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Tragedia del túnel 29 en C.U.


Enviado por   •  27 de Febrero de 2018  •  Ensayos  •  1.837 Palabras (8 Páginas)  •  162 Visitas

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Colin Zaragoza Oseguera

Tragedia en el Olímpico Universitario

Sucedió accidente en el túnel 29 del estadio Olímpico. En el partido de vuelta de la final entre Pumas y América el estadio tuvo un sobrecupo, asistieron más de 95 mil personas al inmueble, cuando solo tenía un cupo de 68 mil. Mucha gente llegó con boletos falsos, otros escalaron por los murales del estadio. Gente con boleto en mano no pudieron entrar, tuvieron que optar por regresar a sus casas. La tragedia ocurrió en el túnel 29, policías del estadio cerraron las puertas del túnel por el evidente sobrecupo, la gente que quedó adentro no podía dar ni un paso más ni un paso menos. Debido a la presión de la gente la puerta cedió y los que estaban hasta adelante fueron los que más sufrieron, cayeron junto con la puerta y terminaron pisoteados por la multitud. 7 personas murieron en ese instante entre ellas 3 menores de edad, una octava persona murió en el hospital. 70 heridos de gravedad en ese momento. La Cruz Roja y ERUM (Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas) se presentaron en el estadio y ahí mismo empezaron a auxiliar a la gente. Los que tuvieron las lesiones más graves fueron llevados a hospitales de Polanco, Xoco, entre otros. Los cuerpos de los fallecidos fueron llevados a la agencia 22 del ministerio público en Coyoacán. Al medio tiempo del partido cerca de 50 mil aficionados se retiraron por lesiones ya que hubo accidentes por todo el estadio. El partido finalizó 0-0. Se recordará esta tragedia del 26 de Mayo de 1985 en el túnel 29.

Pumas vs América

Las alineaciones del primer partido por parte del América que utilizó un 4-3-3 Zelada; Trejo, Manzo, Tena y Bravo; Ortega, Bacas y Domínguez; Luna, Brailowski y Hermosillo. Del lado universitario también se utilizó un 4-3-3 Espinoza; Servín, Cruz, Peña y Amador; Vázquez, España y García; Negrete, Ferreti y Flores.

El partido de ida fue en el estadio Azteca el 23 de mayo de 1986. El juego terminó 1-1, Pumas anotó el primer gol al minuto 85 en una jugada de Negrete, que tocó para García Aspe, el león Aspe colocó el balón dentro de la portería de Zelada. La esperanza de empatar el partido se disminuyó.

Pero en minutos de reposición, la cabeza de Hermosillo privó al equipo universitario de conseguir la victoria. En el minuto 90 Hermosillo conectó con la cabeza para empatar el encuentro. Encuentro que pareció tener colores azul y oro pero los azulcrema impusieron su color al final del partido.  

En el segundo partido, donde ocurrió la tragedia, volvió a haber un empate, pero ahora sin goles. Pumas fue con todo a atacar pero no consiguió el gol, en cambio, las Águilas no demostraron su apetito de gol por un planteamiento poco útil del técnico Miguel Ángel López.  

Túnel 29

 El 26 de Mayo de 1985 se jugó el segundo partido de la final del fútbol mexicano en el estadio Olímpico Universitario. El partido fue entre Pumas de la UNAM y las Águilas del América. El primer partido quedó en empate a 1 y por esto las expectativas aumentaron para el segundo partido, además de las declaraciones que dieron jugadores y cuerpo técnico, quienes aseguraron que en C.U. iban a levantar el título.

El partido de vuelta motivó a la afición capitalina, que a pesar de ser domingo, madrugó para buscar los medios de transportación al escenario. La afición capitalina no buscó comodidades en los medios de transporte al escenario de la UNAM, sino rapidez. El Metro, fue uno de los medios más usuales para los aficionados que desde la estación de Copilco o de Ciudad Universitaria, recorrió a pie el último tramo que los separaba del estadio universitario.

Aquellos que utilizaron autobuses, se vieron en la necesidad de perder unos minutos al ser interceptados por las patrullas de policía y tránsito para llevar a cabo una rápida revisión con el propósito de confiscar todo aquello que pusiera en peligro la integridad de los aficionados. El orden que existía se fue perdiendo conforme el reloj avanzaba y el partido estaba por comenzar.

En las afueras del estadio, la gente comenzó a formarse en las vías de acceso al interior del estadio. Largas filas de simpatizantes tanto de Pumas como del América, comenzaron a ocupar su sitio en el graderío desde muy temprano.

Cuando faltaba poco más de una hora para que el encuentro se pusiera en marcha, el estadio de la UNAM solamente tenía unos pequeños espacios en las cabeceras. El resto del graderío estaba lleno. Fácilmente en este segundo partido, más de 100 mil fueron los espectadores que se dieron cita en el estadio universitario. La barda que rodea el propio estadio, sirvió también para aquellos aficionados que ya no encontraron hueco en el graderío, se sentaran cómodamente en ese peligroso sitio, con el riesgo de poder caer de espaldas al vacío.

Quedó comprobado que cuando la afición tiene deseos de asistir a un partido, corre el riesgo que sea necesario con tal de estar presentes.

Cruzando las puertas de los túneles todo mundo corrió el riesgo de ser aplastado por la multitud que deseaba llegar lo antes posible a las tribunas. Muchas mujeres con niños remolcados de los brazos, se vieron en aprietos cuando la muchedumbre no se detuvo con tal de penetral el interior del inmueble. Todo el orden que se mostró en las afueras del estadio, terminó por perderse.

Según se afirmó, en los sitios destinados exclusivamente a la venta de alimentos, fuera del estadio, un tanque de gas estalló. Pero no hubo desgracias.

Las fuerzas de seguridad que fueron destinadas para mantener el orden, no se vieron en la necesidad de intervenir, ya que el comportamiento del público fue conservador. Pero ese orden se volvió a romper conforme se cruzaban las puertas de acceso al graderío del México 68.

Quienes tuvieron valor a toda prueba, fueron los simpatizantes de las Águilas del América, porque eso de mostrar la bandera de las Águilas ante una multitud que estaba con el Puma, fue algo de valientes. No se salvaron de los insultos o de un baño gratis. El encargado de los cohetes los encendió en el momento menos preciso y cuando nadie lo esperaba, provocando con ello el corredero desesperado y los empujones y golpes que se reciben cuando quienes se consideran en peligro, tratan de escapar de ese sitio.

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