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Antecedentes de la Situación Política del Perú SXX​


Enviado por   •  19 de Abril de 2022  •  Apuntes  •  3.609 Palabras (15 Páginas)  •  109 Visitas

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¨Año del Fortalecimiento de la Soberanía Nacional¨

 CURSO:

Marketing Político

 

INTEGRANTES:

Moises Abraham Del Pino Paredes - U17306305

Erika Ximena Zamora Morales - U19100156

Sara Ruth Guia Gonzales - U19101128

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Perú

Antecedentes de la Situación Política del Perú SXX​

En el Perú, haber entendido el proceso de formación del Estado como un continuum ha conducido a privilegiar las permanencias que en efecto existieron y menospreciar las modificaciones, orientando un tipo de lectura que se puede denominar organicista. En sentido contrario, leer la historia como una sucesión de etapas ha torcido a una lectura en la que predomina la sucesión de hechos atendiendo sólo a lo contingente sin considerar lo heredado. Una gran consecuencia de estas lecturas disímiles es que las polémicas en torno al Estado en el país han estado completamente llenas de una clara carga ideológica. Marxistas y liberales coincidieron en mencionar que el Estado peruano siempre ha estado alejado de la sociedad “real”. En definitiva, el Estado en el país nunca ha sido representativo de la sociedad, sólo lo ha caracterizado su fuerza coaccionadora. Sin embargo, hay que señalar que estos cuestionamientos, siendo verdaderos, no son novedosos, pues ya están presentes en las reflexiones de pensadores tan importantes y distintos teórica e ideológicamente, como son Víctor Andrés Belaunde y Jorge Basadre. Al interior de la preocupación por entender el proceso formativo del Estado peruano, un punto hipotético es determinar en qué momento se empieza a configurar como tal.

Principales hitos de la situación política en el SXX​ (explicar)

En el transcurso del siglo XX los medios de comunicación en el país despertaron a la modernización y fueron declarantes de los fenómenos sociopolíticos más relevantes producidos en el país. En 1912 los peruanos presenciaron el primer enfrentamiento entre el poder Ejecutivo y el Legislativo. Eran los tiempos de la presuntamente apacible República Aristocrática. Durante su gobierno, Billinghurst empezó a poner por obra un paquete de reformas laborales que contenían la negociación colectiva, el derecho a la huelga y, lo más significativo, la jornada laboral de ocho horas diarias. Esto generó que en el Congreso se armara una alianza entre civilistas, liberales y constitucionalistas para obstruir este inaceptable “progresismo”. Después de la crisis mundial desatada en 1929 y la decadencia de Leguía al año siguiente, los años treinta fueron testigos de un ambiente muy impetuoso, casi al borde de una guerra civil. El panorama había variado, con la participación del APRA en la vida política y el encumbramiento del general Luis M. Sánchez Cerro, quien destituyó a Leguía. Las elecciones de 1931 fueron el marco de una lucha agónica entre estos caudillos. Mientras uno prometía la revolución antiimperialista, el reparto de la tierra y el capitalismo de Estado; el otro, arremetía al comunismo y defendía valores tradicionales como la propiedad privada, la familia y el catolicismo. Durante el año 1945, en un clima de interés por una real transición democrática, asumió la presidencia el doctor José L. Bustamante y Rivero. El contratiempo fue que el nuevo mandatario había ganado las elecciones liderando no un partido, sino una alianza electoral muy vulnerable, una coalición salpicada de buenas intenciones llamada Frente Democrático Nacional (FDN). Si bien el nuevo gobierno tenía mayoría parlamentaria, cada grupo que integraba el FDN llegó con su propia agenda: el APRA rechazó integrar el primer gabinete y escogió el papel de observador. Por dentro, estaba dispuesto a apoyar al Ejecutivo si es que admitía todas sus propuestas, es aquí donde se da el origen del impasse (asunto o problema que no se le encuentra solución). Es decir, Haya tomaba las decisiones y Bustamante las implementaba. En 1948, la situación era inestable y el presidente actuaba en solitario, pues la oligarquía exportadora conspiraba al verse afectada por el control de cambios y constatar que Bustamante no podía controlar a las huestes de Haya. En su discurso, Bustamante condenó al APRA por su proceder. Según la Constitución vigente de 1933, ambas cámaras debían reunirse en simultáneo. Bustamante consideró convocar una Asamblea Constituyente. Un golpe militar resolvió la crisis encabezada por el general Manuel A. Odría, quien gobernó de manera intransigente los siguientes ocho años. El arquitecto Fernando Belaúnde asumió el poder en 1963 luego de dos procesos electorales polémicos y extenuantes. Belaúnde era la esperanza de reforma, hubo dos temas urgentes de afrontar que eran la aplicación de la reforma agraria y dar solución al desacuerdo con la empresa estadounidense IPC por los depósitos petrolíferos de La Brea y Pariñas. Un Congreso obstinado y opositor fue el principal obstáculo de Belaúnde para cumplir sus propósitos. El partido de Haya se alió con el odriismo para formar mayoría parlamentaria y entorpeció todo intento de reforma. Y, por si fuera poco, el Congreso tergiversó la Ley de Reforma Agraria y amplió el arreglo con la IPC. Ya en 1990 el ingeniero Alberto Fujimori se instaló inesperadamente en el poder. A pesar de no tener partido político, tenía al país a su merced, afligido por la crisis económica, el terrorismo, la corrupción y el descrédito de la clase política. La decisión fue deshacer el orden institucional; cuando Fujimori disolvió el Congreso, lo acusó de dejarlo con las manos atadas y no poder continuar con sus reformas. Un sombrío plan militar estaba detrás de este golpe a la débil democracia peruana.

​Estado actual de la situación Política del Perú

En marzo del 2018, el entonces presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski (PPK), renunció a su cargo. La clase política y los grupos de poder económico pensaron que colocando como sucesor a quien era vicepresidente Martin Vizcarra rifaban la crisis y aseguraban la continuidad del régimen neoliberal. Pero los hechos han demostrado lo contrario, ya que el impacto de las fuerzas de mafias dentro del congreso, la mediocridad del presidente y su entorno abrieron una nueva temporada de crisis política. En marzo del 2020 llegó la pandemia junto con el coronavirus a develar las carencias y déficits de un país que a pesar del crecimiento sostenido del PBI no fue suficiente para asegurar la vida de sus ciudadanos. El gobierno de Vizcarra debió afrontar la pandemia con un sistema de salud saturado y una población mayoritariamente en la informalidad, haciendo difícil tranquilizar las medidas impuestas en la cuarentena.

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