Conservación y relación del águila real con perrito de las praderas

[pic 1]MIGUEL ÁNGEL NIETO RODRÍGUEZ

290225

LICENCIATURA EN BIOLOGÍA 4º SEMESTRE

ZOOLOGÍA III

Ensayo para evaluación parcial 4

Conservación del Águila Real (Aquila chrysaetos) y su relación con las poblaciones de mamíferos como el perrito de las praderas (Cynomys sp.)

El águila real (Aquila chrysaetos), también llamada águila dorada, es una de las aves rapaces más grandes de mundo con distribución casi mundial, pues sus poblaciones pueden encontrarse en un rango de climas que van desde la tundra hasta zonas áridas como lo es el centro de México, país donde además se le considera un símbolo de valor y poder [2][1]; este miembro de la familia Accipitridae es un factor muy importante en los ecosistemas de los que forma parte pues mantiene relaciones fundamentales con muchos animales presa, donde destacan mamíferos como los perritos de la pradera, sin embargo, el equilibrio que resulta de las interacciones entre estos animales se desvanece poco a poco teniendo como consecuencia graves pérdidas a la biodiversidad.

Entre las impresionantes características que hacen al águila real una especie tan interesante se encuentra su gran tamaño llegando a medir un metro de altura y 2.3 metros de envergadura, su plumaje oscuro con dorados en cabeza y hombros, garras en extremo fuertes y largas, las altas velocidades de 250 km/hr que logran alcanzar al caer en picada hacia una presa, visión casi 8 veces más aguda que la del ojo humano [3][4] y la amplia variedad de su dieta y actividad como superdepredador, esta última cualidad es especialmente destacable pues entre sus presas se encuentran animales como peces, reptiles, otras aves rapaces, grullas, incluso animales más grandes como zorros y carroña de ganado doméstico y ungulados silvestres, no obstante es bien sabida su preferencia alimenticia por mamíferos pequeños como marmotas, ardillas, conejos, liebres y perritos de las praderas que constituyen entre el 80% y 97% de su dieta [1]; la amplia diversidad en su dieta se le atribuye a que al ser un depredador oportunista se aprovecha de los espacios abiertos en los que habita para cazar a presas desprevenidas y, al posarse en la cima de muchas cadenas tróficas, funge como una especie sombrilla que regula las poblaciones de muchas especies, especialmente mamíferos, y su presencia estabiliza la estructura y los niveles de biodiversidad de los ecosistemas de los que forma parte [4][5][3].

