Un Cuento

En un mundo donde todos están solos, donde nadie se conoce y nadie se respeta, un mundo sin vida, solo sobrevivientes de lo que alguna vez se llamó hogar… es ahí donde vivía una joven cuyo nombre ya no recuerdo y dudo mucho que ella lo recordara también.

¿Cómo empezar a contar una historia que no tiene principio? Pues bien, empecemos por saber que en ese mundo habían solo sombras siguiéndose entre sí, nada tenía sentido, aquella joven creció en apenas un rincón de aquel gran lugar, lo único que veía a su alrededor eran imágenes de lo podría llamarse personas, que hablaban entre sí de lo que un día fue y no volverá, sus expresiones eran de dolor e ira, todas se culpaban por no haber cuidado lo que nunca tuvieron.

Aquella joven jamás pudo reconocer el rostro de alguna de aquellas sombras que rondaban por el lugar, pues estos cambiaban de forma, dependiendo de con quién y donde se encontraran, igual que el agua, adoptaban, o por lo menos intentaban, tomar la forma del recipiente que los contenía.

Nadie tenía una personalidad propia, excepto, la chica de quien les hablo, aun sin estar segura de sí era una sombra o algo sin forma, había algo en ella que la caracterizaba y eso era unos ojos hermosos, con una tristeza profunda, su mejor compañera era la soledad.

Muchas veces ella rondaba a lo que se le puede llamar calles, tratando de encajar de algún modo en ese pequeño mundo, pero aún rodeada de gente no pudo sentirse parte de aquella gran multitud; como muchos, ella a quien llamaré Lilith tenía sueños e ilusiones, que se desmoronaban al ver que nada existía, todos se burlaban de sus ideas locas, decían que en un mundo así la esperanza no existía, era como una lucha tratando de derribar una gran barrera que no le permitía avanzar, tenía miedo de intentar, pero también tenía coraje pues conformarse con lo que tenía no lo consideraba una opción; sabía que no lograría que todo fuera como fue en el pasado, sabía que podría ser mejor pero necesitaba ayuda.

Ella se sentía muy sola, no conocía la amistad y mucho menos el amor, al menos no hasta ese día; aún recuerdo el cómo se conocieron, ella caminaba con la mirada perdida como siempre, cuando sin darse cuenta tropezó y alguien le ayudo a no caer; cuando alzo la vista sus hermosos ojos vieron una sombra, que se transformó de inmediato en lo que ella necesitaba, le brindo una sonrisa y Lilith no pudo evitar hacerlo también, un sentimiento broto pero no supo definirlo, solo decidió disfrutar de la compañía que por primera vez en su estancia en ese mundo tenia.

Me referiré a dicha compañía como un vagabundo, pues no puedo saber a ciencia cierta qué forma le mostro a Lilith; o más bien, que forma hizo ella que él tomara.

Empezaron una conversación larga y tan amena que ni si quiera ellos se dieron cuenta del tiempo; él narraba con especial encanto los viajes que había realizado a los largo de su vida, dejando a Lilith asombrada, he de decir que quedo encantada, pues hablaba de haber estado en muchos lugares bonitos y con personas que le enseñaron cosas buenas.

Ella pregunto le pregunto que si podía acompañarlo, pues también quería ver esos lugares hermosos de los que hablaba, quería conocer a

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