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Valores

marcossgilbertoTesina6 de Mayo de 2015

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I. Marco teórico.

El objetivo central de este trabajo investigativo es explorar la manera en que identificamos,

aprendemos y desarrollamos los valores en la vida diaria. Descubrir el alcance de los valores en

nuestra vida, nos requiere comprender la acción individual y social, para lo cual es necesario

prestar atención al transcurrir de la vida cotidiana.

“La vida cotidiana o la vida de cada día, es estudiada por las ciencias sociales como el discurrir

de un día cualquiera en la vida de las personas que interaccionan, recreando sus vivencias que

pasan todos los días, también transcurre la tierra y nuestras vidas.” Bridye, G.Y Watson, S.

(2002).

La cotidianidad en la vida de las personas es parte fundamental del sentido de la acción humana.

En el trascurrir del día a día, desde que nos acostamos y levantamos nuestra vida se convierte en

una rutina cotidiana que puede variar entre personas y grupos: suplir nuestras necesidades,

exponernos a diversas fuentes de información, dialogar, atender las expectativas que tenemos

sobre los demás, y las que versan sobre nosotros, entre múltiples otras. Nuestras acciones

individuales y sociales conllevan una responsabilidad.

Al cumplir con nuestros deberes, se deriva un grado de satisfacción. Pero hay veces que la vida

nos sorprende, planificamos y nos damos a la tarea de actuar; súbitamente, eventos o situaciones

inesperadas disponen lo contrario a lo que aspiramos. Las situaciones que trastocan nuestra vida,

pueden activar procesos difíciles. Ante los eventos que cambian nuestra vida cotidiana, es

importante analizar, y actuar oportunamente.

Para algunos, los retos pueden convertirse en adversidades inmanejables; y para otros

eventualmente pueden transformarse en oportunidades para crecimiento. Para unos y otros, las

situaciones inesperadas bien podrán representar retos, y cada uno lo manejara de diversas

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maneras, en función de la identidad que le caracterice. Los retos siempre estarán presentes en

nuestra vida; nos corresponde aprender de estos, y con ello seguir hacia adelante.

Las experiencias adquiridas desde que nacemos hasta el fin de nuestros días, nos transforman y

pueden enriquecernos de manera extraordinaria; proyectar esa riqueza en el afecto y acciones

que llevamos a cabo, construye vivencias entre los seres humanos. Compartir nuestras

experiencias positivamente con las demás personas, es una parte crucial de la vida.

Hay todo tipo de actividades desde las cuales cada persona crea consciencia, se sensibiliza y

actúa en sus entornos. Lo anterior constituye un proceso significativo de aprendizaje, que debe

propiciar relaciones sociales, en las cuales cada individuo adopte diversos contenidos para

construir los conocimientos, sentimientos y acciones que sean relevantes para su vida. Desde

esta perspectiva, cuando se desea conocer una comunidad, se debe comprender cómo los

individuos y los grupos trabajan, se relacionan y actúan.

Las personas se relacionan en el lugar donde viven, y en los espacios donde interactúan.

Independientemente de los conflictos, y las buenas relaciones que puedan surgir en ese proceso

de intercambio, todos tenemos la capacidad para ofrecer lo mejor de nosotros mismos ante un

momento de adversidad individual o social.

Así las cosas, debemos reconocer la importancia de promover las prácticas de los valores y

concienciar a los individuos y los grupos sobre la realidad histórica actual, social y económica.

Hacemos lo que somos. Las experiencias formativas que tenemos a nivel familiar, y las que

resultan de las creencias que profesamos, al igual que la formación que recibimos en la escuela, y

las influencias de las amistades, el intercambio en los lugares de trabajo, son experiencias que

moldean nuestra identidad personal. Hacemos bien en recordar que proyectamos lo que hemos

aprendido a través de las actitudes que reflejamos ante las situaciones o eventos inesperados que

enfrentamos a diario.

OEG - CDPE

STIC-2013-001 (RWPS-2013-001)

La práctica de los valores en la vida cotidiana

enero 2013

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Una casa necesita cimientos para sostenerse. De igual forma, los valores sostienen y nutren al ser

humano. Si faltan los cimientos, tampoco existe el fundamento que sostiene nuestras vidas, que

le añade visión, motivación y compromiso. Sin principios ni valores hay un vacío en el ser

humano. A medida que desarrollamos los valores en nuestro interior, también mejora nuestra

capacidad para relacionarnos armónicamente con el mundo en que vivimos, y aportamos a una

mejor calidad de vida.

