Sobre el matrimonio de acuerdo con la ley natural.
eugeschuberSíntesis15 de Septiembre de 2014
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2. Sobre el matrimonio de acuerdo con la ley natural.
a) ¿Qué lugar ocupa el concepto de ley natural en la cultura civil, tanto en ámbito institucional, educativo y académico, como en ámbito popular? ¿Qué ópticas antropológicas se sobreentienden en este debate sobre el fundamento natural de la familia?
La formación cristiana lleva a la rápida comprensión de la ley natural, en la que se asienta el sacramento del matrimonio, y los católicos así lo entienden.
Hay quienes pretenden privatizar la moral pública, relegándola a lo más hondo de cada conciencia individual, para imponer leyes pragmáticas inexorables para el manejo de la política, de la economía, de la biología, las comunicaciones, la publicidad, la educación y la salud. No interesa estar de acuerdo con las normas morales objetivas. Es suficiente con tener el respaldo de una normativa positiva en vigencia. Los políticos y economistas, científicos y educadores, periodistas y publicistas, que hacen gala de este espíritu autocrático y egocéntrico contribuyen irresponsablemente a la desmoralización de nuestra sociedad, socavando sin darse cuenta la institucionalización misma de la democracia que dicen defender. La formación actual de los abogados y su práctica profesional están impregnadas de un sentido positivista del Derecho desconocen el Derecho Natural o no creen en él.
Sociológicamente, el estado y la ley humana, cuando legislan sobre matrimonio, lo hacen siempre siguiendo una determinada concepción sobre lo que el matrimonio es. Tal hecho como tal es innegable, aunque después podremos ver si la concepción que el Estado tiene sobre matrimonio es correcta.
Por ejemplo, si la ley humana dijera que el matrimonio puede ser entre personas del mismo sexo, o que puede ser poligámico, o que puede ser disoluble, en ese caso, en primer lugar, lo que la ley humana llama matrimonio no es realmente tal, y, segundo, se perjudica al cuerpo social y a la libre iniciativa privada en todos los ámbitos de la vida social, porque uno de sus estímulos, esto es, la familia monogámica e indisoluble, es des-estimulada por la ley humana, dado que las personas
tiendan a ver bueno y correcto lo que la ley humana prescribe como tal.
Sabemos perfectamente que muchas veces las culturas o el consenso social existente no aceptan lo que nosotros consideramos matrimonio, pero, precisamente, estamos diciendo que en esos casos es preferible que el estado no legisle, a que legisle contra la ley natural, por los motivos expuestos.
La familia está fundada sobre la base de personas que se aman y que deciden vivir una vida en común, orientada a la vida y a la construcción de una sociedad más humana y solidaria. La familia es el ámbito en el que se educa en la fe y en el respeto, donde encontrar refugio en los momentos de dificultad. Una institución indispensable y reconocida por el ordenamiento jurídico y las leyes. Sin familia, no existiría sociedad. El fundamento natural de la familia es obvio, como lo es la propia vida humana o las relaciones humanas desde que el mundo es mundo.
La tradición de la Iglesia y la reflexión antropológica reconocen en el matrimonio y en su unidad indisoluble el único lugar digno de una procreación verdaderamente responsable.
A la luz de cuanto la Iglesia ha sostenido a lo largo de los siglos, examinando la relación entre el Evangelio de la familia y la experiencia común a toda persona, es posible considerar los numerosos problemas que se ponen de relieve en las respuestas al cuestionario respecto al tema de la ley natural. Para la gran mayoría de las respuestas y observaciones, en los distintos contextos culturales, hoy el concepto de “ley natural” resulta ser, como tal, bastante problemático, incluso incomprensible. Se trata de una expresión que se entiende de modos diferentes o sencillamente no se entiende. Numerosas Conferencias Episcopales, en contextos extremadamente distintos, afirman que, aunque la dimensión esponsal de la relación entre hombre y mujer generalmente se acepta como una realidad vivida, esto no se interpreta conformemente a una ley universalmente dada. Sólo un número muy restringido de respuestas y observaciones pone de relieve una adecuada comprensión de dicha ley a nivel popular.
