CONVIENE QUE EL ESTADO COMPITA EN EL SECTOR PRIVADO DESARROLLANDO ACTIVIDADES PRODUCTIVAS “
Efrain TelenchanoEnsayo24 de Julio de 2020
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ADMINISTRACIÓN PRESUPUESTARIA
TEMA:
INFORME RESPECTO AL DEBATE COMO CONTRAPARTE DE TEMA
“CONVIENE QUE EL ESTADO COMPITA EN EL SECTOR PRIVADO DESARROLLANDO ACTIVIDADES PRODUCTIVAS “
INTEGRANTES:
- Borja Esteban
- Cisneros Camila
- Espin Alexandra
- Pepinos Jennifer
- Ortiz Ismael
- Mafla Diego
- Telenchano Roberto
AULA: A104
NRC: 4292
DOCENTE: Eco. Pedro Boada
SEMESTRE
Marzo 2019 - Julio 2019
NANO
Rol del estado en la Economía
En que actividades es conveniente que no participe el estado (actividades productivas) (que no es conveniente para el sector público)
Comportamiento histórico de las actividades productivas en el país
Gobierno de correa
Así ha sido la última década, un Ecuador espejo. La militancia u oposición al Gobierno Nacional creó una doble lectura en los indígenas, abogados, médicos, medios, trabajadores, servidores públicos. Siempre que alguien pudiera resultar en una voz crítica, encontraba al otro lado del espejo a su par, con una versión exacta pero contraria.
Por eso no sorprende que los expertos consultados para esta revisión vean en la infraestructura el mayor legado del presidente, pero también señalen la innecesaria magnitud y precio de algunas. O que en la Justicia, el presidente insista en haber recuperado la independencia del sistema cuando, desde la consulta popular que la aprobó, se lo acusa precisamente de lo contrario tras dejar frente a la tarea a su secretario particular. Donde el presidente ha visto “un país que invierte mucho”, las cifras han reclamado un país que gasta mucho. Donde Correa defiende “una recuperación” sin nunca haber admitido una crisis económica, los registros oficiales dejan ver cifras en rojo que el nuevo Gobierno deberá intentar revertir.
El período de Correa es el de un Ecuador de doble cara, donde todas las decisiones gubernamentales eran igual de buenas, igual de malas; según quien.
El presidente se va. Dejará el poder en menos de 72 horas. Pero no el discurso.
Lo ha advertido ya, resucitando su nunca muerta guerra contra la prensa libre e independiente. “A no creerle nada los siguientes cuatro años”, ha pedido ayer con insistencias, a sabiendas de que en pocos días perderá los altavoces que durante una década ha utilizado con disciplina militar. Porque era una guerra, después de todo.
Al período de Correa se asocian sin pérdida las palabras como libertad de expresión, independencia de funciones, tolerancia a la crítica o lucha contra la corrupción. Pues han sido, durante diez años, debates constantes e inacabables. Zanjados siempre por la fuerza de la política.
El presidente Correa termina un período. No ha dicho si acaba con una vida política. A la espera se mantiene la reforma constitucional que ordenó su bloque y permite la reelección indefinida.
1. La economía del primer economista
Fue el primer economista en ocupar el sillón de Carondelet desde el retorno a la Democracia. A su salida, Rafael Correa entrega un país con números rojos.
Durante la década última, Ecuador pasó de ser un país con ingresos de renta baja a renta media, más que duplicó el tamaño de la economía y lo propio con la participación estatal.
Sin embargo, desde inicio de 2015, el presidente ha reconocido paulatinamente la crisis que acusa a su administración bajo la etiqueta de “la tormenta perfecta”, que describe la apreciación del dólar, la caída de los precios del petróleo y los desastres naturales. Así, al final del período ya no exhibe las portadas de “milagro económico” que publicitó a mediados de mandato. Ahora, hay crisis. O, en palabras de su sucesor, “una economía que debe reactivarse”.
2. Infraestructura en cada rincón
“Entrego un país en franco desarrollo”, dijo el presidente Rafael Correa a inicios de mes. Se refería, evidentemente, a la infraestructura pública, que su administración consideró clave desde el inicio para la reactivación económica y el fortalecimiento de la presencia estatal en territorio.
Las cifras de su Gobierno calculan en 70 mil millones de dólares la inversión pública en vialidad e infraestructuras.
