Antecedentes Historicos Del Urbanismo Moderno En Chile

Introducción

Entenderemos por Urbanismo Moderno a estructuras físicas nuevas en relación a la época en que comienza la idea de cambiar y pasar a una nueva estructuración y planeación de la urbe (Siglo XIX), evolucionando de aldeas a ciudad, y como las corrientes europeas se encargaron de hacer real estas ideas progresivas, estas ideas no hubiesen sido posible sin una economía estable debido al auge del salitre que en esos años dependía el país, lo que permitió el acceso a cultura siendo la influencia francesa de la mano del intendente Benjamín Vicuña Mackenna quien dio las primeras iniciativas de cambio dando paso a nuevos arquitectos los cuales se encargaron de imponer sus ideas a la urbanización a las ciudades más importantes en ese entonces siendo una de ellas y de la cual nos referiremos la ciudad de Valparaíso.

Para poder entender, y tener una idea más clara del concepto Urbanismo Moderno que nos conlleva este ensayo citaremos a Humberto Benevolo.

“El urbanismo constituye una parte de la política, necesario para concretar todos los programas operativos. Para mejorar la distribución de la actividad humana en el territorio es preciso mejorar las relaciones económicas y sociales de las cuales depende dicha actividad; por lo demás, no basta con mejorar las relaciones económicas y sociales para que las espaciales queden automáticamente corregidas, pero la modificación de las relaciones espaciales es uno de los modos, inseparable de los demás, para lograr el equilibrio general que es el fin de la acción política”.

El urbanismo moderno nace en el momento en que los procesos tecnológicos y económicos que originan, la ciudad industrial (1830-1850) llegan a transformar y desbordar las infraestructuras existentes, haciendo imprescindible su participación como sistema encargado de esos acontecimientos.

El aumento de población por disminución de mortalidad como por la redistribución en el territorio a consecuencia de los procesos industriales, es el primer factor a considerar entre los que alteraron el equilibrio existente hasta mitad del siglo XIX entre campo y ciudad.

El auge en las ventas de salitre a los mercados europeos, genera una tranquilidad al amparo de la cual florece la cultura, principalmente literatura, educación, arte plásticas y periodismo. La apertura hacia Europa produce una identificación plena de la aristocracia, con los valores de la cultura europea del momento, especialmente inglesa y francesa, renegando las raíces hispánicas. A través de los viajes y las publicaciones llega una gran cantidad de información que, asimilada como propia, irá fundando bases de una modernización social y urbana.

Debido al aumento de los recursos generados por el salitre, el Estado Chileno, en la década del siglo IXI, dispone de una gran capacidad financiera para desarrollar un importante plan de obras públicas. En esta época se organiza un ente estatal que comienza a diseñar y coordinar la construcción de las obras de arquitectura requeridas por una estructura operante creciente. El propósito de escuela, hospitales, y múltiples edificios públicos en que participan los arquitectos que organizan la profesión en Chile, finalizaran con los trabajos realizados para el Centenario de la Independencia, en 1910. Esta conmemoración se transformó en un hito histórico en que además de remodelar la ciudad para mostrar un siglo de vida independiente, se proyectó hacia el siglo que comenzaba.

Chile tenía 3.200.000 habitantes y Valparaíso l80.000 habitantes. En el país no había más de l00 arquitectos. El grupo de "los arquitectos del Centenario" constituye, más allá de sus diferencia de edades (en 1910, Doyere tenía 68 años, y Ricardo Larraín 30), un grupo de arquitectos que por circunstancias históricas y personales les correspondió consolidar el ejercicio profesional en el país. En efecto, su actuación profesional es amplia y generalmente bien reconocida en nuestro tiempo. Salvo algunas obras que cayeron bajo la espada del progreso, muchas de las obras de estos arquitectos han sido declaradas "Monumento Nacional" (Museo de Bellas Artes, Estación Mapocho, Biblioteca Nacional, Bolsa de Comercio, Tribunales de Justicia, etc.)

Si bien la enseñanza de la arquitectura en Chile comienza a nivel de curso en 1849, gracias al entusiasmo del francés Claude Brunet de Baines, ella sólo se formaliza posteriormente. La Universidad de Chile lo hace en 1859, con el arquitecto Lucién Henault, en tanto que la Universidad Católica lo hará en 1894, con Manuel Cifuentes y Agustín Jara, primero, y luego con Emilio Jecquier. Por lo tanto, puede afirmarse que el ejercicio profesional de la arquitectura en Chile, prácticamente comienza a fines del siglo XIX.

Nada más elocuente que la arquitectura para la demostración. Haciendo gala de su mejor capacidad expresiva, las ciudades, especialmente Santiago y Valparaíso, produjeron en pocos años monumentos arquitectónicos en calidad

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