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Servicio de valor de los servicios y de la salvación

link616Trabajo9 de Octubre de 2011

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El Valor de Servir

Siempre hay momentos para prestar un servicio a los demás: en el hogar los quehaceres de la casa que son muchos y rutinarios, recoger la mesa, poner la ropa sucia en su lugar, adelantarse a tirar la basura, etcétera.

Para tener una convivencia exitosa, empecemos por ser serviciales con nuestros semejantes; estar atentos a sus necesidades, ayudándoles en lo que en ese momento necesitan, con una actitud respetuosa y cordial, porque un servicio con poca disposición y mal modo es mejor no hacerlo.

Siempre hay momentos para prestar un servicio a los demás: en el hogar los quehaceres de la casa que son muchos y rutinarios, recoger la mesa, poner la ropa sucia en su lugar, adelantarse a tirar la basura, etcétera.

En el trabajo: un documento que entregar o suplir a una persona que por enfermedad no vino a trabajar, o simplemente preparar la cafetera para que esté lista cuando lleguen los demás compañeros.

El servicio a los demás nos fortalece porque al vencer la pereza, nos hace pensar en el bienestar de nuestros semejantes y olvidar nuestras comodidades que no son importantes.

No solamente hay que recibir, eso cualquiera lo hace y tiene poco mérito, para servir eficazmente hace falta iniciativa, capacidad de observación y sobre todo generosidad, haciendo a los demás lo que nos gustaría que nos hicieran a nosotros.

Siempre hay oportunidad para prestar un servicio, con el simple hecho de convivir en familia o salir a la calle, al trabajo, al supermercado y todos esos lugares que tenemos que frecuentar por las necesidades del día.

¿Cuánta gente necesita una ayuda inmediata? Si nosotros observamos a los demás siempre nos vamos a dar cuenta de sus necesidades, hay tantas cosas que vemos que la gente requiere en ese momento.

¡Prestar un servicio a quien lo necesite, en el momento requerido, sería lo ideal!

El valor del servicio es muy diferente al servilismo; el servicio es espontáneo y generoso, en cambio el servilismo es por interés o conveniencia por su posición social o profesional y exagera las atenciones convirtiéndose en una verdadera molestia.

Esta actitud tan desagradable no recibe el valor del servicio, sino es servilismo.

El valor de la gratitud

La gratitud es la virtud por la cual una persona reconoce, interior y exteriormente, los regalos recibidos y trata de corresponder en algo por lo que recibió

Esencialmente, la gratitud consiste en una disposición interior, un corazón agradecido, pero cuando es genuino trata, de alguna forma, de expresarse en palabras y en obras.

Consecuentemente, incluye tres elementos: reconocimiento de que un regalo ha sido recibido; apreciación expresada en agradecimiento, y en cuanto sea posible, regresar de alguna manera lo que se le ha dado de forma gratuita sin ninguna obligación de parte del dador.

La gratitud es la virtud que nos lleva a tomar conciencia de los dones que recibimos cada día, a valorar la generosidad del que nos los da y a mover nuestra voluntad para corresponder a estos dones, aprovecharlos, desarrollarlos y ponerlos al servicio de los demás.

Es importante lograr en nuestros hijos la vivencia de la gratitud como una actitud habitual en el trato con los demás.

VIVIR LA GRATITUD

Fijarse en las cosas buenas y en lo bueno de las personas.

Reconocer todo lo bueno que tenemos y somos, y poner todo lo que está de nuestra parte para ser mejores.

No lamentarnos por lo que no tenemos o no somos sino poner los medios para lograr lo que nos proponemos.

Fijarnos siempre en las necesidades de los demás y poner nuestros dones a su servicio.

Desarrollar al máximo nuestros dones para ser felices y hacer felices a los demás.

Cuidar los dones recibidos. No desperdiciarlos ni usarlos mal.

Saber disfrutar de las cosas y situaciones de nuestra vida. Sobre todo de lo más sencillo.

Saber ser felices con los dones que se nos presentan de forma sencilla y gratuita.

El valor de la Solidaridad

En un mundo rápido y competitivo muchas personas tienden a pensar que la clave para sobrevivir está en buscar sólo su beneficio personal sin importar lo que ocurre con los demás

Se les llama individualistas. Al no dar ayuda, no la reciben. Piensan sólo en sí mismas y efectúan cada acción evaluando su propia conveniencia.

Como ignoran que forman parte de una comunidad creen que sólo importan sus opiniones y necesidades. Es como si pensaran "si yo no me mojo, no importa que diluvie".

Mediante esa actitud ellos mismos dejan de importar a los demás, y su mundo se convierte en un horizonte estrecho y pobre. Por más que un hombre se esfuerce, es poco lo que puede hacer solo.

