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TEMA: "DAME DE BEBER AGUA VIVA"


Enviado por   •  16 de Mayo de 2018  •  Síntesis  •  2.034 Palabras (9 Páginas)  •  145 Visitas

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PROGRAMA EMITO

TEMA: "DAME DE BEBER AGUA VIVA"

Se cita a las hermanas a las 18:30 e irán preparando su espíritu con la oración del Rosario en el hall, se irán sumando a la oración a medida que vayan llegando.

INICIO: 19:OO HRS. EN CAPILLA

AMBIENTACIÓN:

El pendón de Jesús de Nazareth se pondrá en el centro. En una mesa habrá una representación de un pozo y un cántaro de greda con agua y un pocillo para beber. Dentro del pozo habrá unos recuerdos referentes al evangelio. El mínimo de luz artificial. Las bancas se ubicarán en media luna.

Entramos en silencio, nos sentamos y nos aquietamos, escuchamos  la canción (SUMERGEME)

INTRODUCIÓN

Hermanas, yo les pregunto ¿cuántas veces nos encontramos con personas que nos desagradan, que tenemos prejuicios, porque piensan tan diferente a nosotras?

Jesús en el diálogo con la samaritana, se presenta como alguien cercano, que es capaz de superar las barreras de la hostilidad y prejuicios y con un simple “dame de beber”, invita a esta mujer alejada de Dios, a conversar y contar sus problemas, por eso las invitamos a que la misericordia rompa el prejuicio y acerquémonos a tantas mamás alejadas de Él.

Entonces abramos el corazón y escuchemos hoy lo que el Señor nos quiere decir.

Sean todas muy bienvenidas a este nuevo EMITO.

ORACIÓN INICIAL 

Jesucristo, dulce cordero de misericordia, derrama sobre nosotras esa mirada de amor que hace sentir, a la samaritana, amada, no juzgada y suscitando en ella el deseo de beber esa agua viva, para no tener más sed. Jesús amado danos la gracia de mirar como tú, para que en este encuentro a través de nuestros ojos puedas convertir más corazones. Amén

 (Canción: " Una vez más Él me perdone")

ORACIÓN DE PERDÓN

Señor Jesús, te pido perdón porque tantas veces he sido arrastrada por los prejuicios, que no soy capaz de descubrir en las miserias de otros, la persona humana que se encuentra perdida. Hoy necesito de tu amor y de tu perdón, para merecer tu gracia y llegar a este encuentro con un nuevo corazón, capaz de motivar la sed de ti a tantas mamás.

 

HERMANAS, CERREMOS NUESTROS OJOS Y PIDAMOS EN SILENCIO PERDON AL SEÑOR, POR TODO AQUELLO QUE NOS OPRIME EL CORAZÓN.

(Música clásica) (Momento de silencio)

(Hermana 1)  

Perdón Señor porque muchas veces nuestro corazón se cierra a la esperanza, llenándose de prejuicios, impidiendo así que tu amor nos llene. Señor Ten piedad.

(Hermana 2)                                                                                                                                                    

Perdón Señor por dejarnos llevar por el mundo que nos seduce, buscando cosas superficiales que solo dejan insatisfacción. Danos la gracia de buscar esa agua viva que calme todo tipo de sed. Cristo ten piedad.

(Hermana 3)                                                                                                                                                    

Perdón Señor porque muchas veces tú sales a nuestro encuentro y nosotras desviamos el camino para no escuchar, para seguir cómodas con nuestras vidas. Danos la valentía para vivir como cristianas. Señor ten piedad. 

(Hermana 4)

SALMO          Salmo 42

R. Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
R.

 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,
Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.

¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
R.

Dios mío, mi alma está abatida en mí;
Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán,
Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.

Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;
Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
R.

Pero de día mandará Jehová su misericordia,
Y de noche su cántico estará conmigo,
Y mi oración al Dios de mi vida.

Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?
¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?
R.

Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,
Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?

¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
R.

Cantamos:         "Aleluya, aleluya vivo estás Señor Jesús

                Aleluya, aleluya para siempre eres la luz"

(PADRE): Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan.  Juan 4, 5-42

Jesús y la mujer samaritana

En aquel tiempo llegó Jesús a una de ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que y Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: Dame de beber. Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice a la mujer samaritana: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana? (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.) Jesús le respondió: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva. Le dice la mujer: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados? Jesús le respondió: Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para viva eterna. Le dice la mujer: Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla. Le dice la mujer: Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dice: Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad. Le dice la mujer: Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo explicará todo. Jesús le dice: Yo soy, el que te está hablando. Y fueron muchos más los que creyeron. Así que por sus palabras, y decían a la mujer: Ya no creemos por tus palabras; que nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.

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