Siddharta e Inteligencia Artificial Ensayo.
abigailobregon_Ensayo1 de Marzo de 2016
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UNID Sede Campeche
1er. Cuatrimestre
“Ensayo de Siddharta e Inteligencia Artificial”
Maestra: Viviana Carolina Zetina Chuc
Asignatura: “Ser Humano”
Licenciatura: Finanzas y Contabilidad
Periodo Escolar: Septiembre-Diciembre 2015
Introducción
Siddharta es una novela escrita por Hermann Hesse en 1922, tras la primera guerra mundial. Además de ser el autor de este libro, ha hecho numerosos poemas y novelas tales como “El lobo Estepario” y “Demian”.
Está inspirado en la vida de Siddharta Gautama, “Buda.” En ella relata la vida del joven Siddharta, querido y admirado por todos, pero que a pesar de hacer todo lo que su religión le pida, y destacarse en ello, no puede encontrar el atman, que es la perfección, con la cual se rompe el ciclo de encarnaciones. Así, el joven Siddharta empieza a experimentar con diferentes formas de pensar y ver la vida.
Debo admitir que al principio no se me hizo un libro muy interesante, pues poseía términos que fueron necesarios que buscar ya que no estoy familiarizada con la religión hindú. Sin embargo, conforme transcurría la lectura, puedo decir que es un libro que se plantea varias interrogantes del hombre actual; puedo decir que es un libro adaptado a cualquier época.
En cuanto a la película “Inteligencia Artificial” dirigida y producida por el afamado director Steven Spielberg, puedo decir que es una película fascinante de ciencia ficción. En ella se narra, en un mundo futuro como se desenvuelve un niño robot con sentimientos llamado David, y como las personas aprenden o no a convivir con él.
Siddharta
Ensayo
“Es el testimonio de un hombre de origen y educación cristianos, que abandonó pronto a la iglesia y se esforzó mucho en comprender otras religiones, especialmente las formas de fe, indias y chinas. Yo trate de averiguar todas las formas de fe humanas, lo que está por encima de todas las diferencias nacionales, lo que puede ser creído y venerado por cada raza y cada individuo” (Hermann Hesse).
Siddharta era el hijo de un brahmán que creció junto a su querido amigo Govinda. Siddharta era un joven “fuerte y hermoso”, además de inteligente y ya hacía tiempo en que participaba en las conferencias de los sabios, esto hacía que el corazón de las hijas de los brahmanes rebosara de amor. A pesar de esto, su amigo Govinda era el que más le quería y admiraba, apreciaba todo lo que su amigo decía y hacía
Él era muy admirado por todos, y estaba destinado a seguir los pasos de su padre: ser un brahmán. Sin embargo, Siddharta simplemente no le encontraba el sentido a lo que practicaba; si bien, ya tenía logros importantes como el pronunciar el Om en silencio, y ser admirado por todos, pero sentía que ya se le había comunicado la parte más importante de la sabiduría.
Pienso que Siddharta, como cualquier joven actual, estaba pasando por momentos en los que, a pesar de que los padres nos inculcan una forma de ser y pensar, llega un punto en que nosotros queremos tomar el rumbo de lo que pensamos y hacemos. No es que Siddharta, de la noche a la mañana despierte como una persona diferente, pienso firmemente que desde hacía mucho tiempo no se sentía completo con el modo de vida que estaba llevando: “Las abluciones eran buenas, pero eran agua; no lavaban el pecado, no curaban la sed del espíritu, no tranquilizaban el temor del corazón. Los sacrificios y la invocación de los dioses eran excelentes... Pero, ¿lo eran todo?”.
Brahmán significa “alma universal”, absoluta, sin límites, eterna, de donde nacen las cosas, esto lo enseña el hinduismo; también enseña sobre el Atmán que es un alma que todo ser vivo posee, su esencia, es necesaria conocerla para concluir con el ciclo de reencarnaciones; cuando se alcanza el conocimiento de tu propio atmán, entonces alcanzas la perfección y así pones fin al ciclo de reencarnaciones.
De las preguntas que más inquietaba al corazón de Siddharta era ¿cómo llegar a tu propio atmán? ¿cuál era el camino para alcanzar la perfección? El problema es que nadie lo enseñaba, porque nadie lo sabía: “Se habían preocupado de todo; lo referente a la creación del mundo, al origen de la oración, de los elementos, de la aspiración, de la espiración, a las órdenes de los sentidos, a los hechos de los dioses. Sabían infinidad de cosas. Pero, ¿tenía algún valor saber todo eso, si se desconocía al Uno, al Único, al más Importante, al únicamente Importante?”
