Ahorro Energético
felipesolis2 de Julio de 2011
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Al culminar nuestro primer período de gobierno en el año 2000, advertí que la principal amenaza que se cernía en el horizonte para el futuro desarrollo de la República Dominicana era el alza constante de los precios del petróleo; y, en efecto, así ha acontecido.
Durante el transcurso de este año 2007, los precios se han elevado en más de un 80 por ciento con respecto a los que prevalecían el año anterior, y la tendencia no parece detenerse.
En el año de 1989, los precios del petróleo se encontraban en apenas 15 dólares el barril, y no fue sino como consecuencia de la Primera Guerra del Golfo Pérsico, a finales de 1990 y principios de 1991, que subió a 40 dólares el barril.
Luego de la culminación de ese conflicto bélico, los precios del crudo volvieron a colocarse por debajo de los 20 dólares el barril durante el resto de la década de los noventa; y en 1998, debido a la llamada Crisis Asiática, que desaceleró el crecimiento de la economía mundial, los precios se desplomaron hasta llegar a alcanzar tan sólo 10 dólares con cuarenta y seis centavos el barril.
Todo parece indicar que ese fue el último momento luminoso de la historia reciente en que pudimos hablar de petróleo barato.
Hace cuatro años, antes del inicio de la Segunda Guerra del Golfo, la de la ocupación de los Estados Unidos sobre Irak, el barril de crudo de petróleo se cotizaba a menos de 25 dólares. Dos años después, en el 2005, el precio del barril se había más que duplicado hasta los 60 dólares.
Entre los meses de mayo y septiembre de este año, el precio estuvo entre los 60 y los 80 dólares el barril; pero a partir de octubre ha intensificado la tendencia al alza, llegando a establecerse el precio del West Texas Intermediate, que es el que sirve de referencia en el mercado de los Estados Unidos, en un nivel sin precedentes de 96 dólares el barril.
¿Cómo afecta esa situación la economía de la República Dominicana?
En nuestro país, el consumo de petróleo es alrededor de 140 mil barriles diarios, o 4 millones 200 mil barriles mensuales. La totalidad de ese petróleo y sus derivados es importado, lo que significa que debido al alza registrada en los precios a lo largo del año, la factura de octubre habrá sido alrededor de 123 millones de dólares más cara que la que pagamos por la importación de ese mismo tipo de productos en el mes de enero.
Para analizar esto en una perspectiva más amplia, debemos indicar que al concluir el año 2007, la factura petrolera, que es el pago anual por consumo de combustibles que hacemos los dominicanos, será 412 millones de dólares más cara que la del año 2006.
Se estima que el pago de esa factura petrolera superará este año los 3 mil 200 millones de dólares, lo que equivale a decir que alrededor de uno de cada tres dólares que importamos lo será en petróleo y derivados.
Como consecuencia de esa tendencia al alza de los precios del petróleo en los mercados internacionales, en los últimos tres años, desde el 2005 hasta el 2007, la factura petrolera pagada por el país habrá ascendido a 8 mil 438 millones de dólares, casi el doble que los 4 mil 380 millones pagados por ese mismo concepto en los tres años previos, del 2002 al 2004.
Afortunadamente, debido a la aplicación de políticas públicas coherentes, a la confianza prevaleciente en los agentes económicos y a la estabilidad relativa de la tasa de cambio, el impacto ocasionado por el incremento de los precios del petróleo y sus derivados, ha podido ser mitigado en el mercado local.
Por supuesto, hay que comprender lo difícil y doloroso que resulta para las familias y las empresas el alto precio que se tiene que costear hoy en día para consumir un galón de combustible, pagar por un servicio de transporte público o de carga, asumir la tarifa del servicio eléctrico o adquirir un boleto de avión.
Es, en verdad, un momento de grandes contrariedades y adversidades por las que, en estos momentos, como nación, atravesamos, debido a la calamidad de esta alza incontrolable de los precios del petróleo.
No obstante, estoy convencido, firmemente convencido, de que con inteligencia, laboriosidad y disciplina, así como con la gracia y protección de Dios, superaremos también este momento de infortunio.
Ahora bien, ¿qué está ocurriendo en el mundo para que el petróleo haya subido tanto de precio y se encuentre a niveles tales que se estima puede llegar a cotizarse hasta a 100 dólares el barril?
