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Unidad 1. PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO.


Enviado por   •  29 de Agosto de 2016  •  Ensayos  •  2.857 Palabras (12 Páginas)  •  304 Visitas

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                                  Lógica I Grupo 5°[pic 1]

Unidad 1. PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO

Tema 1. Apariencia y realidad

Competencia a desarrollar:

7. Formación

  • Articula saberes de distintos campos

6. Pensamiento crítico

  • Piensa crítica y reflexivamente

Objetivos:

1. Contrasta las diferentes posturas filosóficas mediante el análisis de los elementos del conocimiento para explicarse cómo logra su propio aprendizaje.

2. Valora las teorías sobre el conocimiento mediante el planteamiento de ejemplos para cuestionar su forma individual de aprender y proponer una propuesta de mejora.

LÓGICA

UNIDAD I

PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO

1.1 APARIENCIA Y REALIDAD. (2 horas)

1.1.1 Heráclito, Parménides, Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino

Heráclito de Éfeso, (340 -475 a. J.C.) lo aparente es lo estático y lo inmóvil, y lo auténtico es el movimiento. El ser auténtico de todas las cosas es el movimiento. “Todo fluye”, nada permanece igual en dos instantes distintos. Dice: “No puedes bañarte dos veces en el mismo río, pues siempre un agua distinta fluye en torno a ti”. Y lo que ocurre con el agua, ocurre con la realidad total. Todo es movimiento y sólo existe el movimiento: “Es propio del sabio admitir que todo es uno”.

Podemos preguntarnos por la fuente o el motor de ese movimiento universal. La respuesta de Heráclito parece ser doble. En primer lugar, se hace aún eco de la problemática en torno al origen de las cosas, y responde que el principio de todo es el fuego. Dice a este respecto: “Este mundo, el mismo para todos los seres, no ha sido hecho por ninguno de los dioses ni de los hombres, sino que siempre ha sido, es y será un fuego siempre viviente que se enciende con medida y con medida se apaga”. Ahora bien, no es concebible una llama de fuego en reposo. La movilidad del fuego, considerado como principio de las cosas, explicaría que todas ellas sean movimiento.

En segundo lugar, la teoría de los contrarios, atribuida a Heráclito, sería la fuente del movimiento. Según esa teoría, cada cosa procede de la lucha establecida entre dos cosas precedentes y adversarias. La guerra, dice Heráclito, es el padre de todas las cosas, el rey de todo. Puede pensarse que esta animosidad y combatividad es la segunda fuente del devenir heracliteano. La filosofía de Heráclito es violenta y combativa. Una naturaleza sin lucha es una naturaleza muerta.

Entre Parménides (540-470) y Heráclito existe una auténtica oposición. Si para Heráclito el aspecto estable de las cosas es pura apariencia frente al movimiento como realidad auténtica, para Parménides el movimiento o cambio es sólo una realidad aparente frente a la inmutabilidad del ser. Según el aléata  –Parménides nació en la ciudad de Elea -, las cosas no son movimiento, sino ser.

El principio básico de Parménides es éste: el ser es y el no-ser no es. Es decir, el no-ser no existe; sólo existe el ser. Partiendo de este principio, llega a las siguientes conclusiones:

a) El ser es inmóvil e inmutable;

b) El ser es idéntico a sí mismo

c) El ser eterno.

El mito de la caverna, tal y como Platón lo expuso en el libro VII de la República, constituye un claro ejemplo de su concepción de la realidad. Según éste, existen dos mundos  o dos clases de realidades, a saber, el mundo sensible, que es un mundo aparente, un mundo de sombras, y el mundo inteligible o mundo de las ideas, que constituye la auténtica realidad.

Platón, al principio, gracias a su maestro Crátilo conoció la teoría de Heráclito de Éfeso, según la cual todas las cosas se encuentran sometidas a variación o cambio: todo fluye; pero posteriormente, en un viaje a la Magna Grecia entró en contacto con las ideas de Parménides, según las cuales el ser es uno, inmutable, perfecto, eterno… de este modo. Platón parece que quería establecer un equilibrio entre ambas filosofías: la variedad y el cambio son propios del mundo sensible; la inmutabilidad, la perfección y la eternidad del mundo inteligible.

Por otra parte, Sócrates le había enseñado que en las cosas singulares y concretas sometidas a variación, existe una esencia universal, invariable y común  a todos los entes de la misma especie, la cual expresa su auténtica realidad, su verdadero ser.

Ahora bien, mientras que para Sócrates esta esencia es inmanente a las cosas mismas, es decir, reside en el ser mismo de las cosas; para Platón, en cambio, es trascendente, esto es, se da al margen de las cosas; como ya sabemos, en el mundo inteligible.

De acuerdo con estos principios, Platón aplicó atributos contrapuestos y contradictorios a uno y otro mundo, así, el mundo inteligible (o mundo de las ideas) de halla formado por lo que siempre es y no varía, el ser inengendrado e imperecedero, las esencias inmutables, lo que en realidad es ente, es decir, por los seres verdaderos; el mundo sensible, por el contrario, se encuentra integrado por las cosas que vemos en este mundo, las cosas cambiantes, que nacen y mueren y que están sometidas a continuo devenir, esto es, que son contingentes y, por tanto, en parte son y en parte no son.

A este respecto, al mundo inteligible pertenecen las ideas y los números; mientras que del mundo sensible forman parte los objetos artísticos y los entes naturales.

ABAD PASCUAL Juan José, Historia de la Filosofía, Ed. Mc Graw Hill,  España, 2001  p.p. 37 a 38

Si las ideas filosóficas de Platón se vieron profundamente condicionadas por sus ideales políticos, el pensamiento de Aristóteles lo fue por sus conocimientos biológicos. Aristóteles, perteneciente a una familia de médicos y biólogo él mismo, fue un perspicaz observador de la naturaleza. En este sentido. En este sentido tiende a ver todas las cosas con mentalidad de naturalista y a poner de manifiesto el carácter finalista o teleológico de las mismas; pues, en efecto, dicho carácter se da más que en ningún otro campo en el de los seres vivos, ya que en los fenómenos de reproducción, crecimiento y desarrollo de éstos, una vez puestas las condiciones necesarias (por ejemplo, una vez), el proceso natural, es decir, el proceso biológico tiende a seguir su curso por sí mismo, de modo correcto y preciso; por ejemplo, una vez que la semilla ha caído en el terreno adecuado, germina y el desarrollo del nuevo ser, de la nueva planta, tiende a seguir de modo natural hacia su fin, esto es, hacia su cumplimiento correcto y adecuado.

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