante. ¿No resulta excesivamente ingenua tal afirmación? ¿Realmente conozco a aquel paquidermo que, el desgraciado, camina cansino tras unas rejas? En manera alguna. No nos ponemos en contacto con la «cosa elefante», sino tan sólo con los fenómenos figura, color, rugidos, textura de su piel a mi tacto, olor... de una supuesta «cosa elefante». Pero hay más todavía; ¿acaso soy yo quien establece contacto con los fenómenos del elefante? ¿Quién ha tocado jamás su propio yo? ¿Quién se lo ha olfateado o quizás visto?; no hay fenómeno del yo. En cambio, sí que existen vivencias de un supuesto yo mío; disponemos de creencias que atribuimos por comodidad a un yo. Creencia en que aprieta el calor, creencia en que está lloviendo o bien en que el elefante está orinando dado el ruido que nos llega. En tal planteamiento, ¿qué son la verdad y el error? Se denomina verdad a la igualación entre una creencia hipótesis y un fenómeno. ¿Están regando con una manguera o el paquidermo hace aguas?; la creencia de que orina pasa a ser verdadera cuando al acercarme compruebo el fenómeno de mear. La verdad no va más allá de ser una relación positiva entre creencia y fenómeno. Las verdades eternas no existen. Basta con que se altere uno de los dos términos de la relación para que aquello que era verdad se mude en error. La verdad física de Newton cedió el paso a la verdad física de Einstein.
La verdad así descrita pertenece a las ciencias empíricas que son aquellas que laboran con fenómenos, trátese de física, de geología, de psicología o bien de economía. Pero ¿no contamos con otros modelos de verdad? Existen tantos tipos de verdad como modalidades de conocimiento. La descrita es la verdad de las ciencias empíricas, pero las ciencias axiomáticas lógica y matemáticas disponen de otro concepto de verdad. Ahora, verdad deja de ser correspondencia entre una creencia y un fenómeno y pasa a ser simple coherencia mental. Así el teorema atribuido a la escuela pitagórica de Crotona denominada homakoeion , que dice «El cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos», constituye una verdad, no gracias a verificación, sino porque no se contradice con ninguno de los enunciados de aquella geometría. Ésta es verdad formal, o de coherencia, y nada tiene que ver con la verdad empírica según la cual en un cuadro clínico de pulmonía se encuentra el pneumococo.
Pero cabe plantear otra modalidad de verdad, que denominaré existencial o significativa, frente a las verdades empírica y formal de que hemos hablado ya. No falta quien asegura que es verdad que varones y hembras son iguales, o que torturar a un prójimo es un acto malo o bien que Dios nos ama. He aquí tres creencias para las que no descubrimos fenómeno alguno que les dé la razón. ¿Dónde está la aparición sensible de la igualdad entre sexos?, porque si algo aparece es precisamente la desigualdad. ¿Quién ha visto o tocado la maldad de la tortura?; lo visible es tan sólo la tortura. Dios, ¿cuánto pesa?, ¿qué color tiene o qué altura?, nos encontramos sin fenómenos de Dios. ¿Qué significa en tales casos referirse al concepto de verdad?
La igualdad de sexos es una verdad; verdad es también que atormentar a otro es cosa mala; que Dios nos ama es una verdad mayúscula. ¿Qué significa verdad en tales enunciados?; desde luego nada tiene que ver con la verdad de químicos y de lógicos. ¿Qué es, pues? Verdad es, en tal caso, aquel enunciado que proporciona sentido o legitimación a la peripecia humana de vivir, bien sea históricamente bien biográficamente. Aquí se llama verdad verdades morales, religiosas, políticas, estéticas... a aquello que da significación a opiniones y a realizaciones, individuales o colectivas. Podríase denominarlo de otra manera pero de hecho son muchas las gentes que llaman a estas cosas e. g., a la fraternidad, a la igualdad y a la libertad las verdades de mi vida. Los pueblos, por ejemplo el judío, el griego o el romano, adquieren sentido y vigor a partir de tal tipo de verdades y no porque dos más dos sean cuatro o porque el bacilo de Koch cause la tuberculosis. Los grandes relatos míticos que descansan sobre memorias inmemoriales, tales el Génesis de la Biblia, la Odisea o la Eneida, configuran verdades significativas que sostienen caminares colectivos históricos. Dichas verdades no disponen de otra prueba que el compromiso personal o colectivo de estar viviendo de ellas.
Tres tipos de verdades, en consecuencia: verdades empíricas o de la realidad, verdades formales o de la coherencia y, finalmente, verdades existenciales o del sentido.
Prosiguiendo con el discurso diremos, además, que a cada tipo de saber le corresponde una metodología apropiada. Así los saberes formales lógica y matemáticas trabajan con el método axiomático o sea con enunciados no deducibles en el sistema, desde los cuales se deducen nuevos enunciados según reglas establecidas. Deducir significa no contradecirse al progresar en el discurso.
Los saberes empíricos, sean naturales o bien sociales, se valen de los métodos reductivos, los cuales tanto abrazan a los inductivos como a los históricos. Se arranca de un fenómeno, o de unos fenómenos, observables sensiblemente, que originan los enunciados protocolarios, a partir de los cuales se plantea una hipótesis la creencia de que hablamos antes , la cual una vez verificada da pie a una ley. La teoría explica varias leyes; así sucede con la teoría de la gravitación universal. En el caso de la historia el método es reductivo de lo múltiple se va a lo general , ciertamente, pero ya no es inductivo; la narración histórica pasa a ser una interpretación de los enunciados protocolarios, los cuales se refieren a los documentos hallados.
Los saberes del sentido se sirven más cómodamente de los métodos hermenéutico y fenomenológico. Las culturas judía y cristiana se valieron ya del método hermenéutico para interpretar sin descanso el significado existencial de los textos sagrados. La hermenéutica en la actualidad hace notar que no podemos autointeligirnos como no sea a través de símbolos y de textos, los cuales siempre permiten, por cierto, nuevas lecturas. No se cuenta aquí con la objetividad de las ciencias de la naturaleza. La hermenéutica de un texto no acaba en el significado interno al texto, sino que se abre a la configuración de mundos más humanos; por ejemplo a un mundo con justicia. Husserl, fallecido en 1938, funda tanto la doctrina como el método fenomenológicos. El acto de conciencia intuye sin discurrir lo esencial de algo dejando de lado tanto lo accesorio como la existencia misma de dicho algo. La conciencia de algo es más importante que la conciencia de sí. Paul Ricoeur, nacido en 1913, ha intentado crear la fenomenología hermenéutica ensamblando los discursos de Gadamer y de Habermas con los de Husserl. Al fin y al cabo el sentido de un texto es sentido para una conciencia, aunque se trate de una conciencia colectiva. No
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