Asimismo, de las respuestas y observaciones resulta que el adjetivo “natural” suele ser interpretado según un matiz subjetivo de “espontáneo”. Las personas son orientadas a valorar el sentimiento y la emotividad; dimensiones consideradas “auténticas” y “originales” y, por tanto, que “naturalmente” hay que seguir. Las visiones antropológicas subyacentes recuerdan, por una parte, la autonomía de la libertad humana, no necesariamente vinculada a un orden objetivo natural, y, por otra, la aspiración a la felicidad del ser humano, entendida como realización de los propios deseos. Por consiguiente, la ley natural se percibe como una herencia anticuada. Hoy, no sólo en Occidente, sino progresivamente en todas partes en la tierra, la investigación científica representa un serio desafío al concepto de naturaleza. La evolución, la biología y las neurociencias, al confrontarse con la idea tradicional de ley natural, llegan a la conclusión de que ésta no se puede considerar “científica”.
b) El concepto de ley natural con relación a la unión entre el hombre y la mujer ¿es comúnmente aceptado como tal de parte de los bautizados en general?
La relativización del concepto de “naturaleza” se refleja también en el concepto de “duración” estable en relación a la unión matrimonial. Hoy, un amor se considera “para siempre” sólo en relación a cuánto puede durar efectivamente.
La convicción generalizada del hecho que la distinción de los sexos posee un fundamento natural en la existencia humana. Existe, por tanto, gracias a la fuerza de la tradición, de la cultura y de la intuición, el deseo de mantener la unión entre el hombre y la mujer. La ley natural, pues, es universalmente aceptada “de hecho” por los fieles, aunque no se vea la necesidad de justificarla teóricamente. Puesto que el venir a menos del concepto de ley natural tiende a disolver el vínculo entre amor, sexualidad y fertilidad, entendidos como esencia del matrimonio.
Considerando el escaso uso que se hace actualmente de la referencia a la ley natural en numerosas realidades académicas, las contestaciones mayores provienen de la práctica afianzada del divorcio, de la convivencia, de la contracepción, de los procedimientos artificiales de procreación y de las uniones homosexuales.
Se registra el número creciente de casos de familias “ampliadas”, sobre todo por la presencia de hijos de padres diferentes. En la sociedad occidental, en nuestros días son también numerosos los casos en los que los hijos, además de tener padres separados o divorciados —ya se hayan o no se hayan vuelto a casar— se encuentran con que los abuelos están en la misma situación.
c) ¿Cómo es contestada en la práctica y en la teoría la ley natural sobre la unión entre hombre y mujer en vistas de la formación de una familia? ¿Cómo es propuesta y profundizada en los organismos civiles y eclesiales?
La familia es reconocida en el pueblo de Dios como un bien inestimable, el ambiente natural de crecimiento de la vida, una escuela de humanidad, de amor y de esperanza para la sociedad. Sigue siendo un espacio privilegiado en el que Cristo revela el misterio y la vocación del hombre. Junto a la afirmación compartida de este dato originario, la gran mayoría de las respuestas afirma que la familia puede ser ese lugar privilegiado, dejando entender —y a veces constatando explícitamente— que existe una distancia preocupante entre la familia en las formas como se la conoce hoy y la enseñanza de la Iglesia al respecto. La familia se encuentra objetivamente en un momento muy difícil, con realidades, historias y sufrimientos complejos, que requieren una mirada compasiva y comprensiva. Esta mirada es lo que permite a la Iglesia acompañar a las familias como son en la realidad y a partir de aquí anunciar el Evangelio de la familia según su necesidades específicas.
Se reconoce en las respuestas que durante muchos siglos la familia ha tenido un rol significativo en el seno de la sociedad: en efecto, ésta es el primer lugar en el que la persona se forma en la sociedad y para la sociedad. Al ser reconocida como el lugar natural para el desarrollo de la persona, es también el fundamento de toda sociedad y Estado. En síntesis, es definida como la “primera sociedad humana”. La familia es el lugar en el que se transmiten y se pueden aprender desde los primeros años de vida valores como la fraternidad, la lealtad, el amor por la verdad y el trabajo, el respeto y la solidaridad entre las generaciones, así como el arte de la comunicación y la alegría.
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