Sistema De Salud Pencional Basado En La Obre Del Coronel No Tiene Quien Le Escriba

Coronel sin remitente pasado y presente

El mundo ha venido enfrentando cambios importantes desde el pasado siglo que han llevado a que los sistemas de pensiones tengan que reformarse y obviamente en Colombia como en toda Latinoamérica también se han experimentado cambios sustanciales. Pero ¿Que tan fácil es para los trabajadores jubilarse hoy día? ¿Han cambiado o mejorado las posibilidades de lograr una jubilación digna desde la época del coronel García Marques? ¿Hay una real voluntad política de garantizar el bienestar del trabajador en su vejes desde los tiempos del coronel hasta el día de hoy?. Durante el desarrollo de este ensayo se analizaran estos interrogantes y se confrontara el pasado y el presente de la historia del sistema pensional en Colombia.

Como este análisis se hace con base a la obra de Gabriel García Márquez el Coronel no tiene quien le escriba, es lógico empezar por resumir la historia que servirá como referencia. El relato cuenta las penurias de un coronel veterano de la última guerra civil en Colombia –la guerra de los mil días (1899-1902)- quien durante los últimos cincuenta y seis años de su vida, desde la firma del tratado de paz de Neerlandia y el de Wisconsin, 24 de octubre y 21 de noviembre de 1902 respectivamente no ha hecho otra cosa que esperar. Esperar las ordenes de desmovilización, esperar las disposiciones del gobierno para ser incorporado a la nomina de veteranos de guerra, esperar a ser incluido en el escalafón, esperar a que se le asigne su pensión, esperar a que el Estado le remita el dinero a que tiene derecho. Y como es fácil suponer, medio siglo de espera y cincuenta y seis años de indiferencia por parte del Estado, lo han desgastado bastante. El enfrentamiento cotidiano y permanente con la realidad adversa lo han convertido en un anciano, “necesito medio siglo para darse cuenta de que no había tenido un minuto de sosiego después de la rendición de Neerlandia. Al lado de una esposa asmática, aguantadora y rezandera, que se revela cuando falta el sustento, que muestra un realismo opuesto a la esperanza utópica a que se aferra el coronel, que apegado al recuerdo del hijo muerto por las balas del régimen opresos cifra sus esperanzas en el gallo que este le dejara.

Se podía decir que la representación del político típico en esta historia la da Don Sabas, quien sacrifica todos los ideales incluso la amistad en aras de obtención de una riqueza inmediata, símbolo de un capitalismo devorador y sin escrúpulos que se aprovecha y arrastra a personajes como el coronel, ingenuo, inmerso en una esperanza absurda a la espera de que el Estado cumpla sus promesas y solucione sus problemas sin atreverse a realizar un proyecto de vida. Más humano, más digno. Con este marco se empezara, analizar el tema que ocupa en esta ocasión y a dar respuesta a las preguntas planteada.

Contario a lo que se pudiera pensar, muy a pesar de la evolución de la tecnología, en la mejora de las comunicaciones, a través de la telefonía móvil, los computadores, el internet, el mayor acceso a la educación, la reforma constitucional que busca garantizar los derechos de los ciudadanos, enmarcados en un Estado Social de Derechos. Hoy día es para la mayoría de las personas que alcanzan la edad de jubilación acceder a ella tan difícil como lo fue para el coronel en sus tiempos. No en todas las regiones del país hay estas facilidades de tecnología, ni suficientes, ni eficientes entidades del Estado que le brinden al ciudadano la información y la oportunidad necesaria para realizar los trámites correspondientes para su jubilación, además la tramitologia y la corrupción se aprovecha en muchos casos de la ignorancia e inocencia de los viejos.

Sigue siendo privilegio de unos pocos obtener pensiones que verdaderamente les permitan vivir dignamente y en muchos casos hasta exageradas, como magistrados, expresidentes, senadores, altos militares, pues la mayoría de los Colombianos aunque obtengan su pensión con las que escasamente les permiten sobrevivir, cuando por lo menos tienen el privilegio de acceder a ellas, pues la mayoría de los ciudadanos que no han tenido la posibilidad de tener un empleo estable durante toda su vida laboral, no tienen la posibilidad ni de pensar en una pensión, sino es el caso de empresas que cuando los trabajadores van acercándose a obtener su pensión, encuentran la manera de despedirlos para que no la reciban o en cambio reciban mucho menos de lo que realmente les correspondería al poder disfrutar de su pensión completa. Así pues en Colombia avanzado el siglo XXI a pesar de tantos avances en todos los campos de la vida es tan difícil para muchos veteranos acceder a su pensión, como lo fue para el coronel en los primeros cincuenta años del siglo XXI.

Durante gran parte del siglo anterior las pensiones de los trabajadores del Estado eran pagadas por este, con los dineros de los impuestos, pero la inestabilidad política, la burocracia, la corrupción, hacían que solo unos pocos pertenecientes a las llamadas roscas de los partidos políticos predominantes de la época –liberal y conservador- tuvieran el beneficio de obtener su pensión, la mayoría carentes del cobijo de los dirigentes políticos, sometidos al abandono del estado y a la negligencia y desorganización del sistema judicial, inmerso en situaciones cotidianas de violencia generalizada y generada por las posiciones radicales de los políticos que obligaban a cambios constantes de funcionarios en todos los niveles y de jueces, no se ocupaban mucho de los asuntos pensiónales. A partir del pacto del denominado Frente Nacional donde los partidos políticos – liberal y conservador- acordaron gobernar alternándose en el poder durante cuatro periodos de cuatro años (1958-1974), el país fue estabilizándose en muchos aspectos, incluidos la economía y el sistema pensional, pero sin alcanzar un equilibrio tal que garantizase a todos los trabajadores obtener su pensión. Con el paso de los años una mayor cantidad de personas empezaron a jubilarse y los viejos tenían una mayor esperanza de vida, esto reducía las posibilidades de sostener los mismos niveles de pensiones bajo las reglas existentes por lo que en 1993 se vio la necesidad de reformar el sistema

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