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Atención Temprana


Enviado por   •  7 de Octubre de 2014  •  4.223 Palabras (17 Páginas)  •  302 Visitas

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El pediatra de Atención Primaria una figura necesaria en la Atención Temprana

Autores:

Antonio Pons Aa

aCS Alcalá del Río. Sevilla. España.

Correspondencia: A Antonio. Correo electrónico: vantonio.pons.sspa@juntadeandalucia.es

Referencia para citar este artículo:

Antonio Pons A. El pediatra de Atención Primaria una figura necesaria en la Atención Temprana. Rev Pediatr Aten Primaria. Supl. 2013;(22):11-9.

Publicado en Internet: 03/06/2013

DEFINICIÓN DE ATENCIÓN TEMPRANA

Según la definición del Libro Blanco1, se entiende por Atención Temprana (AT) el conjunto de intervenciones, dirigidas a la población infantil de 0-6 años, a la familia y al entorno, que tienen por objetivo dar respuesta lo más pronto posible a las necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños con trastornos en su desarrollo o que tienen el riesgo de padecerlos. Estas intervenciones, que deben considerar la globalidad del niño, han de ser planificadas por un equipo de profesionales de orientación interdisciplinar o transdisciplinar.

Esta definición marca las principales diferencias entre AT y el antiguo concepto de estimulación precoz. En primer lugar, la intervención no va dirigida de forma exclusiva sobre el menor, sino que se extiende a la familia y el entorno, considerando a la familia no solo como prolongadora de las intervenciones sino como implicada en tomas de decisiones considerando al profesional como asesor (modelo usuario).

Por otro lado, incluye entre la población diana a menores con riesgo de padecer trastornos del desarrollo. Por lo tanto, la AT, desde el punto de vista de prevención primaria, se inicia con actividades dirigidas a limitar la posibilidad de presentar riesgo. Sobre la base de ese concepto, la AT tiene un carácter universal y abarca todas las actividades que se realicen con la población menor de seis años por cualquier profesional que tenga contacto con la misma.

Finalmente, las intervenciones deben ser realizadas por profesionales de diferentes disciplinas, trabajando en muchas ocasiones en entornos laborales diferentes. Por ello, solo una adecuada coordinación entre diferentes niveles y sectores asegurará una adecuada continuidad de la atención, evitando duplicidades y contradicciones en la intervención. Es necesario que las familias vean a los diferentes profesionales que intervienen en AT como miembros de un mismo equipo independientemente del lugar donde estén siendo atendidos.

JUSTIFICACIÓN DE LA ATENCIÓN TEMPRANA

Existen múltiples factores a lo largo del desarrollo que modifican la normal evolución del mismo. Cuando eso ocurre, nos encontramos con una población que presenta, o al menos puede presentar, trastornos que los alejan de la población estándar presentando limitaciones para sus actividades diarias, que pueden llegar a constituir una discapacidad, definida (por la Organización Mundial de la Salud) como aquella situación que engloba deficiencias, limitaciones en la actividad y restricciones en la participación, expresando los aspectos negativos de la interacción entre un individuo con problemas de salud y su entorno físico y social.

Sin embargo, esta situación no es inmodificable. La plasticidad cerebral es la posibilidad que tiene el cerebro de adaptarse y reorganizar sus funciones. Esta plasticidad es mayor en los primeros años de la vida para ir disminuyendo progresivamente con la edad (periodo crítico). Los estímulos externos favorecen el desarrollo madurativo cerebral que normalmente conlleva el incremento de las sinapsis y de la mielinización.

Los mayores cambios en el sistema nervioso se producen cuando se deja que sea él mismo el que planifique la forma de interaccionar con los estímulos, a través de la conducta exploratoria típica de cada especie. En el caso del ser humano, esta sería el juego.

Existen evidencias científicas que avalan que la AT tiene un efecto positivo (aunque moderado), siendo más eficaz cuando los programas son estructurados, intensos e incluyen a la familia.

PREVALENCIA DE LOS TRASTORNOS DEL DESARROLLO

En primer lugar, debemos definir a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de trastornos del desarrollo o riesgo de padecerlo.

• Trastorno del desarrollo1: el trastorno del desarrollo debe considerarse como la desviación significativa del “curso” del desarrollo, como consecuencia de acontecimientos de salud o de relación que comprometen la evolución biológica, psicológica y social. Hay que distinguir este término del de retraso del desarrollo, en el cual se van a alcanzar los hitos del desarrollo, aunque de forma más tardía que la estándar. Algunos retrasos del desarrollo se normalizarán de forma espontánea. En otras ocasiones, será la intervención temprana la que va a conseguir que un retraso del desarrollo no finalice como un trastorno.

• Riesgo biológico-social1: se consideran de riesgo biológico aquellos niños que durante el periodo pre-, peri- o posnatal, o durante el desarrollo temprano, han estado sometidos a situaciones que podrían alterar su proceso madurativo. Los niños de riesgo psicosocial son aquellos que viven en unas condiciones sociales poco favorecedoras, como son la falta de cuidados o de interacciones adecuadas con sus padres y familia, maltrato, negligencias o abusos, que pueden alterar su proceso madurativo.

Antes de enumerar un extenso listado sobre los factores de riesgo biológicos o psicosociales, creemos aconsejable consultar la Organización Diagnóstica de Atención Temprana (ODAT)2,3, elaborada por la Federación Estatal de Asociaciones de Profesionales de Atención Temprana (GAT). En ella podemos encontrar no solo los factores de riesgo dependientes del niño, de la familia y del entorno, sino también los trastornos presentes en los mismos sistemas.

Según la última Encuesta de Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia (EDAD 2008)4, un 2,14% de los menores de seis años presenta limitaciones (término utilizado en dicha encuesta como equivalente a discapacidad para este rango de edad). A este porcentaje, hemos de añadir el 2,5% de menores de esta edad que tiene un trastorno del desarrollo que no va a derivar forzosamente en limitación y otro 2,5% de niños presenta riesgo biológico o social de padecer un trastorno del desarrollo. Por lo tanto, de cómo actuemos los profesionales y de cómo se adapte la sociedad con este prácticamente 7,5% dependerá

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