Atencion A Temprana Edad De Niños Invidentes
VICTORNoG15 de Mayo de 2014
10.721 Palabras (43 Páginas)439 Visitas
CAPÍTULO 8: LA ATENCIÓN TEMPRANA DEL NIÑO CIEGO O DEFICIENTE VISUAL
Objetivos
1. Conocer las capacidades que posee el bebé ciego, que le permiten el logro de un desarrollo psicológico satisfactorio.
2. Adecuar las pautas de intervención en atención temprana a las características peculiares del desarrollo en el niño ciego.
3. Reflexionar sobre el trabajo a realizar con los padres de niños ciegos en el ámbito de la atención temprana
4. Diferenciar las necesidades y tipo de atención a llevar a cabo, en función del posible resto visual y el déficit predominante, en el caso de que concurriese alguno con el visual.
5. Identificar el momento evolutivo más adecuado para que el niño ciego se incorpore a la Escuela Infantil, evitando poner en riesgo su salud mental.
Índice
Capítulo 8: la atención temprana del niño ciego o deficiente visual
Introducción
8.1. Concepto de atención temprana.
8.2. Aspectos a tratar en la atención temprana del niño ciego y deficiente visual.
8.2.1. Desarrollo Psicomotor.
8.2.2. Maduración perceptivo-cognitiva.
8.2.3. El lenguaje y la comunicación.
8.2.4. Actividades de la vida diaria y autonomía personal.
8.2.5. El juego.
8.2.5.1. El juego simbólico
8.3. El trabajo con los padres.
8.4. Atención temprana a niños con deficiencias asociadas a la ceguera
8.5. Atención temprana con niños de baja visión
8.6. La incorporación del niño ciego a la escuela infantil
8.7. Bibliografía
8.8. Glosario
Introducción
El número de niños ciegos y deficientes visuales graves, entre 0 y 4 años, es relativamente pequeño. En el momento del nacimiento se estima un índice de 1 por cada 3000 nacidos vivos. Pero resulta difícil su descripción al formar un grupo muy heterogéneo, con amplias variaciones en cuanto al tipo, gravedad y etiología específica. También se observan diferencias en el desarrollo funcional futuro: mientras que algunos niños llegan a aprender fundamentalmente a través de la vista, consiguiendo leer con los ojos, otros, en cambio, aunque pueden desenvolverse en el espacio y utilizar su resto visual para moverse, deben utilizar el oído y el tacto para los aprendizajes; finalmente, unos pocos carecen de visión útil tanto para fines de movilidad como educativos. Todo lo anterior, junto con el momento de aparición del déficit y su evolución, influirá en el desarrollo global del niño y requerirá tratamientos psicopedagógicos distintos.
En este capítulo nos centraremos en el niño ciego de nacimiento, por ser él quien encuentra mayores dificultades para el establecimiento de relaciones con el mundo exterior. Veremos como se puede intervenir, atendiendo a las características propias de su desarrollo y a las principales dificultades que le impone la ceguera en los distintos momentos evolutivos: desde el nacimiento hasta aproximadamente los 4 años. Haremos hincapié en aspectos singulares del desarrollo como pueden ser: el logro de la permanencia de los objetos, las conductas de apego, la imitación, el lenguaje y el juego.
Estudiaremos algunos modelos generales de intervención en atención temprana. Nos detendremos a analizar el trabajo que se ha de realizar con los padres del bebé ciego, por la importancia que tiene para su adecuado desarrollo. En la atención a los niños con resto visual, estudiaremos las necesidades concretas que presentan y cómo actuar para un mejor aprovechamiento del mismo. También tendremos en cuenta a aquellos que, además de la ceguera, presentan otras deficiencias asociadas como el déficit mental y/o motórico. Por último, señalaremos algunos criterios a tener en cuenta a la hora de incorporarse el niño ciego a la Escuela Infantil.
Este tema está extraído del capítulo III titulado "La atención temprana", cuyo autor es Martín Andrade, P., que se encuentra en el libro "Aspectos evolutivos y educativos de la deficiencia visual" de Checa, F; Marcos, M; Martín, P; Nuñez, A. y Vallés Arándiga, A. (1999), de la colección Manuales editado por la ONCE. Del capítulo II “La educación temprana del niño ciego” del libro Los deficientes visuales y su educación en aulas de integración de Herranz, R y Rodríguez de la Rubia, E. (1987), editado por la ONCE. Del capítulo XI “Atención temprana” de Espejo de la Fuente, B. Del libro Deficiencia visual: aspectos psicolevolutivos y educativos, coordinado por R. Bautista (1994), de Ediciones Aljibe.
