Viimos Para Ser

VIVIMOS PARA ESTAR

“¿Por qué seguir viviendo a pesar de la esclavitud?”, se preguntó un niño, protagonista de una película llamada “Yo soy David”, que apenas con doce años, es víctima de un campo de concentración.

La película sin duda muestra con fresca naturalidad valores como el aprender a tener esperanza, confiar en nuestros semejantes; el enorme valor y responsabilidad que conlleva a la vida. David se escapa del campo y luego de una larga senda vivida fuera de el, será capaz de comprender la respuesta a su pregunta “¿Por qué seguir viviendo a pesar de la esclavitud?” “Porque mientras estés vivo, puedes cambiar las cosas”. No vale la pena vivir sino se hace nada para la vida. El hombre, desde que el mundo es mundo se ha preguntado muchas veces, ¿qué hago yo en esta vida?; muchos, a través de los siglos de la historia humana, han dado una respuesta a este interrogante. Según el punto de vista materialista, somos el producto de la casualidad, nacemos, morimos y todo se acabó; no hay otra vida, no hay Dios. Según la filosofía, vivimos para conocer, la vida solo se basa en el conocimiento, y que cuando muere nuestro cuerpo nuestra alma puede vagar libre de toda necesidad física. Según la biblia, la razón más válida para seguir viviendo y para vivir con decisión, con gallardía, con esperanza es la intima y profunda convicción de que Dios nos ama. Dios hecho hombre nos revela al Dios Creador. Cristo le da sentido a la vida humana y entonces la vida es un don impregnado de amor. Nadie se enfada con quien le hace un regalo, si el que hace el regalo lo hace con amor. Y Dios nos hace el don de la vida que culminará en un océano de felicidad, semejante al que inunda a la Divinidad.

Pero entonces… ¿para que vivimos? Vivimos para dejar nuestra marca, para conducirnos a la felicidad y para ayudar a las demás personas que también la encuentren. Que encuentren a Dios. Nosotros como seres humanos, creados a imagen y semejanza de él, con cualidades excepcionales y con un destino superior, en determinados momentos nos preguntamos sobre la finalidad de nuestra presencia en este mundo. Una vez que había creado las infinitas estrellas, la tierra con sus montañas, mares, bosques y todo tipo de animales, Dios, según la Sagrada Escritura, formó su obra culmen diciendo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y nuestra semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de la tierra y sobre cuántos animales se muevan sobre ella.”(Gen 1,27) A imagen de Dios no quiere decir que Dios tiene semejanza física con el hombre. No tiene piernas, manos, canas, ni una barba blanca. Cuando la Biblia habla del hombre a imagen de Dios, se refiere al hecho de que el hombre tiene un alma espiritual.

“El circo de las mariposas” es un corto inspirador donde un joven piensa que Dios le dio la espalda

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