Como afirmamos anteriormente, al interactuar socialmente, nos relacionamos a través de las

prácticas individuales y colectivas que experimentamos con las familias, las comunidades, las

instituciones educacionales, laborales, y religiosas, entre muchas otras. Para llevar a cabo los

propósitos que buscamos en el mundo de la vida cotidiana, tenemos que formar parte de la

misma: el mundo se hace una realidad posible por nuestras acciones en la cotidianidad.

Es precisamente ese diario vivir lo que nos lleva a reflexionar sobre los valores. Me refiero a los

valores que nos hacen cada día mejores seres humanos; practicarlos debe convertirse en un

proceso de aprendizaje cotidiano. Es decir, los valores se deben materializar en acciones que

puedan observarse al punto de crear un sentido de identidad en el comportamiento humano.

Entonces, ¿qué son realmente los valores en la vida cotidiana? “Son elementos de las personas y

están relacionados con estados ideales de vida que responden a nuestras necesidades como seres

humanos, proporcionándonos criterios para evaluar a los otros, a los acontecimientos tanto como

a nosotros mismos” (Rokeach, 1993 en Garcia, Ramírez y lima, 1998). Son esencialmente

prioridades basadas en la integridad o elecciones que están presentes en lo que hacemos y no

hacemos, a lo que nos hemos acostumbrado y lo que somos capaces de tolerar, y se expresan de

manera pública y abierta.

II. Los valores en la vida cotidiana

“Lo que hace personas a las personas, son sus valores’’ Max Scheller

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Muchos(as) grandes pensadores(as) han reflexionado sobre la vida cotidiana. La filosofa

húngara Agnes Héller, describió la cotidianidad como “el espejo de la historia... el conjunto de

actividades que caracterizan la reproducción de los hombres particulares, los cuales crean la

posibilidad de la reproducción social…. Es la forma real en que se viven los valores, creencias,

aspiraciones y necesidades.”

Desde esta perspectiva, la familia es la primera escuela de la vida. A partir del momento en que

la mujer está en proceso de gestación, el feto depende totalmente de ella. Dicho contexto le

requiere a la mujer estar profundamente consciente de su rol, y ejercer responsabilidad al actuar

con la calidad necesaria para enfrentar las situaciones que vive diariamente, para contribuir al

desarrollo de una vida.

El proceso de gestación es un periodo de vida intenso y complejo para la mujer. Poco a poco

surge una relación, que con el transcurrir de los días y el desarrollo de la vida y la sensibilidad,

frecuentemente resulta en una profunda experiencia humana basada en la mutualidad.

Al nacer, independientemente de su estado físico, la criatura requiere de un cuidado

extraordinario que atienda sus necesidades cotidianas. Indefenso y totalmente dependiente, por

instinto buscará el calor humano. Proporcionalmente a su estado físico, interactuará con lo que

le rodea. El ambiente familiar, la comunidad, los vecinos, el cuido y eventualmente la escuela

moldearan su vida.

Dadas estas condiciones, los profesionales que inciden directamente en la salud, educación y

bienestar de un niño(a), deben mantener un alto nivel de responsabilidad en el ejercicio de sus

tareas. Particularmente, el cuido y la escuela habrán de proveer un apoyo fundamental a la

familia en el proceso de la crianza. Los diversos componentes que formaran parte de su

entorno, ejercerán influencia sobre su calidad de vida. Específicamente, las vivencias

experimentadas en el núcleo familiar, la escuela, el trabajo, los espacios para cultivar sus

creencias, y sus relaciones de pareja, habrán de incidir en la formación de su identidad.

El crecimiento y desarrollo de una persona es proporcional al valor con el que se le ha tratado y

se le trata, y a los valores que esta asuma y practique en su cotidianidad. En la medida en que

practiquemos valores para el beneficio de nuestros(as) niños(as), los que nos rodean y

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La práctica de los valores en la vida cotidiana

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nosotros(as) mismos(as), la calidad de nuestra vida individual y social incrementará

notablemente. Ciertamente, la influencia y el alcance abrumador de los valores en nuestro diario

vivir, también nos lleva a reflexionar profundamente sobre su ausencia.

III. ¿Se habrán perdido los valores?

En la cotidianidad podemos

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