Teoria Organizacional

Hoy en día Tener, comprar, seguir la moda y llevar cosas "de marca" es lo que persiguen las personas para sentirse “especiales. Las jóvenes quieren parecerse a las chicas de las revistas, por lo que constantemente están pendientes de la moda, dispuestas a comprar a precios disparatados lo que los diseñadores han decidido. Es una locura lo que está pasando, los estrategas publicitarios nos conocen tan bien, que ha conseguido hacernos dependientes del consumo hasta la enfermedad. Hacer que trabajemos más, para tener artículos que no necesitamos ni queremos en realidad. Objetos que solo compramos porque nos sentiríamos mal sin ellos, ya que nos han condicionado así. Nos han hecho creer que tener es ser, como si el que no tiene nada no fuera nadie. Esta dependencia del consumo puede llegar más allá de la esclavitud, incluso hasta la patología. De ahí, el hecho de que la publicidad y la moda influyen de manera negativa en la sociedad actual.

El enfoque publicitario dado a la moda conduce a una sociedad de consumismo, pues en eso se basan los objetivos de quienes diseñan las campañas publicitarias. No se pueden culpar a estos, para eso trabajan. El problema está en nosotros, nos hemos dejado lavar el cerebro con cuantas cosas vemos, porque son de marca equis, o nos hará ver “Fashion”. Las personas toman prestado y se endeudan, para comprar el último modelo de celular. Según una encuesta realizada, el 60% del sueldo de las personas va destinado a comprase cosas superfluas, datos que resultan alarmantes. Cosas como estas son inconcebibles para nuestros abuelos, quienes en su juventud pudieron sobrevivir sin un Smartphone, ni lentes Prada.

De manera que, el fomento de las creencias consumistas ha proliferado el olvido de lo que es verdaderamente importante: los valores, el amor al prójimo, la honestidad y humildad ya no existen. Creer en Dios e ir a la Iglesia, se han vuelto prácticas anticuadas, y en sustitución a ello hemos dedicado nuestro tiempo al dios moda, o al dios tecnología. Los ladrones ya no roban para alimentar a sus hijos, si no, para comprarse una “pinta vacana”.

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