Entregarse a una causa común, vincularse con los demás para obtener un logro, impulsar la vida en sociedad, enriquece el pensamiento, el corazón y las posibilidades humanas.

VIVIENDO EL VALOR

El valor de la solidaridad se manifiesta al reconocer que, para cualquier objetivo, no bastan los esfuerzos individuales. Quien lo vive se abre a la posibilidad de recibir ayuda, y también está dispuesto a darla.

Implica la búsqueda de una fraternidad que comienza entre dos personas, se extiende a la sociedad, alcanza a un país entero, trasciende las fronteras y abarca a la humanidad en su conjunto sin distinguir credo, sexo, raza, nacionalidad u orientacion política.

UNIDOS PARA UN FIN COMÚN

Los hermanos crecen juntos y, con frecuencia, se unen para conseguir un objetivo común, por ejemplo, cuidar de sus padres cuando son mayores. La posibilidad de sumar esfuerzos en la búsqueda de un propósito generoso, rebasa los límites de la familia y es el principio de la sociedad.

Tú y tu vecino de enfrente pueden proponerse, por ejemplo, recoger a diario las hojas secas de la banqueta para beneficio de los dos. Pero también pueden hacer planes en bien de alguien más, como ayudar a un compañero que no sabe manejar bien la pelota de futbol y explicarle lo que ustedes saben.

Cuando eres solidario sientes que la humanidad es tu gran familia, comprendes que necesitas ayuda, pero también estás dispuesto a darla. Al sumar ideas, esfuerzos y trabajo, el mundo empieza a transformarse.

La experiencia de la comunidad enriquece tu vida.

PARA LA VIDA DIARIA

Conversa con tus vecinos. ¿Qué está haciendo falta en su cuadra? Organicen una acción comunitaria para resolver el problema.

Al saber de algún caso de necesidad (por ejemplo, un pueblo afectado por las inundaciones), participa en las campañas de apoyo en la medida de tus posibilidades.

Si cada persona lleva una bolsa de arroz, pronto habrá suficiente para alimentar a los damnificados.

No permanezcas ajeno a lo que ocurre en tu ciudad, en tu país o el mundo: escucha las noticias, lee el periódico. Piensa cómo puedes participar en la búsqueda de soluciones.

Aprende a conocer la sociedad en que vives. Es tan grande que, con seguridad, ofrece algún mecanismo para ayudarte en lo que necesitas.

POR EL CAMINO DE LA SOLIDARIDAD

No veas en los demás un obstáculo para tus propósitos. No seas un obstáculo para los de ellos. Visualiza tu comunidad como una red de apoyo que enriqueces con tus aportaciones y puedes usar para apoyarte.

Si perteneces a un grupo (un equipo deportivo, una comunidad religiosa, etcétera), procura que vaya más allá de su propósito original: aprovechando que ya están juntos, hagan algo en bien de los demás.

Comparte tus inquietudes con tu comunidad e invita a sus miembros a trabajar juntos en asuntos clave: la seguridad de tu barrio o la ayuda a personas muy necesitadas (por ejemplo, los niños de la calle).

1985: CUANDO LA TIERRA TEMBLÓ

El 19 de septiembre de 1985 hubo un fuerte terremoto en la Ciudad de México. Cientos de edificios se cayeron, muchas personas quedaron atrapadas entre los escombros y miles más perdieron su hogar.

Nadie había previsto que pudiera ocurrir algo así, y los planes de emergencia que había resultaron insuficientes.

Pero los habitantes del Distrito Federal reaccionaron de una manera inesperada. Muchos de ellos, sin experiencia alguna, realizaron labores de rescate. Otros organizaron centros de acopio para reunir ropa, agua y medicamentos para los damnificados.

Algunos más trabajaron en los albergues dando atención a los niños pequeños y a los ancianos, y unos más les abrieron las puertas de su hogar.

Hubo historias de peligro, heroísmo y grandes logros compartidos.

A ello se sumó una buena respuesta internacional; decenas de países enviaron ayuda humana y material.

Con el temblor, de la tierra de México brotó la solidaridad. La acción comunitaria de aquellos hombres y mujeres transformó el rostro político y social del país en las dos décadas siguientes.

Patriotismo

En varias ocasiones nos damos tiempo para reflexionar sobre el camino por el que va nuestra vida: trabajo, familia y amigos son la constante necesaria e indispensable para medirnos...

Pero rara vez o nunca, pensamos en nuestro actuar como ciudadanos, en lo que significa haber nacido en un país y la responsabilidad que se desprende de este hecho.

Patriotismo es el valor que procura cultivar el respeto y amor que debemos a la patria, mediante nuestro trabajo honesto y la contribución personal al bienestar común.

Tal vez para muchos, el ser patriota consiste en el orgullo de haber nacido en un país rico en recursos o de gran tradición cultural; para otros significa portar los colores nacionales en un evento deportivo

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