La mayor carta de presentación del Gobierno saliente no pasa sin crítica: muchos de sus proyectos, como la Refinería del Pacífico como llaman al terreno aplanado por $ 2 mil millones, el edificio sede de Unasur de $ 49 millones o la recién estrenada e inundada Plataforma Financiera de $ 200 millones han sido catalogados como “elefantes blancos” por la oposición.
3. El correísmo fuera de casa
El presidente disolvió la diplomacia de carrera como pilar de las Relaciones Exteriores, según apunta el catedrático Carlos Estarellas, historiador de la política internacional ecuatoriana. “Correa desbarató la diplomacia”, resume Estarellas.
En su valoración se apunta el sesgo ideológico que Correa imprimió a una política de Estado, acercando al país a la esfera del Socialismo del Siglo XXI, comandado por el fallecido Hugo Chávez. Y alejándola de los principales socios comerciales e históricos del país.
Los impasses frecuentes durante su era conllevaron a la expulsión de una embajadora estadounidense a inicios de Gobierno y, en el último mes, a una amenaza similar contra los “embajadorcillos” que criticaron una decisión de última hora en relaciones comerciales.
4. Enemigo número uno: la prensa
“La prensa ha sido el principal enemigo”, dijo ayer el presidente saliente.
Declarado enemigo de la prensa desde los primeros meses, cuando insultó, uno detrás de otro, a los periodistas críticos, Correa llevó al enemigo a la guerra cuando confrontó las investigaciones de los negocios de su hermano Fabricio con su Gobierno en las cortes y demandó a diario El Universo por $ 40 millones, en los que valoró su honra.
A fuerza de la mayoría legislativa en la Asamblea pasó la Ley de Comunicación y encargó a Carlos Ochoa la ejecución de las sanciones contra los medios: 606 procesos abiertos contra medios y periodistas desde entonces.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y decenas de ONGs han solicitado al Gobierno ecuatoriano garantizar la libertad de expresión.
5. Una justicia siempre coincidente
Vamos a meter la mano en la Justicia”, declaró. La llamada reforma integral al sistema judicial fue un largo proceso impulsado por el presidente a través de una consulta popular. El Gobierno, en sus cifras oficiales, invirtió 254 millones de dólares para el objetivo. Y otros $ 385 millones dedicados a una tarea similar en el sistema penitenciario.
La oposición ha condenado las reformas desde su génesis atribuyendo a Alianza PAIS el control político de la justicia. El presidente no ha perdido un caso en las cortes que resultara de su interés.
6. La institucionalidad, la gran promesa
Lo público primero. “Lo más importante es que recuperamos el autoestima de los ecuatorianos y su confianza en la institucionalidad del país”, aseguró tempranamente el presidente Correa, durante la campaña electoral última.
Sin embargo, las controvertidas tres semanas de limbo político tras las elecciones, cuando la alianza CREO-SUMA se negó a reconocer los resultados y miles de ciudadanos se manifestaron en las calles, pusieron en tela de duda el trabajo de la última década por incrementar el número de funciones y representantes del Estado.
La falta de credibilidad en las instituciones empujó al Ecuador a un tenso período de desconfianza que se tradujo en un inédito proceso de recuento de votos, también desconocido.
7. Indígenas, unos aliados muy opositores
Después de ayudarlo a conquistar y aprobar la Constitución de Montecristi en 2008, se divorciaron formalmente de la Revolución Ciudadana en los primeros años del Gobierno, tras los incidentes de Dayuma que, hacia 2009, denunciaron persecución política. Una década después, la Confederación de Nacionalidades Indígenas ha unificado su criterio como oposición al Gobierno, apoyó mayoritariamente la opción de cambio en las últimas elecciones y lideró en tres oportunidades manifestaciones masivas en la capital. Hoy piden la liberación de “presos políticos”.
8. El jefe de todas las funciones del Estado
El gran legislador. El presidente de la República se declaró, en 2013, “jefe de todas las funciones del Estado”, en lugar de jefe de Estado.
La declaración dio lugar a interpretaciones sobre la desaparición de los límites que garantizan la independencia de funciones en una Democracia.
Bajo su mandato, la Asamblea Nacional, de mayoría calificada oficialista, aprobó con prioridad todas las propuestas de ley enviadas por el Ejecutivo.
La firma de Correa impulsó más leyes que la de los 100 legisladores de su bancada y las de la oposición, que no logró pasar ninguno.
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