De repente un día, por la ciudad donde vivía Siddharta, pasó un grupo de samanas (grupo religioso apartado de la civilización, que se despojaban de todo cuanto poseían, para iniciar con una eterna peregrinación), y fue entonces cuando Siddharta le comunicó a su amigo Govinda la decisión de que al día siguiente se iría con ellos, para aprender cuanto pudiera. Para esto, necesitaba la aprobación de su padre. Al principio éste se rehúso, como cualquier padre que sabe que su hijo se vería envuelto en complicadas situaciones y que pasaría por necesidades y el teniéndolo todo.
Ante la insistencia de Siddharta, éste aceptó pero con una condición: “Si encuentras la bienaventuranza en el bosque, regresa y ensénamela. Si hallas el desengaño, vuelve y de nuevo sacrificaremos juntos ante los dioses.”.
Así es como Siddharta y Govinda, quien decidió acompañar a su amigo que tanto amaba, empezaron su camino.
Pienso que al principio , Siddharta estaba un poco ansioso por vivir con los samanes, pensaba que todo son enseñanzas iban a ser ágiles para que al final decidiera si las tomaría o no. Sin embargo, éstas enseñanzas tomaron su tiempo. Primero, me atrevo a decir, que se lleno de rencor hacia las demás personas que vivían con comodidades, pues él vivía en la miseria: sólo llevaba un taparrabos como ropa, esta lleno de polvo, con la barba descuidada, las uñas largas; tenía que ayunar cuando no había que comer, al principio le costó, como a cualquiera que cambia radicalmente su vida de un día a otro, pero al final lo logró.
Luego surgió una enseñanza, que no creo que el esperara: aprendió a separarse de su yo, cuando el en realidad era lo que buscaba para alcanzar la perfección. “Una garza voló́ sobre el bosque de bambú́ y Siddharta absorbió́ a la garza en su alma; voló́ con ella sobre el bosque y las montanas; era garza, comía peces, sufría el hambre de la garza, hablaba el idioma de la garza, sentía la muerte de la garza. Un chacal muerto se hallaba en la orilla arenosa, y Siddharta entraba en el cadáver: era chacal muerto, yacía en la playa, se hinchaba, apestaba, se descomponía; sintiese descuartizado por las hienas, decapitado por los cuervos; se tomó esqueleto, y polvo, y el vendaval se lo llevó.”
Después de innumerables ciclos de alejarse y acercarse de nuevo a su yo, Siddharta se sentía torturado. Sin embargo aprendió algo que le sirvió durante todo su camino: pensar, esperar y ayunar; las relaciono un poco con las potencias del alma (voluntad, libertad e inteligencia). No puede quitar ninguna, porque ambas están en perfecto balance, cosa que entendería más adelante.
Ya llevaban con los samanes 3 años, cuando les llegó el rumor de un hombre que había parado el ciclo de las encarnaciones (lo que Siddharta buscaba), y que recorría ciudades enseñando lo que había aprendido, y además tenía discípulos. Su nombre era Gotama. Siddharta le avisa al líder de los samanes su decisión y junto con Govinda se van en busca de éste nuevo sabio.
Cuando escucharon la enseñanza de Gotama, Govinda se sintió atraído hacia ella y fue aceptado como discípulo suyo, sin embargo Siddharta no se unió a ellos.
Comparo a Govinda a veces conmigo cuando intento algo nuevo; si bien hay veces en que intento cosas nuevas con mis amigos para no intentarlo sola o sentirme incómoda; hasta que ya he dominado mi “zona de confort” es cuando por fin los dejo, y hago las cosas por mí misma, sin ayuda de nadie. Creo que Siddharta se encontraba feliz de que Govinda lo haya abandonado, no porque representara alguna carga, sino porque él ahora sería capaz de tomar decisiones, de valerse por sí mismo, él buscaría el atmán a su manera.
Así como con los brahmanes, cuya doctrina era cierta y de la cual no dudaba, le pasó con Gotama. Siddharta insistía en que a pesar de que sintiera que la doctrina de éste nuevo maestro era pura y que había alcanzado la perfección, éste no podía enseñar algo que sólo a él se le había revelado; éste, era el “hueco o falla” que había encontrado en su doctrina.
A partir de ese momento, en que deja a Govinda, Siddharta busca otro camino por su cuenta. Se da cuenta de su pasado, de todo lo que había dejado atrás, que ya no es un joven, ahora es un adulto. Reflexiona sobre todo lo que ha aprendido: se había perdido tanto buscando el atman, la perfección, que no lo podía encontrar en él. En ese momento decide que sólo el puede ser su maestro y discípulo. “Había sido el hijo de su padre, había sido brahmán, de elevada casta, un sacerdote. Ahora, únicamente era Siddharta, el que se había despertado: nada más”.
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