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Autoridad Educativa


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2012  •  1.147 Palabras (5 Páginas)  •  1.075 Visitas

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CESSSIN

MAESTRIA EN EDUCACION

MÓDULO: ESCUELA Y SOCIEDAD

FACILITADOR: M.E. CELERINO DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ

PRIMER MÓDULO

PATRICIA DEL CARMEN VIZCARRA HERNANDEZ.

TEMA: ENSAYO AUTORIDAD EDUCATIVA

I N T R O D U C C I O N

En este documento hablaré sobre la autoridad pedagógica y las repercusiones que tiene en la vida maestro-alumno. Hace unos años estaba garantizado que el lugar del docente era el del saber y el poder, ahora, muchas veces, la autoridad del docente no es reconocida por los alumnos.

Toda acción pedagógica es objetivamente una violencia simbólica, en tanto que es una imposición, por un poder arbitrario, de una arbitrariedad cultural. Esta acción pedagógica es ejercida por todos los miembros educados de una formación social o de un grupo, por los miembros de un grupo familiar a los que la cultura de un grupo o de una clase confiere esta tarea (educación familiar) o por el sistema de agentes explícitamente designados a este efecto por una institución de función directa o indirectamente, exclusiva o parcialmente educativa (educación institucionalizada); esta A. Pedagogía esta destinada a "reproducir la arbitrariedad cultural" (como formación social entendida como sistema de fuerzas).

El objetivo o finalidad de la autoridad

Toda autoridad es un poder para llevar a cabo una misión. Mira hacia un objetivo; se pregunta para qué existe, como autoridad. Esta noción de algún modo es una creación.

Efectivamente, autoridad viene de auctor (latín) y auctor viene del verbo augere que significa dar crecimiento. No se tiene autoridad para apropiarse el poder por sí mismo. Es algo sagrado: se trata de continuar la creación, ayudar a crecer. El concepto de autoridad se identifica pues con el de servicio.

Louis Althusser, quien, sin olvidar el sentido originario dado por Marx señala a la Escuela como centro de donde irradia, hoy por hoy, la ideología dominante de la clase en el poder.

La puesta de límites para favorecer el aprendizaje pasa a ocupar un lugar central, que deriva en excesos e insuficiencias y conduce a la cuestión de la disciplina. La palabra disciplina tiene un doble significado estrechamente vinculado a lo educativo. Hace referencia tanto a las áreas del conocimiento, como a las reglas que mantienen el orden y la obediencia. Un aspecto positivo de esta acepción relaciona la disciplina con una forma de autodominio, que permite a un sujeto conducirse de tal manera que alcance sus metas a pesar de los obstáculos. Alude al esfuerzo, al trabajo, a la constancia que son necesarios asumir, para apropiarse de los conocimientos

En su aspecto negativo la disciplina se orienta más a enseñar a obedecer que a ayudar a reflexionar. Tanto en la familia como en la escuela la prohibición, la censura y el castigo suelen ser los métodos pedagógicos privilegiados. Ante una situación en la que el docente decida sancionar, sería importante diferenciar entre un mero castigo y una acción que pudiera tener una finalidad educativa.

La autoridad pedagógica se haya reconocida como una autoridad legitima; es un poder de violencia simbólica que se manifiesta bajo un derecho de imposición legitima, disimulando el poder arbitrario. La legitimidad de la autoridad pedagógica, implica, que esta tenga curso legal, así como un sistema simbólico (lengua, estilo artístico, moda).

Su legitimidad excede un "acto psicológico" y un "acto conciente". Lo que ocurre es que unos agentes reconocen la legitimidad de una instancia pedagógica pero, se impide que esos agentes comprendan el funcionamiento de la relación de fuerzas en que están situados, haciendo que deje de ser legítimo.

La autoridad pedagógica constituye, en definitiva, un objeto de análisis del fundamento social de "las paradojas de la dominación y legitimidad". Las relaciones de fuerza determinarán el modo de imposición de la acción pedagógica necesarias para la imposición de una arbitrariedad cultural, encubriendo la arbitrariedad en todo sentido, supone desconocer la verdad objetiva de la autoridad pedagógica. Sería inútil oponer a la definición de acción pedagógica la experiencia de que los educadores y educados pueden tener de ellas, y en particular de los mejores modos de imposición para ocultar la arbitrariedad de la acción pedagógica.

La actividad pedagógica implica un trabajo pedagógico como trabajo de inculcación, con una duración suficiente para producir una formación duradera, o sea, un hábito como producto de la interiorización de los principios de una arbitrariedad cultural capaz de perpetuarse una vez terminada la acción pedagógica y, de este modo, de perpetuarse en las prácticas los principios de la arbitrariedad interiorizada.

En un trabajo pedagógico, "también el educador debe ser educado" (Marx); toda instancia pedagógica se caracteriza por una duración estructural más larga que otras instancias que ejercen su poder de violencia simbólica porque tienden a reproducir las condiciones en que se han producido los reproductores, o sea, las condiciones de su reproducción.

El trabajo pedagógico permite al grupo o a la clase que delega a la acción pedagógica su autoridad, producir y reproducir su integración intelectual y moral sin recurrir a la represión externa y a la coerción física, y ofrecer una respuesta adecuada a los estímulos simbólicos, que emanan de las instancias invertidas de la autoridad pedagógica que ha hecho posible el trabajo pedagógico, productor del hábito. El trabajo pedagógico, en tanto, confirma y consagra la legitimidad de la acción pedagógica, y de la arbitrariedad cultural que inculca.

C O N C L U S I Ó N

La autoridad y el poder están estrechamente relacionados, siendo ambos componentes de las relaciones de individuos y grupos. La acción pedagógica se vale de relaciones de fuerza para imponer representaciones que se hallan al servicio de la clase dominante, constituyendo una forma de violencia simbólica. La autoridad pedagógica se presenta como un derecho de imposición legítimo de quien educa, por lo que está necesariamente implicada en la acción pedagógica. Foucault (1975) denominó a la escuela junto con las fábricas, hospitales y cárceles instituciones de secuestro, atribuyéndoles un tipo de poder donde la disciplina se considera fundamental. En ellas, además de órdenes, se toma el derecho de enjuiciar, castigar o recompensar a sus miembros, siendo algunos aceptados y otros expulsados. La vigilancia, el control y la corrección son característicos de las relaciones de poder que existen en esas instituciones.

Hasta hace unos años podría decirse que padres y docentes personificaban para el alumno la autoridad conferida por la sociedad. Últimamente, tanto docentes como padres plantean que sus alumnos o hijos no los respetan, manifestando su impotencia para transmitir las enseñanzas y directivas correspondientes. A veces, algunos docentes temen caer en posiciones autoritarias confundiendo autoritarismo con autoridad. Sin embargo el autoritarismo se manifiesta como defecto en el ejercicio del poder, pues se basa en un poder arbitrario donde alguien se erige en el lugar de la Ley. El docente autoritario sitúa su práctica en el eje dominación-omnipotencia, es decir, intenta dirigir esperando solo sumisión y obediencia, desconociendo al alumno. Uno de los recursos más utilizado por un docente autoritario suele ser la intimidación que puede generar tanto, miedo a la sanción disciplinaria, a repetir de grado, como por el contrario, generar ira, desobediencias o actos de violencia.

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