Pese a su indiscutible papel como un eslabón alto en las cadenas alimenticias, sus poblaciones no están exentas de sucumbir ante el mayor depredador a nivel mundial, Homo sapiens, pues se sabe que la diversidad de aves de México continuamente se deteriora como consecuencia de las actividades humanas ya sea directa o indirectamente, en concreto, el 70% de mortalidad de las poblaciones de Águila real se asocian a actividades humanas, aunque se pueden resaltar muchas amenazas antrópicas de las cuales son víctimas como el saqueo de huevos y polluelos para comercializarlos como mascotas, trauma accidental por colisiones con vehículos o estructuras humanas, caza furtiva ilegal, envenenamiento por plomo, electrocución por cables de alta tensión, las masacres causadas por las poblaciones rurales y su ancestral creencia errónea de que estos animales son asesinos insaciables de cabritos y corderos, envenenamiento directo o a sus presas por el uso de agroquímicos y pesticidas organoclorados que reducen la calidad de sus huevos, etcétera [6][4], no cabe duda de que la principal causa del declive de sus poblaciones es la pérdida y fragmentación de sus hábitats por los cambios de uso de suelo en favor de más tierras agrícolas, ganaderas y/o urbanización, ocasionando que, lo que antes eran amplios pastizales dominados por este tipo de animales ahora se aprecien más como un mosaico de áreas naturales, zonas de agricultura y poblaciones humanas[3]; la gravedad de este problema radica en que esta fragmentación no afecta solamente a las águilas, sino a todos los animales en los hábitats en cuestión incluyendo las presas de A. chryseatos , que también se ven obligados a retirase a otras zonas reducidas, un claro y preocupante ejemplo de esto es lo que ocurre con los Perritos de la pradera (Cynomis mexicanus), también conocido como perrito llanero, que si bien no son tan importantes en la dieta de las águilas como los lagomorfos (conejos y liebres) en términos de biomasa [1], sí tienen importantes papeles ecológicos en los hábitats de los que forman parte, pues en las colonias de C. mexicanus conviven muchas especies en praderas y pastizales con relaciones interespecíficas por los recursos que estas ofrecen como alimento para depredadores como tejones (Taxidea taxus) y zorros del desierto (Vulpes macrotis) además de otras aves rapaces y refugio para lagomorfos, roedores y algunos reptiles (todos siendo presas potenciales del Águila Real y clasificados bajo alguna categoría de riesgo en la NOM-059), sin mencionar su papel como dispersores de semillas y reguladores de ciclos de nutrientes en el subsuelo [3][2]; Al fragmentarse el hábitat de los perritos de la pradera ya sea por políticas públicas inadecuadas, deforestación, sobre explotación del agua tanto superficial como subterránea, introducción de especies invasoras, cambio climático y sobre todo el cambio de uso de suelo como ya se mencionó [7], también lo hacen sus colonias, dando como resultado un tremendo impacto en la diversidad biológica en general de esos ecosistemas y, con la merma de poblaciones tanto de liebres como de perritos de la pradera, las rapaces se ven obligadas a variar sus dietas al igual que sus distribuciones de acuerdo a la abundancia de sus potenciales presas, por lo que no solo A. chryseatos tiene que buscar nuevas áreas donde alimentarse a si misma y a sus polluelos, si no que abandona parcialmente su papel como regulador poblacional [8][4].

La conservación de las presas de una especie como el águila real que propiamente requiere de proyectos y programas para su conservación se vuelve aún más importante cuando las presas también se encuentran alguna categoría de riesgo como es el caso del perrito llanero que según la NOM-059 se encuentra en peligro de extinción [3], por lo que existen programas como PROCER (Programa de Conservación de Especies en Riesgo) en México, cuyo objetivo es incrementar el conocimiento sobre flora y fauna que se encuentren en alguna categoría de riesgo, además de educar sobre la importancia de su conservación, con el fin de apoyar la instrumentación de programas de acción para la conservación de especies como A. chryseatos y C. mexicanus [2]; Asimismo, entre 2013 y 2016 CONAFOR (Comisión Nacional Forestal) lanzó un programa de Pagos por Servicios Ambientales (PSA) para proveer financiamiento permanente o de largo plazo para el otorgamiento de pagos por servicios ambientales para la conservación de ecosistemas forestales con biodiversidad de importancia global, en ejidos, comunidades y propiedades privadas ubicadas en zonas elegibles, destinando entonces pagos de $500 por hectárea al año [9], sin embargo, en 2017 los fondos PROCER se destinaron en su totalidad a la protección de la vaquita marina, en ese mismo año PROMANP (Programa de Manejo de Áreas Naturales Protegidas) invirtió $1.6 millones de pesos en la protección tanto del águila real como del perrito de la pradera [2]. Entre los programas y documentos que plantean estrategias para la conservación no solo de estos animales sino para muchas especies que viven en el ecosistema de la pradera y pastizales desérticos así como acciones concretas para su protección y recuperación de su hábitat se pueden  destacar PACE (Programa de Acción para la Conservación de Especies), PREP (Proyectos de Recuperación de Especies Prioritarias) y EECUSBICH (Estrategia Estatal para la Conservación y Uso Sustentable de la Biodiversidad de Chihuahua) entre otros [7].

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