En realidad, varios factores lo explican. En primer lugar, está el hecho de que mientras el petróleo se ha convertido en un bien cada vez más escaso, su demanda en el mercado mundial ha seguido creciendo, especialmente por parte de Estados Unidos, China e India.
Pero, además, se encuentra la circunstancia de que mientras sus precios se mantuvieron relativamente bajos y estables, durante la década de los noventa, no se produjo suficiente estímulo económico para las grandes empresas invertir en la construcción de nuevas refinerías, lo que actualmente limita la capacidad de colocación del crudo en los mercados internacionales.
Los conflictos geopolíticos también crean tensión e incertidumbre en los mercados, esencialmente por la descomposición de la situación en Irak, poseedor del 10 por ciento de las reservas petroleras del mundo, la creciente pérdida de control en Afganistán, la persistencia y crecimiento de las confrontaciones entre Irán y los Estados Unidos, el recrudecimiento de la ola de secuestros en la región petrolífera de Nigeria, en Africa, y el agravamiento de la lucha entre Turquía y los rebeldes kurdos en el Norte de Irak.
Por otra parte, hay que tomar en consideración el debilitamiento del valor del dólar norteamericano con relación al euro y otras monedas, así como al carácter especulativo que tiene la compra de contratos a futuro en las bolsas de valores, todo lo cual contribuye, de manera artificial, a generar nuevas alzas en los precios del llamado oro negro.
¿Qué debemos y podemos hacer nosotros, Gobierno y sociedad, en la República Dominicana, para protegernos de los altos precios de los combustibles en los mercados internacionales?
Hasta ahora, el único programa que nos ha permitido atenuar, de alguna manera, el impacto de la escalada alcista de los precios del petróleo ha sido PetroCaribe, el cual constituye una iniciativa generosa y solidaria del gobierno del presidente Hugo Chávez, de Venezuela.
En base a ese programa, la República Dominicana dispone de la posibilidad de importar hasta 50 mil barriles diarios, pagando de inmediato sólo el 60 por ciento de la factura de importación y trasladando para el largo plazo y a bajos intereses el pago del 40 por ciento restante.
Pero resulta que, a decir verdad, el país nunca ha podido beneficiarse plenamente de ese programa de PetroCaribe, ya que de los 50 mil barriles diarios a que tiene derecho, sólo ha podido importar un máximo de 35 mil barriles.
¿A qué se debe esa situación?
A nuestro modo de ver, a que el Estado dominicano no es dueño único de la Refinería Dominicana de Petróleo (REFIDOMSA), y al no serlo, no siempre se produce una relación armónica entre los intereses comerciales que allí se suscitan y el interés nacional.
No estamos indicando que la Shell, que es el socio que ha compartido con el Estado dominicano el 50 por ciento de las acciones desde que la empresa fuese creada haya sido un mal socio.
Por el contrario, conforme a mi experiencia, podríamos decir que, en términos generales, ha sido, a lo largo del tiempo, un socio confiable y respetuoso del Estado dominicano.
Pero, al poner la Shell en venta el total de sus acciones en la Refinería Dominicana de Petróleo, y tomando en consideración la crisis energética mundial que actualmente predomina, lo más conveniente a los fines del interés nacional es que el Estado dominicano adquiera esas acciones y pase a tener el pleno control de las actividades de la empresa.
Con el propósito de viabilizar esta operación de compra de las acciones de la Shell en la Refinería Dominicana de Petróleo, por parte del Estado dominicano, le solicito al Secretario de Estado de Hacienda, Licenciado Vicente Bengoa, proceder a tomar las medidas de lugar.
En el mismo tenor, para enfrentar con políticas eficaces el impacto de los precios del petróleo y sus derivados en la economía nacional, la Comisión Nacional de Energía, la Secretaría de Estado de Industria y Comercio y la Secretaría de Economía, Planificación y Desarrollo, luego de un exhaustivo análisis, han diseñado un conjunto de medidas, de corto, mediano y largo plazo, cuya finalidad consiste en promover el ahorro y uso racional de energía en el país.
Entre esas medidas se encuentran, en primer lugar, las referidas, precisamente, al programa de uso racional de energía y fomento a la eficiencia energética en los sectores público y privado.
A pesar de que existe una ley que obliga a todas las dependencias del Estado
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