Violencia Domestica

La tragedia toca las puertas de cada hogar puertorriqueño a través de la violencia doméstica. La noticia presentada por Colón Dávila (2010) en el Nuevo Día plantea la muerte de una adolescente embarazada, víctima de una brutal golpiza a manos de su pareja la semana pasada. Es totalmente cuestionable, ¿por qué ocurre este tipo de situaciones? Es espeluznante, es casi increíble, pero es una realidad, una realidad que deja a todos un sabor triste y amargo. Aún cuando la joven está saliendo de la etapa crítica, un niño se le priva su derecho de nacer. La realidad es que este tipo de noticias toca la fibra más íntima, de un ser humano y es una aberración este tipo de conducta tan agresiva. Llama la atención, además de que prácticamente los padres son dos niños. Y surge de inmediato las siguientes interrogantes: ¿Qué está pasando con el amor, la bondad, la misericordia, la sensibilidad humana del respeto y el derecho a la vida? ¿Qué está influyendo para que cada día sean más los casos de violencia? ¿Hasta cuando tanta violencia doméstica? ¿Se puede estar de acuerdo? ¡No hay respuesta a estas interrogantes o es que no queremos hacer nada! Ciertamente, no se puede estar de acuerdo con este tipo de conducta. La razón más poderosa para rechazar la violencia es la seguridad personal, a la que tiene derecho todo ser humano, según establecido por (Maslow 1943;1990).

En estos momentos, la violencia es noticia en los rotativos de la Isla todos los días. Tal parece, que hace falta más información y reconocer que es de suma importancia educar a los individuos acerca del control de emociones y manejo de conflictos. La violencia doméstica, violencia familiar o violencia intrafamiliar comprende todos aquellos actos violentos, desde el empleo de la fuerza física, hasta el acoso o la intimidación, que se producen en el seno de un hogar y que perpetra, por lo menos, a un miembro de la familia contra algún otro familiar (Ortega, 2005).

La violencia contra la mujer por parte de su pareja o ex-pareja está generalizada en el mundo, dándose en todos los grupos sociales independientemente de su nivel económico, cultural o cualquier otra consideración. Aun siendo de difícil cuantificación, dado que no todos los casos trascienden más allá del ámbito de la pareja, se supone que un elevado número de mujeres sufren o han sufrido de violencia. Estudios realizados en países por desarrollar arrojan una cifra de maltrato en torno al 20%, encontrándose los índices más bajos en países de Europa, en Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón con cifras en torno al 3%. (Palermo, 2005).

La realidad es que no se puede seguir tolerando y aceptando tanta violencia. No hay duda, que en todas las relaciones humanas surgen conflictos y en las relaciones de pareja también. Las discusiones, incluso discusiones fuertes, pueden formar parte de la relación de pareja. Pero no se puede estar de acuerdo en que se conviertan en peleas y llegar a la agresión física entre ambos. Esto, es censurable y castigado por Ley.

El maltrato no es un concepto relacionado con el amor y lo que une a una pareja es el amor, además es un mandato divino preservar la vida. Hay que entender que el conflicto es una modalidad relacional que implica reciprocidad y es susceptible de provocar un cambio. Por el contrario, el maltrato, aunque adopte las mismas formas (agresiones verbales o físicas), es unilateral, siempre es la misma persona la que recibe los golpes (Alvarez Deca, 2009).

La violencia, en la mayoría de los casos, ha llegado a ser parte de la vida cotidiana de muchas personas a las cuales afecta en gran manera su comportamiento y el desarrollo de diversas actividades que deseen ejercer. Es decir, la violencia también es una conducta aprendida (Oblitas Bejar, 2006). La violencia familiar tiene como base la cultura (el medio donde se desarrolla ésta situación) y que incluso, engloba a los medios de comunicación. Este régimen de ideas apoya ciertas justificaciones a las acciones clasificadas como violencia intrafamiliar por el uso de estereotipos a los miembros de la familia. Durante la década de los setentas

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