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Valores Universales ética mínima


Enviado por   •  10 de Octubre de 2012  •  5.514 Palabras (23 Páginas)  •  1.215 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Los valores están presentes en el organismo, la personalidad, la sociedad y la cultura humana. Los valores no son normas de conducta, Las normas son reglas para comportarte de un modo determinado. El término valor no lo poseen los objetos en si. Si no que estos lo adquieren gracias a su relación con el hombre, con el ser social.

Todos los seres humanos independientemente del grado cultural y de civilización poseemos un sentido ético o moral. Este sentido está ligado a los actos voluntarios pues los calificamos como buenos o malos. La culminación del acto moral, así como también de los sistemas éticos, se logran al elegir las finalidades que se realizaran en la vida.

Son valores y reciben ese nombre por contener el valor que los hace deseables. Las virtudes éticas se refieren especialmente a la actitud moral. Los valores éticos no son los bienes si no los de las personas y sus actos. No residen en las cosas sino en la voluntad, las intenciones y los propósitos.

Por otro lado, existen una primera exigencia ética mínima, conocida como la "regla de oro" de la ética: "lo que no desees para ti, no lo hagas a los otros hombres" o también: "Actúan solo según aquella máxima por la que puedas al mismo tiempo querer que se convierta en ley universal". Esta "regla de oro" constituye el principio de universidad, que lo único que nos exige es intentar ponernos en los zapatos del otro.

Existe también otro principio: "considerar a todo ser humano como un sujeto con dignidad y derecho". Esto nos exige tomar en cuenta el valor que cada persona tiene en si misma, y nos pide tratar al ser humano como un "fin" y no como "medio" o instrumento que podemos utilizar.

Por ultimo, nos encontramos con un tercer principio. "poner en el consenso y no en la lucha, la vía para resolver los problemas y conflictos humanos". Si esta pauta ética se cumpliese siempre, se evitarían muchos sufrimientos humanos.

VALORES UNIVERSALES – ÉTICA MÍNIMA

Durante la Revolución Francesa se proclamaron unos ideales o valores universales. La igualdad, la libertad y la fraternidad ya no eran derechos restringidos a un sector poblacional o a una parte de la humanidad, sino derechos universales.

Esta proclamación fue uno de los frutos del prometedor movimiento, encabezado por los filósofos modernos e ilustrados, que se conoce con el nombre de modernidad. La modernidad daba fundamento a los ideales revolucionarios de igualdad, libertad y fraternidad; afirmaba la primacía del individuo, de la democracia, del progreso; enaltecía la razón humana como capaz de resolver todos los problemas y todos los obstáculos. Los hombres modernos consideraban que sus ideales eran universalmente realizables.

Pero el proyecto de la modernidad, diseñado fundamentalmente en los siglos XVII y XVIII, emprendió un equívoco camino a lo largo del siglo XIX y parte del XX. EL hombre moderno, transformado en colonizador, legitimó su expansión en cualquier parte del planeta argumentando que sus valores, valores universales, se habían de imponer como tales, que la civilización occidental, la "civilización", tenía que dominar y devenir realmente universal. Los valores, las instituciones y la cultura de Occidente se exportaron por todas partes; esta era, precisamente, una tarea a la cual el hombre blanco no podía renunciar: era su misión histórica.

El mismo Rudyard Kipling, autor del popular Libro de la selva, transmite esta concepción del típico colonial cuando defiende que el bien de la colonia radica en la aceptación de la avanzada cultura occidental. El libro enseña que en la India sólo hay dos universos aceptables: la civilización de los colonizadores y el virginal orden selvático; la milenaria civilización nativa está básicamente ignorada o menospreciada. Kipling se lamenta de la ingratitud de los indígenas que rechazan o se rebelan contra la civilización superior.

Simultáneamente, otros hombres modernos denunciaban estos afanes de sus coetáneos. Sospechaban que detrás de los grandes ideales había intereses económicos y tendencias depredadoras. Karl Marx, hombre moderno, fue uno de los críticos de esta situación. Friedrich Nietzsche, mucho más radicalmente, sospechaba del camino que había seguido toda la cultura occidental.

Siglo XX: Un Mundo de Civilizaciones

Tras la Primera Guerra Mundial, Europa y EE.UU. gobernaban, en forma de territorios coloniales o con control indirecto, casi la mitad del planeta: la civilización occidental se imponía. Terminada la Segunda Guerra Mundial, el mapa se transformó notablemente. En las primeras décadas se implantó la política de bloques, el bloque occidental encabezado por EE.UU. y el bloque comunista encabezado por la URSS. En las décadas posteriores, las de la guerra fría, el planeta incorporó un tercer bloque, el de los estados no alineados. Esta panorámica se descompuso en los lustros finales del siglo XX.

El derribo, en 1989, del muro que dividía en sectores la ciudad de Berlín fue el símbolo más representativo de la reconfiguración del planeta: el derribo daba testimonio del debilitamiento y naufragio del bloque comunista. Estos cambios han comportado un incremento del poder de la potencia que encabezaba el bloque occidental, cosa que ha llevado a hablar, por parte de algunos, de establecimiento de la civilización universal.

Pero, para otros muchos, este dominio de la civilización es sólo aparente y, en todo caso, este dominio no se da en los aspectos más profundamente vitales. La Obra que en 1997 publicó Samuel Huntington, El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, es una de las argumentaciones más decisivas en favor de la tesis del nacimiento y consolidación de un mundo pluricivilitzacional.

Civilizaciones no Occidentales

En pleno siglo XX, los pueblos no occidentales anhelaban el bienestar, la tecnología y la cohesión política de las sociedades occidentales; diseñaban su crecimiento imitando los valores y las instituciones. En las dos décadas finales del siglo XX se ha invertido la situación: los pueblos no occidentales retornan a sus orígenes, ya no pueden esperar que Occidente les otorgue poder y riqueza. Se rechaza una cultura occidental que, en teoría, tiene como punto de referencia una ética universal e incondicional, mientras que, en la práctica, se comporta siguiendo una ética ajustada a los propios

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