8.1. Concepto de atención temprana.
La atención temprana puede definirse como un conjunto de acciones que tienden a proporcionar al niño las experiencias que éste necesita para desarrollar al máximo sus potencialidades. La acuñación de este término es relativamente reciente y tiene un significado equivalente a otros ya caídos en desuso o que han logrado menor consenso como: estimulación precoz, estimulación temprana o intervención temprana.
En un primer momento, los programas de atención temprana se dirigían a niños de alto riesgo ambiental, niños sometidos a la influencia desfavorable del entorno al pertenecer a sectores marginados de la población; y, también, a aquellos otros con factores de riesgo biológico probable (niños prematuros, de bajo peso, etc.) o con un déficit establecido (parálisis cerebral, síndrome de Down, ceguera, etc.).
Hoy dentro del contexto de las definiciones acuñadas de “déficit”, “discapacidad” y “minusvalía”, los niños de alto riesgo social, en los cuales indudablemente pueden llegar a instaurarse una discapacidad, se tiende a que sean incluidos en programas de prevención primaria dentro de una política general de protección a la infancia. Se considera la atención temprana como prevención secundaria, es decir, actúa una vez se detecta el déficit. Se incluye también aquí los niños de alto riesgo biológico.
Como afirma Candel (1993), el principal énfasis de la intervención temprana se puso, en un principio, en el tratamiento dirigido exclusivamente al niño. Por eso se insistió en que la intervención temprana consistía en un programa organizado de enriquecimiento, diseñado para proporcionar actividades adecuadas a los niños de riesgo o a los niños deficientes, cuyo desarrollo puede verse afectado por diversas causas. De ahí que la mayoría de los programas se destinaran a enseñar al niño habilidades nuevas, que en los primeros meses se centraban en un entrenamiento sensorio-motor.
Sin embargo, las nuevas aportaciones teóricas en que se apoya la aplicación práctica de los programas de atención temprana, ponen de relieve otros aspectos como son: el ajuste familiar, el apoyo social a la familia, el diseño del ambiente físico del hogar, los aspectos relacionados con la salud del niño, etc. De ahí que el tratamiento no pueda dirigirse tan sólo al niño, sino que las actuaciones deban ir destinadas al niño, a su familia y a la comunidad.
Se abandona por tanto el modelo clásico rehabilitador para adoptar uno nuevo, de corte psicopedagógico, en el que se trata al niño como una unidad global, con dificultades y potencialidades, siempre en interacción con el medio. La intervención tendrá un enfoque multidisciplinar, destacando el trabajo a realizar con los padres, tanto a nivel de porientación como de apoyo para poder interactuar mejor con su hijo. También en este contexto se incluirá el apoyo a su integración en la escuela, en el momento considerado más oportuno.
8.2. Aspectos a tratar en la atención temprana del niño ciego y deficiente visual.
Para poder llevar con eficacia una intervención sobre el desarrollo del niño ciego, además de tener unos conocimientos lo más amplios posibles del desarrollo evolutivo teórico que ha de seguir cualquier niño, es necesario conocer los efectos que la ausencia de visión produce en el desarrollo de las personas ciegas, que de algún modo lo hacen singular. Esto no quiere decir que el desarrollo de las personas ciegas no pueda sustentarse en las mismas teorías en que lo hace el desarrollo de las personas que ven, ni que no exista un cierto paralelismo en la mayoría de sus adquisiciones. Pero no podemos reducir la intervención con el niño ciego a la sustitución arbitraria de los estímulos visuales por cualquier otro, fundamentalmente oído y tacto.
La atención temprana debe abarcar todos los aspectos que están en la base del desarrollo normal de cualquier niño, con la particularidad de que la ceguera impone unas limitaciones específicas en determinadas áreas que le hacen adquirir unas características propias. Conviene recordar que la atención temprana se asienta sobre la base de la relación personal padres-hijo. En toda relación debe estar presente el reconocimiento mutuo, el respeto, el deseo de comunicación y encuentro, etc. Ello hace posible que la actuación con el niño no sea algo frío, rígido, sino que dota a la intervención con el niño de sentido y valores propios. Además, desde esta perspectiva es fácil comprender cómo cualquier actuación con el niño abarca diferentes aspectos y no se circunscribe a un único elemento o área de desarrollo. Así por ejemplo, ayudar al niño a localizar la procedencia de la palabra que oye, supone a la vez estar atendiendo al área perceptiva, fomentar pautas de exploración, reconocimiento corporal, reconocimiento de la voz de los padres, la vivencia de seguridad a través de dicha voz, etc.
Teniendo en cuenta lo anterior, nos parece que la atención temprana del niño ciego debe centrarse en los siguientes aspectos (Herranz y Rodríguez de la Rubia, 1987):
Maduración psicomotriz
...